febrero 28, 2011

Enseñanzas - Silo



No es equilibrado que brindes tus mejores conocimientos a quien no ha incorporado conocimientos más simples.

No es equilibrado que discutas tus conocimientos con quien no los estudia.

No es equilibrado que pongas tu esperanza sobre quien cayó en el resentimiento.

Obra en contrario y obtendrás como respuesta la monstruosidad y la desproporción.

La razón verdadera en el corazón falso produce la hipocresía.

El sentimiento verdadero en la cabeza falsa, produce la estupidez.

La acción verdadera en la cabeza falsa, produce el regreso de la acción y, en el corazón falso, la humillación.

Si falsa es la acción y la cabeza verdadera, el vacío irá adelante.

Cuando la cabeza, el corazón y la acción están falseados –según distintas proporciones-, producirán la venganza, la envidia, la desazón, el aburrimiento y el “no”.

Dice “si” quien piensa, siente y actúa verdaderamente, y verdaderamente va en dirección única que es triple.



Y, para terminar guarda esto en tu memoria:

Nunca aceptes el dinero o el amor de quien quiere condicionar tu enseñanza.

Nunca compartas el lecho de un demente.

Nunca te sientes a la mesa de un desarmador de cadáveres.

Nunca seas el eco del sentir de la canalla.

Siempre que cometas un error, repáralo doblemente.






febrero 19, 2011

Estructuras de conciencia - Psicología IV - Silo

Los diferentes modos de estar el ser humano en el mundo , las diferentes posiciones de su experimentar y hacer, responden a estructuraciones completas de conciencia. Así: la "conciencia desdichada", la "conciencia angustiada", la conciencia emocionada", la "conciencia asqueada", la "conciencia nauseada", la "conciencia inspirada", son casos relevantes que han sido descritos convenientemente Es aquí pertinente anotar que tales descripciones se pueden aplicar a lo personal, a lo grupal y a lo social. Por ejemplo, para describir una estructura de conciencia en pánico, se debe arrancar de una situación colectiva, como se reconoce en los orígenes (legendarios e históricos) de la palabra "pánico" que designa un especial estado de conciencia. Con el paso del tiempo, la vocablo “pánico” se usó cada vez más frecuentemente para explicar una alteración de conciencia individual .




Ahora bien, los casos anteriormente citados pueden ser entendidas individualmente o en un conjunto (en atención a la intersubjetividad constitutiva de la conciencia). Siempre que ocurran variaciones en esas estructuraciones globales, ocurrirán también variaciones en los fenómenos concurrentes, tal es el caso del yo. Así, en plena vigilia pero en estados de conciencia diferentes, registramos al yo ubicado en distintas profundidades del espacio de representación.

Para comprender lo anterior, debemos apelar a las diferencias entre niveles y estados de conciencia. Los niveles clásicos de vigilia, semisueño, sueño profundo paradojal y sueño profundo vegetativo, no ofrecen dificultades de comprensión. Pero en cada uno de esos niveles tenemos la posibilidad de reconocer posiciones variables de los fenómenos psíquicos. Poniendo ejemplos extremos: decimos que cuando el yo mantiene contacto sensorial con el mundo externo pero se encuentra perdido en sus representaciones o evocaciones, o se tiene en cuenta a sí mismo sin intereses relevantes sobre su acción en el mundo, estamos en presencia de una conciencia vigílica en estado de ensimismamiento. El cuerpo actúa externamente en una suerte de “irrealidad” que profundizándose, puede llegar a la desconexión y la inmovilidad. Se trata de un “corrimiento” del yo hacia una presencia constante de los registros de evocación, representación, o percecpción táctil cenestésica y por tanto, la distancia se “alarga” entre el yo y el objeto externo. En el caso opuesto, el yo perdido en el mundo externo, se desplaza hacia los registros táctil kinestésicos sin crítica ni reversibilidad sobre los actos que realiza. Estamos ante un caso de conciencia vigílica en estado de alteración como puede ocurrir en la llamada “emoción violenta”. En este caso, la importancia que cobra el objeto externo es decisiva, acortándose la distancia entre el yo y el objeto percibido.


Estructuras, estados y casos no habituales.

Llamamos “no habituales” a los comportamientos que muestran anormalidades respecto a parámetros del individuo o del grupo que se esté considerando. Es claro que si la población de un país o un grupo humano enloquecen, no dejamos de considerar a esos casos dentro de los comportamientos “no habituales” por el hecho de contar con numerosos representantes. En todo caso, ese conjunto humano debe ser comparado con situaciones estables en que ha vivido y en las que la reversibilidad, el sentido crítico y el control de sus actos, tiene características previsibles. Por otra parte, hay casos “no habituales” que son fugaces y otros que parecen arraigarse o aún desplegarse a medida que pasa el tiempo. No es de nuestro interés tipificar esas conductas sociales desde el punto de vista del Derecho, de la Economía, o de la Psiquiatría. Tal vez encontraríamos más motivos de reflexión sobre estos casos en la Antropología y en la Historia...

Si nuestro interés por los comportamientos “no habituales” nos lleva al campo de lo personal, o a lo sumo de lo interpersonal inmediato, seguirán siendo válidos los criterios de reversibilidad, sentido crítico y control de los propios actos en relación a esa historia personal o interpersonal. Aquí también es aplicable lo comentado anteriormente con respecto a los casos “no habituales” fugaces y los que parecen arraigarse o aún desplegarse en su anormalidad a medida que pasa el tiempo.

Llevemos pues nuestro estudio sobre los comportamientos “no habituales” fuera del terreno de la patología para concentrarnos, dentro de nuestra Psicología, en dos grandes grupos de estados y casos a los que hemos llamado el grupo de la “conciencia perturbada” y el grupo de la “conciencia inspirada”

b. La “conciencia perturbada”.

Existen diametrales posiciones del yo entre estados alterados que van desde la actividad cotidiana a la emoción violenta y estados ensimismados que van desde la calma reflexiva hasta la desconexión con el mundo externo. Hay, sin embargo, otros estados alterados en los que las representaciones se externalizan proyectivamente, de tal modo que realimentan a la conciencia como “percepciones” provenientes del mundo externo y otros, de ensimismamiento, en los que la percepción del mundo externo se internaliza introyectivamente.

Hemos escuchado y leído historias e informes seriamente controlados, sobre las alucinaciones que padecen quienes se encuentran en situaciones de compromiso en las altas montañas, en las soledades polares, en los desiertos y en los mares. El estado físico de fatiga, anoxia y sed; el estado psiquico de abandono en la monotonía del silencio y la soledad; las condiciones ambientales térmicas extremas, son elementos que han llegado a conformar casos de alteraciones alucinatorias y mucho más frecuentemente, casos de alteraciones ilusorias puntuales.

Por otra parte, del lado del ensimismamiento introyectivo, la sensación externa llega a la conciencia pero la representación correspondiente opera desconectada del contexto general perceptivo realimentando a la conciencia que interpreta y registra el fenómeno como interioridad “significativa”, como representación que parece “dirigirse” a la interioridad del sujeto de modo directo. En un ejemplo: las luces coloreadas de los semáforos de una gran ciudad, comienzan de pronto, a los ojos de un angustiado peatón, a “enviar” misteriosos códigos y claves. El sujeto, a partir de ese momento, se considera como la única persona capaz de “recibir” y comprender el significado de esos mensajes.

Los estados alterados proyectados y los estados ensimismados introyectados corresponden a transitorias o permanentes perturbaciones de la conciencia vigílica que mencionamos acá como casos de emplazamientos diametrales en la ubicación del yo. Por lo demás, debemos mencionar también a los estados de alteración y ensimismamiento en el nivel de sueño con imágenes y en el semisueño.

En Psicología III pasamos revista a numerosos casos de perturbaciones transitorias de conciencia . Se mencionó la situación de alguien que proyecta sus representaciones internas y queda fuertemente sugestionado por ellas, de modo parecido a lo que ocurre en pleno sueño cuando se padece la sugestión de las imágenes oníricas. Se trata de alucinaciones que también ocurren por estados febriles intensos; por acción química (gases, drogas y alcohol); por acción mecánica (giros, respiraciones forzadas, opresión de arterias); por supresión de sentidos externos (cámara de silencio) y por supresión de sentidos internos (ingravidez en cosmonautas).

Debemos considerar también las perturbaciones accidentales cotidianas. Estas se manifiestan en los cambios de humor súbito, tales como los accesos de cólera y las explosiones de entusiasmo que en mayor o menor medida, nos permiten experimentar el deplazamiento del yo hacia la periferia mientras cae la reversibilidad y el estado se hace más alterado. Observamos lo contrario frente a un peligro súbito, ante el cual el sujeto se contrae o huye tratando de poner distancia entre él y el objeto amenazante. En todo caso, el desplazamiento del yo es hacia la interioridad. También podemos comprobar, en la misma dirección, ciertas conductas infantiles curiosas. En efecto, los niños suelen utilizar juguetes monstruosos con los que “frenan” o “combaten” a otros montruos que están al acecho, o se acercan en la noche... Y, cuando esa tecnología no da resultado, siempre queda el recurso de las sábanas que ocultan el cuerpo ante las atroces amenazas. Es claro, en estos casos, que el yo se ensimisma e introyecta.

c. La “conciencia inspirada”.

La conciencia inspirada es una estructura global, capaz de lograr intuiciones inmediatas de la realidad. Por otra parte, es apta para organizar conjuntos de experiencias y para priorizar expresiones que se suelen transmitir a través de la Filosofía, la Ciencia, el Arte y la Mística.

En orden a nuestro desarrollo, podemos preguntar y responder un tanto escolarmente: ¿Es la conciencia inspirada un estado de ensimismamiento o de alteración? ¿Es la conciencia inspirada un estado perturbado, una ruptura de la normalidad , una extrema introyección, o una extrema proyección? Sin duda que la conciencia inspirada es más que un estado, es una estructura global que pasa por diferentes estados y que se puede manifestar en distintos niveles. Además, la conciencia inspirada perturba el funcionamiento de la conciencia habitual y rompe la mecánica de los niveles. Por último, es más que una extrema introyección o una extrema proyección ya que alternativamente se sirve de ellas, en atención a su propósito. Esto último es evidente cuando la conciencia inspirada responde a una intención presente o, en algunos casos, cuando responde a una intención no presente pero que actúa copresentemente.

En la Filsofía no son de importancia los sueños inspiradores, ni las inspiraciones súbitas, sino la intuición directa que aplican algunos pensadores para aprehender las realidades inmediatas del pensamiento sin intermediación del pensar deductivo o discursivo. No se trata de las corrientes "intuicionistas" en Lógica y en Matemáticas, sino de pensadores que privilegian la intuición directa como en el caso de Platón con la Ideas, de Descartes con el pensar claro y distinto, descartando el engaño de los sentidos y de Husserl con las descripciones de las nóesis, "suspendiendo el juicio” (epojé)

En la historia de la Ciencia se rescatan ejemplos de inspiraciones súbitas que permitieron avances importantes. El caso más conocido, aunque dudoso, es el de la famosa “caída de la manzana de Newton” . Si así hubiera ocurrido, deberíamos reconocer que la súbita inspiración fue motivada por una lenta pero intensa búsqueda orientada hacia el sistema cósmico y la gravedad de los cuerpos. A modo de ejemplo, podemos tener en cuenta otro caso como el ocurrido al químico Kekulé Éste soñó una noche con varias serpientes entrelazadas que le sirvieron de inspiración para desarrollar las notaciones de la química orgánica. Sin duda que su preocupación constante por formular los enlaces entre substancias siguió actuando aún en el nivel de sueño paradojal, para tomar la vía de la representación alegórica.

En el Arte hay muchos ejemplos de sueños inspiradores. Tal el caso de Mary Shelley . Esta había declarado ante sus amigos, que sentía esa “...vacía incapacidad de invención que es la mayor desdicha del autor”, pero esa noche vió en sus sueños al horrendo ser que motivó su novela de “Frankenstein o el Prometeo moderno”. Otro tanto ocurrió con el sueño de R. L. Stevenson que puso en marcha su relato fantástico “El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde”. Por cierto que las inspiraciones vigílicas de escritores y poetas son las más abundantemente conocidas del campo de las artes. Sin embargo, por otros medios hemos llegado a conocer inspiraciones de pintores como Kandinsky que en "Lo espiritual en el arte", describe la necesidad interior que se expresa como inspiración en la obra artística. Artistas plásticos, literatos, músicos, danzarines y actores, han buscado la inspiración tratando de colocarse en ambientes físicos y mentales no habituales. Los diferentes estilos artísticos, que responden a las condiciones epocales, no son simplemente modas o modos de generar, captar e interpretar la obra artística, sino maneras de "disponerse" para recibir y dar impactos sensoriales. Esta "disposición" es la que modula la sensibilidad individual o colectiva y es, por tanto, el pre dialogal que permite establecer la comunicación estética.

En la Mística encontramos vastos campos de inspiración. Debemos señalar que cuando hablamos de "mística" en general, estamos considerando fenómenos psíquicos de "experiencia de lo sagrado" en sus diversas profundidades y expresiones. Existe una copiosa literatura que da cuenta de los sueños , las “visiones” del semisueño , y las intuiciones vigílicas de los personajes referenciales de religiones, sectas y grupos místicos. Abundan, además, los estados anormales y los casos extraordinarios de experiencias de lo sagrado que podemos tipificar como Éxtasis o sea, situaciones mentales en que el sujeto queda absorto, deslumbrado dentro de sí y suspendido; como Arrebato, por la agitación emotiva y motriz incontrolable, en la que el sujeto se siente transportado, llevado fuera de sí a otros paisajes mentales, a otros tiempos y espacios; por último, como "Reconocimiento" en que el sujeto cree comprenderlo todo en un instante. En este punto estamos considerando a la conciencia inspirada en su experiencia de lo sagrado que varía en su modo de estar frente al fenómeno extraordinario, aunque por extensión se han atribuido también esos funcionamientos mentales a los raptos del poeta o del músico, casos en que "lo sagrado" puede no estar presente.

Hemos mencionado estructuras de conciencia a las que llamamos "conciencia inspirada" y las hemos mostrado en grandes áreas conocidas como la Filosofía, la Ciencia, el Arte y la Mística. Pero en la vida cotidiana, la conciencia inspirada actúa con frecuencia en las intuiciones o en las inspiraciones de la vigília, del semisueño y el sueño paradojal. Ejemplos cotidianos de inspiración son los del "pálpito", del enamoramiento, de la comprensión súbita de situaciones complejas y de resolución instantánea de problemas que perturbaron durante mucho tiempo al sujeto. Estos casos no garantizan el acierto, la verdad, o la coincidencia del fenómeno respecto a su objeto, pero los registros de "certeza" que los acompañan, son de gran importancia.

Extracto de conferencia dada por Silo sobre Psicología IV en Parque La Reja - 05-06

febrero 14, 2011

Espacialidad y temporalidad de los fenómenos de conciencia - Silo -




En vigilia activa, el yo se ubica en las zonas más externas del espacio de representación, “perdido” en los límites del tacto externo, pero si hago apercepción de algo que veo, el registro del yo sufre un corrimiento. En ese momento puedo decirme a mí mismo: “ veo desde mí al objeto externo y me registro adentro de mi cuerpo”. Aunque estoy conectado con el mundo externo por medio de los sentidos, existe una división de espacios y es en el interno donde me emplazo yo. Si posteriormente apercibo mi respiración, podré decirme a mí mismo: “experimento desde mí el movimiento de los pulmones, estoy adentro de mi cuerpo pero no adentro de mis pulmones”. Está claro que experimento una distancia entre el yo y los pulmones, no solamente porque al yo lo registro en la cabeza que está alejada de la caja torácica sino porque en todos los casos de percepción interna (como ocurre con un dolor de muelas o un dolor de cabeza), los fenómenos estarán siempre a “distancia” de mí como observador. Pero aquí no nos interesa esta “distancia” entre el observador y lo observado, sino la “distancia” desde el yo hacia el mundo externo y desde el yo hacia el mundo interno. Por cierto que podemos destacar matices muy sutiles en la variabilidad de las posiciones “espaciales” del yo, pero acá estamos resaltando las ubicaciones diametrales del yo en cada caso mencionado. Y, en esta descripción, podemos decir que el yo se puede ubicar en la interioridad del espacio de representación pero en los límites táctiles kinestésicos que dan noción del mundo externo y opuestamente, en los límites táctiles cenestésicos que dan noción del mundo interno . En todo caso, podemos usar la figura de una película bicóncava (como límite entre mundos), que se dilata o contrae y con ello focaliza o difumina el registro de los objetos externos o internos. La atención se dirige, más o menos intencionadamente, hacia los sentidos externos o internos en la vigilia y pierde el manejo de su dirección en el semisueño, el sueño y aún en la vigilia de los estados alterados, ya que en todos esos niveles y estados la reversibilidad es afectada por fenómenos y registros que se imponen a la conciencia. Es muy evidente que en la constitución del yo intervienen no solamente la memoria, la percepción y la representación, sino la posición de la atención en el espacio de representación. No se está hablando, por consiguiente, de un yo substancial sino de un epifenómeno de la actividad de la conciencia.

Este "yo-atención" parece cumplir con la función de coordinar las actividades de la conciencia con el propio cuerpo y con el mundo en general. Los registros del transcurrir y de la posición de los fenómenos mentales se imbrican en esta coordinación a la que se independiza de la misma coordinación. Y así, la metáfora del "yo" termina por cobrar identidad y “substancialidad” independizándose de la estructura de funciones de la conciencia.

Por otra parte, los reiterados registros y reconocimientos de la acción de la atención se van configurando en el ser humano muy tempranamente, a medida que el niño dispone de direcciones más o menos voluntarias hacia el mundo externo y el intracuerpo. Gradualmente, con el manejo del cuerpo y de ciertas funciones internas, se va robusteciendo la presencia puntual y también una copresencia en la que el registro del propio yo se constituye en concentrador y trasfondo de todas las actividades mentales. Estamos en presencia de esa gran ilusión de la conciencia a la que llamamos "Yo".

Debemos considerar ahora al emplazamiento del yo en los distintos niveles de conciencia. En vigilia el yo ocupa una posición central dada por la disponibilidad de la atención y de la reversibilidad. Esto varía considerablemente en el semisueño, cuando los impulsos que provienen de los sentidos externos tienden a debilitarse o fluctuar entre el mundo externo y una cenestesia generalizada. Durante el sueño con imágenes, el yo se internaliza. Es, por último, durante el sueño vegetativo cuando el registro del yo se esfuma . Las transformaciones de los impulsos en los ensueños vigílicos aparecen en las secuencias de asociaciones libres con numerosas traducciones alegóricas, simbólicas y signicas, que conforman el especial lenguaje de imágenes de la cenestesia. Por cierto, nos estamos refiriendo a las secuencias imaginarias sin control, propias de las vías asociativas y no a las construcciones imaginarias que siguen un desarrollo más o menos premeditado , o a las traducciones de los impulsos canalizados en las vías abstractivas que también se manifiestan como imágenes simbólicas y signicas. Los impulsos, transformándose en distintos niveles, también hacen variar el registro del yo en la profundidad o superficialidad del espacio de representación. Usando una figura, podemos señalar que los fenómenos psíquicos se registran siempre entre coordenadas “espaciales” x e y, pero también con respecto a z, siendo “z” la profundidad del registro en el espacio de representación. Desde luego, el registro de cualquier fenómeno se experimenta en la tridimensionalidad del espacio de representación (en cuanto a altura vertical, lateralidad horizontal y profundidad de los impulsos, conforme mayor externalidad o mayor interioridad), cosa que podemos comprobar al apercibir o representar impulsos provenientes del mundo externo, del intracuerpo, o de la memoria.

Sin complicarnos con descripciones propias de la Fenomenología, debemos considerar ahora algunos tópicos estudiados exhaustivamente por ella . Así, decimos que en vigilia los campos de presencia y copresencia permiten ubicar los fenómenos en sucesión temporal, estableciéndose la relación de hechos desde el momento actual en el que estoy emplazado, con los momentos anteriores de los que proviene el fluír de mi conciencia y con los posteriores hacia los que se lanza ese fluir. En todo caso, el instante presente es la barrera de la temporalidad y si bien no puedo dar razón de él porque al pensarlo solo cuento con la retención de lo ocurrido en la dinámica de mi conciencia, su aparente "fijeza" me permite ir hacia el "atrás" de los fenómenos que ya no son, o hacia el "adelante" de los fenómenos que todavía no son. Es en el horizonte de la temporalidad de la conciencia donde se inscribe todo acontecimiento. Y en el horizonte restringido que fija la presencia de actos y objetos, siempre estará actuando un campo de copresencia en el que se conectarán todos ellos.

A diferencia de lo que ocurre en el transcurrir del mundo físico, los hechos de conciencia no respetan la sucesión cronológica sino que regresan, perduran, se actualizan, se modifican y se futurizan, alterando al instante presente. El “instante presente” se estructura por el entrecruzamiento de la retención y de la protención. Ejemplificando: un acontecimiento doloroso imaginado a futuro, puede actuar sobre el presente del sujeto desviando la tendencia que llevaba su cuerpo en dirección a un objeto previamente querido. Así, las leyes que se cumplen en la espaciotemporalidad del mundo físico sufren un desvío considerable en los objetos y los actos mentales. Esta independencia del psiquismo, por “desviación” de las leyes físicas, hace recordar la idea de “clinamen” que presentara Epicuro para introducir la libertad en un mundo dominado por el mecanicismo .

Dando por comprendida la estructuralidad de la conciencia en la relación entre los “aparatos” y las diferentes vías por la que circula el impulso, podemos considerar a este en sus distintas transformaciones como el “átomo” básico de la actividad psíquica. Sin embargo, tal átomo no se presenta aislado sino en “trenes de impulsos”, en configuraciones que dan lugar a la percepción, al recuerdo y a la representación. De este modo, la inserción de lo psíquico en la espacialidad externa comienza por los impulsos que, convertidos en protenciones de imágenes kinestésicas, se desplazan hacia el exterior de la tridimensionalidad del espacio de representación moviendo al cuerpo. Es claro que las imágenes cenestésicas y las correspondientes a los sentidos externos actúan de modo auxiliar (como "señales compuestas"), en todo fenómeno en el que se va seleccionando y regulando la dirección e intensidad motriz. En definitiva, en ese fluir de impulsos relativos al tiempo y al espacio de conciencia, ocurren los primeros eventos que terminarán modificando al mundo.

No es ociosa aquí una reflexión general sobre los hechos en los que el psiquismo actúa desde y hacia su externidad. Para comenzar, observamos que los objetos materiales se presentan como espacialidad a la captación “táctil” de los sentidos externos que diferencian el corpúsculo, la onda, la molécula, la presión, la termicidad, etc. Para terminar, decimos que estas “impresiones”, o impulsos externos al psiquismo, ponen en marcha un sistema de interpretación y respuesta que no puede operar sino en un espacio interno.

Estamos afirmando del modo más amplio que por variación de impulsos entre “espacios”, el psiquismo es penetrado y penetra al mundo. No estamos hablando de circuitos cerrados entre estímulos y respuestas, sino de un sistema abierto y creciente que capta y actúa por acumulación y protención temporal. Por otra parte, esta “apertura” entre espacios no ocurre por franquear las barreras de una mónada sino porque la conciencia, ya en su origen, se constituye desde, en y para el mundo.

De: Conferencia sobre Psicología IV dada por SIlo en Pque. La Reja - 05/06

febrero 10, 2011

La Conciencia, la atención y el "yo" - Silo



Llamamos "conciencia" al aparato que coordina y estructura las sensaciones, las imágenes y los recuerdos del psiquismo humano. Por otra parte, no se puede ubicar a la conciencia en un lugar preciso del sistema nervioso central, o en algún punto y profundidad cortical o subcortical. Tampoco es el caso de confundir puntos de trabajo especializado, tales los casos de los “centros”, con estructuras de funcionamiento que se verifican en la totalidad del sistema nervioso.

Para una mayor claridad expositiva, designamos como "fenómenos conscientes" a todos los que ocurren en los diferentes niveles y estados de vigilia, semisueño y sueño, incluidos los subliminales (que suceden en el límite del registro de lo percibido, de lo representado y de lo recordado). Desde luego, al hablar de lo "subliminal", no nos estamos refiriendo a un supuesto "subconsciente" o "inconsciente". 

A menudo se confunde la conciencia con el "yo" cuando en realidad este no tiene una base corporal como ocurre con aquella a la que se puede ubicar como "aparato" registrador y coordinador del psiquismo humano. En su momento dijimos: "... Ese registro de la propia identidad de la conciencia está dado por los datos de sentidos y los datos de memoria más una peculiar configuración que otorga a la conciencia la ilusión de permanencia no obstante los continuos cambios que en ella se verifican. Esa configuración ilusoria de identidad y permanencia es el yo"[1].  En los estados alterados de conciencia se comprueba frecuentemente que esta se mantiene en vigilia al tiempo que determinados impulsos que deberían llegar a su registro han sido bloqueados, sufriendo la noción del yo una alteración o extrañamiento; se pierde reversibilidad, sentido crítico y a veces, las imágenes descontextualizadas toman "realidad" externa alucinatoria. En esa situación, el yo es registrado como emplazándose en zonas límites externos del espacio de representación y a cierta "distancia" del yo habitual. El sujeto se puede experimentar registrando y sintiendo fenómenos que provienen del mundo externo cuando en rigor, los fenómenos mencionados no son de percepción sino de representación. A estos fenómenos en los que la representación sustituye a la percepción y, por tanto, se los sitúa en un "espacio externo"  hacia cuyo límite se desplaza el yo, solemos llamarlos "proyecciones".


[1] Op. cit., La conciencia y el yo.

Extracto del libro "Apuntes de Psicología" Psicología IV - Silo

febrero 05, 2011

La Forma Pura - Silo

. Entonces no había lo existente ni lo no-existente.
. No había reino del aire, ni del cielo, más allá de él.
. ¿Qué había dentro y dónde? ¿Y qué daba amparo?
. ¿Había agua allí, insondable profundidad de agua?
. No había entonces muerte, ni había algo inmortal,
. no había allí ningún signo, que dividiera los días y las noches.
. Ese algo, sin aliento, respiraba por su propia naturaleza.
. Aparte de eso, no había nada.


(De “El Cántico de la Creación” - Vedas X, 129)





Habitualmente se relaciona a la forma con el modo de percepción visual.

Se sabe que las percepciones no sóIo son recibidas a través de la vista como sensaciones (estructuradas por la conciencia), sino que son recibidas por los otros sentidos.

De acuerdo a esto, las formas de los objetos pueden referirse tanto al color y la extensión como al sonido en general, al gusto, etc.También puede hablarse de la representación de las formas, mediante actos de memoria o actos imaginativos. Hay casos en que surgen formas que son representaciones de sensaciones internas, como sucede en los sueños y en numerosos ensueños.

Vistas así las cosas, formas son las estructuras de percepción (o de representación) y no, por cierto, las estructuras de los objetos.

De un mismo objeto pueden tenerse distintas formas según los canales de sensación usados, según la perspectiva con respecto a dicho objeto y según el tipo de estructuración que efectúe la conciencia. Una conciencia alterada, por ejemplo, altera las formas que entrega la conciencia normal en sus percepciones y representaciones habituales. Por lo tanto, no puede descuidarse la estructura de Ia conciencia al estudiar las formas.

Los diversos niveles de conciencia ponen, cada uno, su propio ámbito formal. Cada nivel (simplificando excesivamente), procede como estructura de ámbito característico que está ligado a formas también características.

Ejemplificando:

En el nivel de sueño profundo, los actos de raciocinio y en general, las largas secuencias lógicas están ausentes. Más bien, se encuentran allí actos de recuerdo y asociaciones exentos de crítica. En general, las asociaciones se multiplican a gran velocidad y las imágenes se funden o diferencian en secuencias imprevisibles. La conciencia del propio "yo" está ausente y uno mismo aparece corno visto desde "afuera" o en ocasiones visto en "otro" o en "lo otro".

La mecánica observada por algunas corrientes sicológicas es, en el sueño, bien comprobable. Allí aparecen los desplazamientos, las dramatizaciones, las elaboraciones secundarias, etc.

El tono emotivo que se asocia a las representaciones no necesariamente coincide del mismo modo que en el estado de vigilia. Así, imágenes que en vigilia provocarían temor, en el sueño resultan estimulantes y liberadoras o a Ia inversa: palabras o hechos insignificantes, cobran valor simbólico y poseen una carga emotiva desproporcionada con respecto a la mentación diaria.

El poder hipnótico de las formas oníricas es exagerado y tal cosa es posible por el bloqueo de los actos críticos y autocríticos; de los actos de raciocinio, que son los que permiten establecer parámetros, comparaciones y extraer consecuencias en la mentación ordinaria.

A Ia estructura de ese nivel de conciencia corresponden formas que están ligadas a recuerdos y a sensaciones, tanto externas como del propio cuerpo. Las sensaciones internas se amplifican considerablemente y se asocian a representaciones y tonos emotivos característicos.

Las formas de ese complejo "mundo" son las que emergen en la vitalidad difusa, no exentas, en ocasiones, de gran colorido, belleza y significado.

Las formas del sueño tienen real existencia sicológica, desplazándose muchas de ellas a niveles más conscientes, aunque perdiendo su poder sugestivo y su ubicación central. En ese sentido, no puede decirse que los sueños y sus formas sean irreales", ocurriendo que su realidad no es menor que la de contenidos de otros niveles de conciencia. Efectivamente, la "realidad" de la percepción vigílica no es mayor que la onírica.



En todo caso, las formas que emergen de la conciencia (cualquiera sea su nivel de trabajo), son reales compensaciones estructuradoras frente al estímulo... No decimos simplemente: "respuestas", al estímulo; decimos: "¡compensaciones estructuradoras!” El estímulo puede ser tanto una sensación, como una representación o un acto de raciocinio.

Hasta tanto no se tenga en claro que toda forma (no importa el nivel de trabajo de la conciencia), es una compensación estructuradora ante estímulos, no se descubrirá la relación que puede existir entre una figura geométrica racionalmente elaborada y una irracional forma simbólica u onírica.

La forma es el objeto del acto de compensación estructuradora.

El estímulo se convierte en forma cuando la conciencia lo estructura desde su nivel de trabajo. Así, un mismo estímulo se traduce en formas distintas según respuestas estructuradoras de distintos niveles de conciencia.

Siguiendo esta línea de pensamiento, podernos afirmar que los diferentes niveles de conciencia, cumplen con la función de compensar estructuradamente al mundo, entendiendo en este caso a "mundo" como la suma de.sensaciones, representaciones, etc., que provienen (o han provenido), desde el exterior, por vía sensorial.



Existen actos de conciencia que no son (originariamente) completados por formas. Esa suerte de actos puros en busca del objeto que los complete (y que haga surgir la forrna correspondiente), está en la base del recuerdo.

Así, es fácil reconocer el característico trabajo de evocación hasta que la conciencia "encuentra" el objeto evocado y se detiene en la "búsqueda", al ser completada por la forma correspondiente.

Más ilustrativo puede resultar este otro caso de evocación: una persona sale de un lugar, con la sensación de haber olvidado algo. Los actos evocantes se dirigen a distintos ámbitos mentales trabajando por "descarte” de las representaciones que surgen y que se reconocen como no adecuadas. El acto en busca de su objeto, rechaza toda forma que no corresponda a su propio ámbito. En este caso, el sujeto reconoce la sensación de "pérdida" u "olvido" por la falta de implesión del acto con un objeto y no cesa esa difusa "angustia", hasta que emerge la verdadera forma, como objeto del acto de compensación estructuradora.

Haciendo una corta disgresión, se advertirá que el núcleo de ensuefio no es una forma o imagen representada, sino precisamente toda la estructura mental trabajando en compensación estructuradora frente a la masa de estimulos, con su tono característico en cada ser humano.

Cuando la conciencia completa su acto de búsqueda, da con el núcleo y éste aparece como forma, como imágen, quedando eliminada la angustia que provoca ese formidable acicate del núcleo de ensueflo.

Pero cuando el núcleo queda formalizado, cuando el acto se ha completado, una nueva búsqueda comienza a desarrollarse.

Los "arquetipos" que mencionan algunas corrientes sicológicas no son sino esos núcleos de ensueño ya completados como forma y por tanto, superados por la conciencia en marcha.

¡Curiosa paradoja!, los arquetipos dejan de actuar cuando son formalizados como tales, mientras que antes de dar con ellos no son arquetipos sino imágenes o formas que no satisfacen del todo; formas difusas, no completadas totalmente.

Proyectando estas ideas a un ámbito mayor, se comprenderá cómo la mecánica total de la conciencia busca completarse en un objeto definitivo... allí surgen las diversas formas de la inmortalidad, que jamás se cumplen, porque la conciencia no puede ser completada totalmente en transcurrir. La inmortalidad está fuera del tiempo, es Ia forma de la compensación estructuradora total.

No basta entonces, con inferir ingenuamente que la búsqueda de la inmortalidad sea una fuga de la realidad cotidiana. La busqueda de la inmortalidad está en la estructura dinámica de la conciencia que en su proceso y en su historia, va completando sus pasos con dioses provisorios, con angustiosos arquetipos que se derrumban de edad en edad.

En numerosas leyendas se busca el "don" de Ia felicidad, se transita por desiertos, cavernas, montañas y mares; se consulta a sabios y a magos, se lucha contra fuerzas y monstruos, para dar con ese imponderable que tiene el sabor de recuerdo, el mismo recuerdo de un Paraíso perdido, el mismo sabor de extrañamiento y pena, que se desliza en el corazón de los hombres grandes, semidioses caídos de su patria oscuramente recordada.

He ahí en proyección la estructura del acto en busca de su objeto, propia del mecanismo de evocación, pero lanzada hacia el futuro. No es extraño encontrar entonces en muchas teorías de futuro ultramundano, la idea del recuerdo, del reencuentro con el pasado o de la línea que originándose en un punto, regresa a él, transitando hacia el futuro, describiendo un círculo.



Volviendo a nuestro cauce y ya en un nuevo nivel de conciencia, vemos emerger nuevas fomas. En el semi-sueño, muchas formas propias del estado anterior pueden ser racionalizadas y pierden su poder sugestivo, salvo en el caso de algunas ilusiones y alucinaciones fugaces.

En el nivel de vigilia ordinaria, las formas oníricas no desaparecen completamente, pero dejan de ocupar totalmente la conciencia y emergen amortiguadas, sin ocupar la posición central de la mentación. Los ensueños secundarios propios de este nivel, se manifiestan con sus formas típicas, como resultado de compensaciones estructuradoras frente a los estímulos cotidianos.

En vigilia, nuevas formas denotan el cambio de nivel de trabajo. Las formas mismas, se relacionan con mayor lógica. Los símbolos pueden ser racionalizados y sintetizar largas cadenas de ideas. Surgen las formas abstractas de tipo matemático y estas expresiones poseen significado más o menos fijo. Esto permite que las ciencias tengan su orden en expresión y significado, que el lenguaje sea un sistema de signos para la transmisión ordenada de ideas y que los gestos -en sentido amplio- de los hombres sean factores de comunicación entre ellos.

En el nivel de conciencia de Sí, los ensuenos secundarios tienden a desaparecer, ciclando en intensidad, emergiendo o evanesciéndose de acuerdo a la intensidad del estado logrado. Las formas características de este nivel no difieren sensiblemente del estado anterior, salvo en lo que hace a la liberación del poder sugestivo de los ensueños secundarios y de los estímulos ambientales en general.

En conciencia de Sí, va emergiendo un tono general de autoobservación que se caracteriza por el descubrimiento de las formas mentales, las formas de los actos de conciencia y la capacidad para comprender mecanismos internos que tienen su forma más o menos abstracta y que se experimentan aun cuando no aparezcan como imágenes o representaciones.

Niveles de trabajo de conciencia objetiva brotan cuando en pasos reflexivos (como sucede en Meditación Trascendental) o súbitamente, se experimenta que la conciencia y el mundo no están relacionados simplemente, sino que forman una real y verdadera estructura, que en realidad es objetiva porque Ia conciencia es real y coincide con el mundo sin distorsionarlo. Las formas de este nivel no son representables, de allí que el lenguaje sea inadecuado para la transmisión de tales experiencias.

Algunas de esas formas, plasmadas en símbolos, constituyen intentos de transmisión del sistema de relaciones, estructuras y composiciones, propios del nivel de conciencia objetiva. Cuando esas formas (traducidas al sentido visual geométrico o al auditivo mediante la música o el poema) son explicadas, debe verse en ellas simplemente un acercamiento a formas no representables y trascenderlas de todo fetichismo, operando de tal modo que las relaciones representadas (al principio burdas como los ejercicios infantiles) se independicen de toda figura y de toda noción de "utilidad" en la investigación de los fenómenos.

El trabajo con "máquinas" y la aplicación de esas formas-artificios al mundo de los fenómenos, puede resultar más o menos eficaz si las cosas van coincidiendo y en ese sentido, el esfuerzo por cotejar estructuradamente los fenómenos con esas formas, da pericia y amplía el sistema de relaciones. Siempre y cuando (es bueno repetirlo), se evanezca el sentimiento fetichista que se experimenta en el manejo de símbolos y figuras y se comprenda a esas masas de relaciones, estructuras y composiciones, como formas "caídas", corno caricaturas de formas objetivas.

La forma pura no es representable; no obstante, se experimenta como el objeto del acto de compensación estructurador de la conciencia en el mundo; se experimenta como la misma realidad trascendente al transcurrir.

Esta forma posee los atributos del plano de la “Inmortalidad", correspondiendo a la conciencia-trascendida-en-reposo-completo.

Desde el comienzo nos hemos referido a las formas emergiendo en niveles diversos de conciencia y el desarrollo efectuado se ha hecho desde el punto de vista sicológico. No debe suponerse, sin embargo, que los fenómenos de conciencia y las formas que les corresponden estén encerrados en ese ámbito. Se exige, para una buena comprensión de todo ésto, una explicación estructurada de los fenómenos fisiológicos en los que se asienta la actividad de la conciencia.

Las explicaciones más interesantes serán, sin duda, las bioenergéticas. Y cuando a nivel de forma pura o tocando experiencias trascendentales, la bioenergética no baste, servirá de apoyo para entrar en los dominios de Ia energética pura.

Para concluír, diremos que partiendo de las experiencias de la forma pura, se estructura el sistema de Morfología o Poética Mayor y se enuncian los principios generales y leyes de todo el sistema de pensamiento que nos permite acercarnos a la verdadera Realidad.

febrero 03, 2011

Fundamentos del Pensar - Silo



A. SUPUESTOS
Ante el fenómeno, la conciencia estructura. La estructuración del pensar denota la concomitancia entre fenómeno y conciencia. Por tanto, el fenómeno (en cuanto experiencia) está encuadrado por el interés de la conciencia. Desde luego, puede decirse que el interés queda encuadrado por el fenómeno, lo cual es también válido.

La estructura fenómeno-conciencia es dinámica, por tanto también lo es el sistema de intereses
puestos en distintos tiempos.

De la variabilidad de los intereses puede abstraerse el “momento” del pensar.
Se habla entonces del “momento del pensar” cuando se fija un interés.

La fijación de un interés es, desde luego, un grado de determinación del pensar. Es ese grado de determinación del pensar el que pone los “límites”, el que fija los ámbitos que pueden o no estar explícitamente manifestados.

“Interés” y “ámbito” son propios de la abstracción del pensar frente a la movilidad del fenómeno-conciencia.

La fijación de interés y ámbito es, por cierto, diferencial; es relacionadora entre las diferencias, y es sintetizadora de las relaciones efectuadas entre las diferencias.

Fijar un interés o fijar un ámbito es antes que nada: diferenciar.

Las diferencias guardan relación ambital, se relacionan por cuanto están en un ámbito fijado, siendo la relación también efectuada por diferencias.

Si se dijera, por ejemplo, que de acuerdo a esto, la relación A = A no procede por diferencia, habría que destacar: 1º. que hay un ámbito de relación fijado dado por la igualdad (no la adición, ni otra relación), lo cual desde ya procede por diferencias con otros ámbitos; 2º. en cuanto a la entidad A que se relaciona consigo misma y a la cual se le asigna “identidad”, tal cosa es posible porque se la diferencia de otras entidades (B, C, D, etc.); 3º. A, como primer término de la relación, aparece como idéntico a sí mismo sólo si se lo piensa como “momento” del pensar, y en tanto se lo diferencie de otro momento. De acuerdo a esto, aun la relación de identidad aparece como diferencia entre términos para el pensar. Se separan las diferencias de los actos del pensar (diferencia de la diferencia) y se establece la relación entre términos que es, a su vez, diferencia ante otro tipo de relación y diferencia en cuanto a otros términos de la relación.

La síntesis establecida del modo: A = A, surge como diferencia de los otros momentos del pensar y como nuevo ámbito diferencial que pone el pensar.

La síntesis asume las diferencias de la relación, estructurándolas ponderativamente, por tanto diferenciando a las diferencias que no coinciden con el nuevo ámbito que ponen.

Es la diferencia entre los momentos del pensar la que permite establecer igualdades en un nuevo momento del pensar.

La movilidad estructuradora de la conciencia la habilita para ampliar sus intereses, para incorporar nuevos fenómenos para su comprensión y para diferenciar nuevamente en niveles más complejamente estructurados.

La movilidad de la conciencia se explica solamente en tanto estructura con el mundo y en cuanto diferencia y relación en tal estructura, lo cual, además, nos evidencia la ampliación creciente de tal estructura.

Si ahora se considera al fenómeno en general (incluso a la estructura conciencia-mundo como fenómeno) es evidente que sólo puede apreciarse la movilidad y en ella sólo “momentos” de detenimiento, que pueden reducirse a variaciones en el transcurrir, diferencias en el transcurrir.

La diferencia más amplia en la abstracción del transcurrir del fenómeno es el concepto de “Ser”. El “no-Ser” surge como diferencia de la diferencia más amplia. Ser y No-Ser aparecen como atemporales y en ello se delatan como momentos abstractivos máximos.

Por tanto, cuando se habla del ”Ser”, debe destacarse que en términos lógicos se está haciendo referencia a una abstracción, y que en términos psicológicos se está mencionando al “objeto” más amplio de compensación estructuradora de la conciencia en el mundo.

Las abstracciones más amplias se refieren al Ser y su comportamiento da lugar a lo que se enuncia como Fundamentos o Principios del pensar lógico.

En base a los Principios aceptados se formulan Leyes Generales que deben tener, obviamente, menos amplitud que los Principios, aunque la mayor extensión posible a fin de ser aplicadas a los fenómenos más diversos. Los Principios y las Leyes Universales deben servir al fundamento y desarrollo de la Ciencia.

En cuanto al Método, es ocioso discutir aquí la deducción, la inducción, etc. como insatisfactorias y no coincidentes con las operaciones del pensar lógico estructural riguroso. Veamos en cambio el Método Estructural, basado en el comportamiento de la estructura fenómeno-experiencia, que es un modo diferente de referirse al Método en tanto expresión de lo real. El Método no es sólo un encuadre formal que sirve para ordenar el pensamiento frente a un problema dado, sino que es expresión de la dinámica estructural de la realidad.

El Método, por último, está movido como realidad misma por el fenómeno que se da en el momento temporal y en la extensión.

Extensión y momento sirven de encuadre al fenómeno.

En la aplicación del Método, el interés fija el ámbito y la conciencia analiza, complementa y sintetiza, siendo el interés movido, a su vez, por la relación conciencia-fenómeno.
Todo fenómeno en proceso va operando (al igual que el Método) por diferencias internas, por relaciones entre las diferencias y por síntesis más complejas, eliminando los elementos de cualidad inferior.


Enunciemos ahora los Principios, las Leyes y el Método.

B. PRINCIPIOS
1º Principio de Experiencia: No hay Ser sin manifestación.
2º Principio de Graduación: El Ser y el no-Ser admiten grados diferentes de probabilidad y certeza.
3º Principio de No-contradicción: Es imposible que el Ser sea y no sea en el mismo momento y con el mismo sentido.
4º Principio de Variabilidad: El Ser es y no es idéntico a sí mismo, según se lo considere como momento o como proceso.

C. LEYES
1ª Ley de Estructura: Nada está aislado sino relacionado dinámicamente con otros seres dentro de ámbitos condicionantes.
2ª Ley de Concomitancia: Todo proceso está determinado por relaciones de simultaneidad con procesos del mismo ámbito.
3ª Ley de Ciclo: Todo está en evolución y va de lo simple a lo complejo según ritmos cíclicos.
4ª Ley de Superación: Las síntesis de procesos asumen las diferencias anteriores, eliminando los elementos cualitativamente no aceptables para pasos más complejos.

D. MÉTODO
El Método es un encuadre formal que sirve para ordenar el pensamiento frente a un objeto dado, siendo su fundamento la dinámica estructural de la realidad.
El primer paso del Método exige la determinación del punto de interés sobre el objeto (diferencia del objeto con respecto a otros = fijación del ámbito); procediéndose luego a estudiar los elementos compositivos del objeto (diferencia interna = diferenciación); la relación de los elementos compositivos entre sí (relación entre las diferencias = complementación), y por último, la manifestación del mismo objeto (dinámica o manifestación estructural = síntesis)… (de dónde viene, a dónde va o cómo se presenta).
Punto de interés, composición, relación y manifestación son los aspectos y pasos a tener en cuenta en el ejercicio del Método.


Escrito realizado por Silo en Corfú, Grecia en Julio de 1975