Se
produjo en Valparaíso una reunión de gente «bienpensante» que tenía de sí misma
la imagen del triunfo y que hubo de chocar necesariamente, con la proclama de
Silo que reza así:
“Mi enseñanza no es para los triunfadores, sino para aquellos que llevan el fracaso
en su corazón”.
Alguien
pidió entonces (en tono amable), que se explicara el significado de la
proclama.
Silo
respondió que hablaría sobre el espíritu y la opresión.
"Existió
un hombre muy poderoso que tuvo gran cantidad de ovejas. A fin de impedir su
escape levantó un cerco. Sin embargo, algunas rompían la prisión y lograban
fugar. Para evitar esto, el hombre poderoso trajo perros que las vigilaban
noche y día.
A pesar
de todo, algunas podían huir y otras eran muertas por los cuidadores que
arruinaban su carne y su piel con feroces dentelladas. Entusiasmados con esto,
penetraban al redil continuando la matanza.
Vio el
hombre poderoso que el cerco era frágil para contenerlas y los cuidadores
peligrosos.
Mandó
entonces en busca de un mago. Este durmió a todas las ovejas y les hizo soñar
que eran libres. Al despertar, siguieron creyendo que obraban voluntariamente y
ya no abandonaron a su amo.
De este
modo, el hombre poderoso retiró el cerco y los cuidadores, bastando tomar de
las ovejas a su gusto cuando necesitaba de carne y de piel.
La oveja
es el espíritu del ser humano. El hombre poderoso, aquél que quiere utilizarlo.
El cerco, los perros y el mago, son los ayudantes del opresor.
Cercar
el espíritu es separarlo del mundo por la ignorancia. Rodearlo con cuidadores,
es mantenerlo en la docilidad por la violencia y la fuerza, infundiéndole el
temor. Finalmente, adormecerlo es degradar el espíritu con persuasión y con
bellas falsedades.
A través
del tiempo se han usado esas tres formas de asesinato del espíritu. La
ignorancia, el temor y la falsa persuasión.
La
ignorancia y el temor no han sido suficientemente poderosos como para contener
los impulsos de libertad. Por otra parte, un hombre ignorante y temeroso no es
tan útil al opresor como aquel que ha sido instruido y no es necesario ejercer
ya violencia en él porque está de acuerdo con la infamia.
Cuando
un hombre no necesita de cercos ni de cuidadores y está conforme con la
falsedad de su vida es porque su espíritu ha muerto.
Hay
quienes venden su libertad interior con tal de lograr seguridad o bienestar
material. Estos son los que se dicen libres porque no desean otra vida y les
resulta injurioso quien habla de la necesidad del despertar.
Cuando
los hombres duermen de ese modo, colaboran con la opresión y producen en bien
del opresor. A ellos se les considera “útiles” a las causas del Estado que a la
vez sirve dócilmente a un imperio.
Un
hombre que se ha degradado a tal punto es un triunfador y se lo pone como
ejemplo de trabajo y como ejemplo de superación. Ese recibe su paga a costa del
sufrimiento de otros a quienes considera incapaces.
El
triunfador puede llegar a serlo únicamente colaborando con los mandatos del
amo, se llame Estado, Moral o Religión.
El falso
triunfador duerme, pero a menudo sus sueños están llenos de sobresalto porque
tarde o temprano algunas ovejas despiertan y comienzan a despertar a las
demás... Poco a poco en el redil se advierte que ya no se cree en la falsa
libertad.
Los
triunfadores no necesitan de esta enseñanza porque ya han saciado su ambición.
¿A qué tanto alboroto cuando es a los fracasados a quienes dirijo mi palabra?
Creo
únicamente en aquellos que se reconocen fuera del cerco y no gozan de los beneficios
del triunfador.
¡Ah,
triunfador! no puedes reprocharme que no hable para ti, porque no me necesitas,
¿y si hablo para el que me necesita, a qué te metes conmigo?
Fracasados
son los pobres y los enfermos y los sin fuerza y los sin porvenir. Son los que
han sido defraudados en sus ideales, defraudados en sus amores, escarmentados
en su fe, traicionados en su bondad.
Cuando
te reconozcas fracasado te daré consuelo porque entonces tuyo será el espíritu
y descubrirás la necesidad de la liberación interna, la necesidad del
renunciamiento, la necesidad de matar el deseo”.
22 de Enero de 1969