agosto 07, 2012

Accidente y Destino - Silo


Accidente y Destino

Extracto de "Silo y la Liberación" - H. Van Doren.




Se afirma que el hombre está sometido de continuo a accidentes. Desde las primeras percepciones que lo van grabando y que llegan a él con la variación de circunstancias que no controla, hasta sus proyectos que se van modificando de continuo por cambios en el medio y en su propia maquinaria.

De hecho, se piensa en una dirección, se siente en otra y se actúa en otra diferente.

Esta contradicción interna hace que el hombre traicione de continuo sus propósitos y termine por mentir a los demás y mentirse a sí mismo.

Sabemos que la contradicción está ya en el mal trabajo de los centros, en el reemplazo de la actividad de uno por la actividad de otro y en las pésimas grabaciones producto de una mala educación y de percepciones discordantes.

Es comprensible que esta accidentalidad básica no pueda originar una conducta clara y controlable.

Si los proyectos o simplemente las intenciones están regidos por ensueños contradictorios, no podrán tener permanencia y sufrirán desvíos proporcionales al surgimiento de nuevas circunstancias.

Son pues las circunstancias externas las que variando los estímulos, modifican de continuo las intenciones humanas.

Sin embargo, el núcleo de ensueño permite cierta estabilidad y cierta dirección. Pero tratándose al fin de cuentas de un ensueño, no coincide nunca con las circunstancias reales...

El hombre va tras su ensueño sin alcanzarlo nunca, como el sediento expedicionario va tras su espejismo.

La contradicción interna y el no acuerdo del ensueño con la realidad provocan desvíos o accidentes en todo lo planeado. Ningún hombre está a salvo de los accidentes por muchos recaudos que tome.

Este vivir de accidente en accidente va generando sentimientos de frustración que se expresan en agresividad. Un nuevo desvío y una nueva frustración y por tanto, una nueva grabación de fracaso. La agresividad va en aumento en individuos, en pueblos y en civilizaciones.

Los hombres no pueden detener sus impulsos agresivos ni los procesos de destrucción solamente con buenas intenciones, porque éstas varían de continuo.

Sin libertad alguna y sometido al juego de accidentes, el individuo va sirviendo solamente al desarrollo de la especie movido por sus ensueños y desplegando la capacidad de trabajo de sus diversos centros.

El Arte, la Filosofía, la Religión, el desarrollo social, científico y técnico; en suma: la civilización humana, va reflejando en cada etapa el estado de las circunstancias.

El progreso se verifica por la acumulación de trabajo de generación tras generación, pero básicamente el hombre sigue siendo un autómata al servicio de la especie.

Se explica en la escuela, que formar la propia esencia es forjarse un Destino. Quien está en el Trabajo debe comprender su biografía observando cómo su vida hasta ese momento es un conjunto de repeticiones y de accidentes.

La idea que los accidentes se repiten con cierta ciclicidad permite advertir un ritmo. De este modo existe la posibilidad de prever no los accidentes en sí, pero por lo menos sus ritmos.

Un hombre automático podría llegar a determinarlos, pero de nada le serviría ya que no ha forjado un Destino. ¿Qué utilidad puede tener saber que uno está cayendo en el abismo si no puede detenerse?

Cada centro tiene su velocidad particular y su ritmo. Por ello puede calcularse el momento de mayor armonía o a la inversa. Momentos de inarmonía pronunciados provocan el accidente sicológico. A veces, aunque las circunstancias sean adversas, la contrariedad es sobrellevada con entereza porque los centros se hallan en relación armónica.

A esta técnica de determinación, se la llama «bio ritmo». Ella explica la fórmula: «el hombre no puede hacer nada, sino que todo le sucede».




abril 16, 2012

¿Que es hoy el Movimiento Humanista? - Silo






¿Acaso un refugio frente a esta crisis general del Sistema en que vivimos?
¿Será, tal vez, una crítica sostenida a un mundo que se deshumaniza día a día?
¿Será un nuevo lenguaje y un nuevo paradigma, una nueva interpretación del mundo y un nuevo paisaje?

¿Representará una corriente ideológica o política; una nueva estética, una nueva escala de valores?
¿Consistirá en una nueva espiritualidad, en una acción destinada a rescatar lo subjetivo y lo diverso en la acción concreta?

¿El Movimiento será la expresión de una lucha a favor de los desposeídos, de los abandonados y los perseguidos, será la manifestación de los que sienten la monstruosidad de que los seres humanos no tengan los mismos derechos ni las mismas oportunidades?

El Movimiento es todo eso y mucho más…

El Movimiento es la expresión práctica del ideal de Humanizar la Tierra y es la aspiración de dirigirse hacia una Nación Humana Universal.
Es el germen de una nueva cultura en esta civilización que se hace planetaria y que tendrá que cambiar su rumbo, admitiendo y valorando las diversidades y dando a todo ser humano, por la dignidad que se merece, por el simple hecho de nacer, iguales derechos e idénticas oportunidades.

El Movimiento Humanista es la manifestación externa de los profundos cambios que se están operando en el interior del ser humano y que son la historia misma: trágica, desconcertante, pero siempre en crecimiento.
Es una débil voz adelantada que anuncia los tiempos que están más allá del ser humanoque hemos conocido.
Es una poesía y un arco de colores diversos.
Es un David frente a un insolente Goliat.

Es la suavidad del agua frente a la dureza de la roca.
Es la fuerza de lo débil: una paradoja y un Destino.

Amigos míos, aún cuando no logremos inmediatamente los resultados que esperamos, esta semilla ya existe y espera la llegada de los tiempos venideros.
Para todos y de corazón a corazón, el deseo fervoroso del cambio social que se avecina y la esperanza del silencioso cambio que más allá de toda compulsión, más allá de toda impaciencia, más allá de toda aspiración violenta, más allá de toda culpa y de todo sentimiento de fracaso, ya anida en la íntima profundidad de muchos humanistas.

 Buenos Aires - 4 de Enero de 1998 - Estadio Obras Sanitarias

 

SGyP 

marzo 26, 2012

Diferencias y Complementos - Silo




Mendoza - 18.07.74

En torno al adecuado tratamiento de las diferencias y los complementos


     En todo proceso dinámico las diferencias son importantes. De hecho, en las relaciones humanas cuando éstas se sintetizan, cuando no hay intercambio ni diferencias, el proceso se detiene. Las diferencias son importantes. Ahora bien, por el tipo de sistema en el que estamos incluidos, las diferencias son consideradas antitéticas (antagónicas). La misma idea de verdad, es diferenciada por la de falsedad. Verdad y Falsedad aparecen como antagónicas y universales. De ese modo, alguien que tiene "La Verdad" se opone a otro que está sumergido en "La Falsedad" y ambos no pueden avanzar ni complementarse si conservan tal punto de vista universal, antagónico y exclusivo. Nosotros sabemos que las cosas no son así, de ningún modo.

     Lo dicho con respecto a los criterios de verdad y falsedad, vale también para otros criterios. Tomemos por ejemplo la idea de "eficacia". Si A es eficaz y se opone a B, aparece como evidente que B no es eficaz, cosa que, como sabemos, no es exactamente así.

     Esto que vamos conversando puede muy bien ser aplicado a todos los criterios que se ventilan en las relaciones humanas.

     Tomemos por ejemplo, la diferenciación que debe darse entre los elementos más antiguos y los más nuevos en el Movimiento. Tales diferencias son necesarias como es necesaria la superación de lo viejo por lo nuevo, pero debemos recordar en todos los casos que los factores progresivos de los elementos más antiguos pasan y se incorporan al momento nuevo posterior permitiendo de ese modo la continuidad de los procesos progresivos. Son los elementos regresivos de la etapa anterior los que quedan desplazados, del mismo modo que también elementos nuevos no pueden integrarse al proceso porque no son homogéneos con él.

     Si observamos las cosas de distintos puntos de vista, nos encontramos con que, para un antiguo, una persona nueva en una determinada actividad, carece de experiencia y de conocimiento global de los problemas, carece además de información y sin tal información no puede actuar coherentemente.

     Para la persona nueva, en cambio, el más antiguo ha perdido fuego, está atascado en etapas anteriores del proceso y concentra la información de tal modo que al no enterarse los demás acerca de cómo funcionan los mecanismos se mantiene en una situación irreemplazable.

     Si la verdad fuera única y exclusiva, sólo una de las dos posturas sería verdadera y la otra falsa. Sabemos que no es así. Por lo contrario, ambas posturas tienen su grado de verdad y falsedad, con lo cual advertimos que los dos puntos de vista pueden ser complementados en un paso posterior progresivo.

     Puede tenerse en cuenta que si el proceso ha llegado hasta el momento de incorporación de nuevos elementos es gracias a los antiguos que lo han posibilitado con su trabajo. Allí hay muchas horas-hombre invertidas, muchos desvelos, mucha lucha anterior acumulada, mucha incomprensión del medio (tal lo que ha sucedido en nuestro caso en el que elementos precursores fueron encarcelados, vituperados, perseguidos, excluidos de sus familias, de sus trabajos, etc.). Por último, esos más antiguos son los que han llamado con total desinterés y olvido de beneficios personales, a los nuevos elementos para que se incorporaran a la empresa común.

     Pero si el proceso continúa y se desarrolla por muchas fronteras y distancias es gracias a que nuevos elementos están resonando con más facilidad, con mayor comprensión que en momentos anteriores. Son los nuevos elementos los que van empujando con su fuego el desarrollo del proceso.

     Ese ángulo que tiende a abrirse cada vez más exige la adecuación de todo el Movimiento al proceso. Ustedes deberían tener en cuenta que 10 personas establecen entre sí, 99 relaciones de un mismo tipo (cuando cada uno ha dado la mano a todos los otros, se han producido 99 estrechones de mano). De acuerdo a esto, 2.000 personas, establecen entre sí (en el caso de estar juntas y estrechar las manos) casi 4 millones de relaciones. Si en lugar de estar todas juntas, se organizan en grupos el número de relaciones disminuye considerablemente. Bien, a ese factor desorden que va en un aumento mayor que el simple aumento de componentes le llamamos "entropía". Nuestro problema es el aumento de número y la estabilidad de la entropía. Porque claro está que al aumento de entropía corresponde la distorsión y anulación de la información. ¿Qué va a pasar cuando en número de componentes llegue a un millón y que además esté diseminado por el mundo? La cosa es muy interesante... Para todo ello debemos cualificar, informar y participar sacando cada vez los aparatos que fueran necesarios y eliminando los desgastados. Porque han de saber, que los aparatos inadecuados también meten ruido en el proceso general (también son factor de entropía y por eso le llamamos a ese fenómeno "frenos de aparatos").

     Los nuevos elementos y los antiguos deben estar adecuadamente mezclados y en complemento para aprovechar al máximo los factores progresivos generales.

     Como el crecimiento es siempre el mismo (como factor multiplicativo aunque no como número que crece cada vez más) y los nuevos factores van superando velozmente a los más antiguos, debemos informar y cualificar lo más velozmente posible a los más nuevos, a fin de que no se desproporcione la comprensión global. Para ello, habrá que buscar siempre los mecanismos más simples, con el menor recorrido de circuito y con la menor posibilidad de burocratización. La burocracia es una superestructura sintética que atenta contra el desarrollo. Tal superestructura no puede independizarse como sucede en todas las organizaciones humanas sino que siempre debe estar supervisada y dirigida por el Movimiento, al cual debe rendir cuenta. Desde luego, que elementos burocráticos son imprescindibles, ya que nos movemos en relación al sistema y para eso es necesario que existan adecuadas administraciones de los aparatos para lo cual siempre será necesaria la ayuda de gente muy ordenada y conocedora de la materia. Alguien con mentalidad de Trabajo y de Movimiento puede cumplir muy bien con esa pesada carga burocrática disminuyendo al mínimo posible la cantidad de colaboradores para no restarlos a otros trabajos y para no aumentar la entropía de los aparatos (que tienen su propio ruido). Pocos individuos aunque muy capaces, es la idea. Porque no se trata de cualificar en los aparatos, se trata de cualificar en el Movimiento en general y no podemos dejar que se produzcan diferencias artificiales entre superestructura y base organizativa (entre aparatos y Movimiento). Es claro que siempre está pendiente el problema del reemplazo en los aparatos y es bueno que siempre haya allí gente nueva capacitándose, pero siempre en proporción a los que están trabajando en sus funciones. Es más no se capacita allí quien no trabaja efectivamente al lado de alguien con más experiencia hasta que pueda, efectivamente, reemplazarlo.

     El adecuado tratamiento de las diferencias entre factores antiguos y nuevos; entre base organizativa y superestructuras; entre ideología y Doctrina, sólo se resuelve a nivel de visión global y de complemento de puntos de vista.

     Su comprensión es más fresca, menos esquemática, más desprejuiciada, absolutamente intuitiva y con un sentimiento más desarrollado de la cosa compartida, buena para uno mismo y para toda la humanidad en la que no debe haber diferencias sino oportunidades iguales.

     Estos dos puntos de vista son complementarios y permiten la formación de una síntesis posterior que, en su momento, deberá ser removida para lograr la ampliación del proceso.

     A nosotros nos importa la circulación de la información a todos los que comparten este proceso con nosotros (aún a los que no lo comparten) y la participación de todos los que trabajan con nosotros.

     En tal sentido, debemos procurar que todo "taponamiento" de información desaparezca. No debe creerse tampoco que el "taponamiento" se produce por mala voluntad de determinados individuos, no, habrá algún caso perdido por allí, pero eso no es lo importante. El taponamiento se produce por razones mecánicas. Se produce porque a mí me llega la información y yo puedo llegar a unos cuantos pero no a todos y así sucede con los otros, resultando al final que la información se deformó en el camino y en otros casos no llegó a muchos que entonces quedaron "descolgados". El problema es mecánico y debe resolverse mecánicamente. A medida que se amplía el número de participantes el problema se va a agravar (y ni pensemos en lo que sucede si además del número aumenta la distancia entre los componentes). Así debemos ir adecuando las cosas de manera que aumente la participación y aumente la información y eso debemos resolverlo organizativamente. Pero bien sabemos que la posibilidad de funcionamiento de tal organización en la que participación e información sean máximas, dependerá básicamente de la organización interna de cada componente y para ello, no debemos dejar de cualificar a los componentes (sean antiguos o nuevos).

     Saltando de plano, es bueno considerar la relación entre la organización y el Trabajo. Parece que podemos hacer coincidir ambas cosas en un punto. Me refiero al grupo. El grupo es, básicamente, el ámbito de trabajo más adecuado y al mismo tiempo la unidad organizativa desde la que debe decidirse todo lo referente a la organización. En los grupos, por lo tanto, básicamente se trabaja y se estudia, pero desde allí también debe partir la conducción del Movimiento. Como el número va a a aumentar progresivamente y con él los grupos, deben buscarse mecanismos cada vez más simples (no más complejos), mecanismos cada vez más simples para que información y participación aumenten eliminando distorsiones. Todos los componentes deben estar representados, pero también deben estar cada vez más informados porque sin esto la representatividad no tiene real valer.

     De todas maneras, lo sustantivo es el Trabajo (ya que para eso sirve el Movimiento) y lo secundario es lo organizativo, pero sucede que sin organización adecuada el Trabajo mismo se enlentece y se pierden oportunidades de desarrollo. En ese sentido, los aparatos son al Movimiento lo que el Movimiento es al Trabajo. En ningún caso puede haber dialéctica entre aparatos y Movimiento ya que los aparatos son ocasionales y se han elaborado para el mejor desarrollo del Movimiento. Es el Movimiento (y en última instancia son los grupos quienes deben decidir el rumbo de los aparatos). Los aparatos son superestructuras que dependen de la base humana y material del Movimiento. Está claro que no podemos confundir las cosas.

     Volviendo a nuestro tema inicial, debemos por tanto tratar adecuadamente las diferencias complementando tiempos en un proceso general progresivo en donde los nuevos elementos tengan de inmediato posibilidad de información, participación y por lo tanto, decisión.

     La complejidad va a acentuarse cada día ya que seguimos trepando la curva de crecimiento del 70% anual. De ese modo, si ustedes toman por ejemplo el número 2000 y lo van multiplicando año por año por 1,7 se van a ir encontrando con un ingreso muy veloz de nuevos elementos y con una desproporción entre ese número y los recursos organizativos.



SGyP 

marzo 16, 2012

La Acción Válida - Silo


 

 

LA ACCIÓN VÁLIDA



¿Cuál es la acción válida? A esta pregunta se ha respondido, o se ha tratado de responder, de distintos modos y casi siempre teniendo en cuenta la bondad o la maldad de la acción. Se ha tratado de responder a lo válido de la acción. Es decir, se han dado respuestas a lo que desde antiguo ha sido conocido como lo ético o lo moral. Durante muchos años nos preocupamos por consultar acerca de qué era lo moral, qué era lo inmoral, lo bueno y lo malo. Pero básicamente, nos interesó saber qué era lo válido en la acción. Nos fueron respondiendo de distinto modo. Hubo respuestas religiosas, hubo respuestas jurídicas, hubo respuestas ideológicas. En todas esas respuestas, se nos decía que las personas debían hacer las cosas de un modo y también evitar hacer las cosas de otro modo. Para nosotros era muy importante obtener una clara respuesta sobre este punto. Era de mucha importancia por cuanto el quehacer humano, según tenga una dirección o tenga otra, desarrolla también una forma de vida distinta. Todo se acomoda en la vida humana según la dirección. Si mi dirección al futuro es de un tipo, mi presente se acomoda también a él. De manera que estas preguntas en torno a lo válido, lo inválido, lo bueno, lo malo, afectan no solo al futuro del ser humano, sino que afectan su presente. Afectan no solo al individuo, afectan a los conjuntos humanos, afectan a los pueblos.

Diferentes posturas religiosas daban su solución. Así pues, para los creyentes de determinadas religiones, había que cumplir con ciertas leyes, con ciertos preceptos, inspirados por Dios. Eso era válido para los creyentes de esas religiones. Es más: distintas religiones daban distintos preceptos. Algunas indicaban que no debía realizarse determinadas acciones, para evitar cierta vuelta de los acontecimientos; otras religiones lo indicaban para evitar un infierno. Y a veces no coincidían tampoco estas religiones que en principio eran universales; no coincidían en sus preceptos y en sus mandatos. Pero lo más preocupante de todo esto, consistía en que que ocurría en áreas del mundo donde muchísimos de esos habitantes, no podían cumplir, aún queriendo de muy buena fe, no podían cumplir con esos preceptos, con esos mandamientos, porque no los sentían. De manera que los no creyentes -que también para las religiones son hijos de Dios-, no podían cumplir esos mandatos, como si estuvieran dejados de esa mano de Dios. Una religión, si es universal, debe serlo no porque ocupe geográficamente el mundo. Básicamente debe ser universal porque ocupe el corazón del ser humano, independientemente de su condición, independientemente de su latitud. Así pues, las religiones, en su respuesta ética, nos presentaban ciertas dificultades.

Consultamos entonces a otros formadores de conducta: los sistemas jurídicos. Estos son formadores, son moldeadores de conducta. Los sistemas jurídicos establecen de algún modo, aquello que debe hacerse o debe evitarse en el comportamiento de relación, en el comportamiento social. Existen códigos de todo tipo para reglar las relaciones. Hay hasta códigos penales, que preveen la punición para determinados delitos, es decir para comportamientos considerados no sociales, o asociales, o antisociales. Los sistemas jurídicos también han tratado de dar su respuesta a la conducta humana, en lo que hace al buen o mal comportamiento. Y así como las religiones han dado su respuesta, y está bien, y está bien para sus creyentes, también los sistemas jurídicos han dado su respuesta y está bien para un momento histórico dado, está bien para un tipo de organización social dado, pero nada dice al individuo que debe cumplir con una determinada conducta. Porque la gente razonable, sin duda advierte que es interesante que exista una regulación de la conducta social, a fin de evitar un caos total. Pero esta es una técnica de organización social, no es una justificación de la moral. Y por cierto que según su desarrollo y según su concepción, las distintas comunidades humanas tienen normas de conducta jurídicamente regladas, que a veces se oponen. Los sistemas jurídicos no tienen validez universal. Sirven para un momento, para un tipo de estructura, pero no sirven para todos los seres humanos, ni sirven para todos los momentos y todas las latitudes; y lo más importante de todo, nada dicen al individuo acerca de lo bueno y lo malo.

También consultamos a las ideologías. Las ideologías son más amigas de los desarrollos y bastante más vistosas en sus explicaciones, que los chatos sistemas legales, o tal vez que los preceptos o las leyes traídas desde las alturas. Algunas doctrinas explicaban que el ser humano es una suerte de animal rapaz, es un ser que se desarrolla a costa de todo y que debe abrirse paso a pesar de todo, a pesar inclusive de los otros seres humanos. Una suerte de voluntad de poderío, es la que está detrás de esa moral. De algún modo esa moral que puede parecer romántica, es sin embargo exitista, y nada dice al individuo en cuanto a que las cosas le salgan mal en sus pretensiones de voluntad de poderío.

Hay otro tipo de ideología que nos dice: por cuanto todo en la naturaleza está en evolución, y el ser humano mismo es producto de esta evolución, y el ser humano es el reflejo de las condiciones que se dan en un momento dado, su comportamiento va a mostrar el tipo de sociedad en que vive. Así pues, una clase va a tener un tipo de moral y otra va a tener otro tipo de moral. De esta manera, la moral está determinada por las condiciones objetivas, por las relaciones sociales y por el modo de producción. No hay que preocuparse mucho, por cuanto uno hace lo que mecánicamente está impulsado a hacer aunque, por razones publicitarias, se hable de la moral de una clase o la mora de otra. Limitándonos al desarrollo mecánico, yo hago lo que hago porque estoy impulsado en tal sentido. ¿Dónde está el bueno y dónde está el malo?... Hay solamente un choque mecánico de partículas en marcha.

Otras singulares ideologías nos decían cosas como estas: la moral es una presión social que sirve para contener la fuerza de los impulsos y esta contención que efectúa es una suerte de super-yo, esta comprensión que hace en el caldero de la conciencia permite que aquellos impulsos básicos se vayan sublimando, vayan tomado cierta dirección...

De modo que nuestro pobre amigo, que ve pasar a unos y a otros con sus ideologías, se sienta de pronto en la acera y dice: "que es lo que yo debo hacer, porque acá me presiona un conjunto social, yo tengo impulsos y parece que éstos se pueden sublimar, siempre que yo sea artista. De otro modo, o me tiendo en el sofá del psicoanalista o terminaré en la neurosis." Así pues, la moral en realidad es una forma de control de estas presiones que, sin embargo, a veces desbordan el caldero.

Otras ideologías, también psicológicas, explicaron lo bueno y lo malo según la adaptación. Una moral conductual adaptativa, algo que permite encajar en un conjunto y en la medida en que uno desencaja de ese conjunto, se segrega de ese conjunto, tiene problemas. Así que más vale andar “derechito”, y encajar bien en el conjunto. La moral entonces nos dice que es lo bueno y que es lo malo, de acuerdo a la adaptación que debe establecer el individuo, al encaje que el individuo tenga en su medio. Y está bien... es otra ideología.

Pero en las épocas de las grandes fatigas culturales, como sucedió ya repetidamente en otras civilizaciones, surgen las respuestas cortas, inmediatas, acerca de lo que se debe hacer y de lo que no se debe hacer. Me estoy refiriendo a las llamadas “escuelas morales de decadencia”. En distintas culturas (ya en su ocaso), surgen suertes de moralistas que muy rápidamente tratan de acomodar sus comportamientos como buenamente pueden, a fin de dar una dirección a su vida. Están algunos que dicen más o menos esto: "La vida no tiene ningún sentido, y como no tiene ningún sentido, puedo hacer cuanto me plazca... si puedo". Otros dicen: "Como la vida no tiene mucho sentido (Risas), debo hacer aquellas cosas que me satisfacen, que me hacen sentir bien, a costa de todo lo otro". Algunos más afirman: "Ya que estoy en una mala situación y hasta la misma vida es sufrimiento, debo hacer las cosas guardando ciertas formas. Debo hacer las cosas como un estoico". Así se llaman esas escuelas de la decadencia: las escuelas estoicas.

Detrás de estas escuelas, aunque sean respuestas de emergencia, hay también ideología. Está, parece, la ideología básica de que todo ha perdido sentido, y se responde de urgencia a esa pérdida de sentido. Actualmente, por ejemplo, se pretende justificar la acción con una teoría del absurdo, en donde aparece de contrabando el “compromiso”. Sucede que estoy comprometido con eso, y por tanto debo cumplir. Se trata de una especie de coacción bancaria. Es difícil comprender que pueda establecer un compromiso si el mundo en que vivo es absurdo y termina en la nada. Por otra parte, esto no otorga ninguna convicción al que declama tal postura.

Así pues las religiones, los sistemas jurídicos, los sistemas ideológicos, las escuelas morales de la decadencia, han trabajado para dar respuesta a este serio problema de la conducta, para establecer una moral, para establecer una ética, porque todos ellos han advertido la importancia que tiene la justificación o no justificación de un acto.

¿Cual es la base de la acción válida?. La base de la acción válida no está dada por las ideologías, ni por los mandatos religiosos, ni por las creencias, ni por la regulación social. Aun cuando todas estas cosas sean de mucha importancia, la base de la acción válida no está dada por ninguna de ellas, sino que está dada por el registro interno de la acción. Hay una diferencia fundamental entre la valoración que parece provenir del exterior, y esta valoración que se hace de la acción por el registro que el ser humano tiene de lo que precisamente hace.

¿Y cual es el registro de la acción válida? El registro de la acción válida es aquel que se experimenta como unitivo; es aquel que da al mismo tiempo sensación de crecimiento interno, y es por último aquél que se desea repetir porque tiene sabor de continuidad en el tiempo. Examinaremos estos aspectos de modo separado.

El registro de unidad interna por una parte y la continuidad en el tiempo por otra parte.

Frente a una situación difícil, puedo yo responder de un modo o de otro. Si soy hostigado, por ejemplo, puedo responder violentamente y frente a esa irritación que me produce el estímulo externo, y esta tensión que me provoca, puedo distenderme, puedo reaccionar violentamente y al hacerlo experimentar una sensación de alivio. Me distiendo. Así pues, y aparentemente, se ha cumplido la primera condición de la acción válida: frente a un estímulo irritante, lo saco de enfrente y al hacerlo me distiendo y al distenderme tengo un registro unitivo.

La acción válida no puede justificarse simplemente por la distensión en ese instante, porque no se continúa en el tiempo sino que produce lo contrario. En el momento A produzco la distensión al reaccionar del modo comentado; en el momento B, no estoy para nada de acuerdo con lo que hice. Esto me produce contradicción. Esa distensión no es unitiva por cuanto el momento posterior contradice al primero. Es necesario que cumpla, además, con el requisito de la unidad en el tiempo, sin presentar fisuras, sin presentar contradicción. Podríamos presentar numerosos ejemplos en donde esto de la acción válida para un instante no lo es para el siguiente y el sujeto no puede, cabalmente, tratar de prolongar ese tipo de actitud porque no registra unidad sino contradicción.

Pero hay otro punto: el del registro de una suerte de sensación de crecimiento interno. Hay numerosas acciones que todos efectuamos durante el día, determinadas tensiones que aliviamos distendiendo. Estas no son acciones que tengan que ver con lo moral. Las realizamos y nos distendemos y nos provoca un cierto placer, pero ahí quedan. Y si nuevamente surgiera una tensión, nuevamente la descargaríamos con esa suerte de efecto de condensador, en donde sube una carga y al llegar a ciertos límites se la descarga. Y así, con este efecto condensador de cargar y descargar, nos da la impresión de que estuviéramos metidos en una eterna rueda de repeticiones de actos, en donde en el momento en que se produce esa descarga de tensión, la sensación resulta placentera, pero nos deja un extraño sabor percibir que si la vida fuera simplemente eso, una rueda de repeticiones, de placeres y dolores; la vida, claro, no pasaría del absurdo. Y hoy, frente a esta tensión, provoco esta descarga. Y mañana del mismo modo... sucediéndose la rueda de las acciones, como el día y la noche, continuamente, independientemente de toda intención humana, independiente toda elección humana.

Hay acciones, sin embargo, que tal vez muy pocas veces hayamos realizado en nuestras vidas. Son acciones que nos dan gran unidad en el momento. Son acciones que nos dan, además, registro de que algo ha mejorado en nosotros, cuando hemos hecho eso. Y son acciones que nos dan una propuesta a futuro, en el sentido de que si pudiéramos repetirlas, algo iría creciendo, algo iría mejorando. Son acciones que nos dan unidad, sensación de crecimiento interno, y continuidad en el tiempo. Esos son los registros de la acción válida.

Nosotros nunca hemos dicho que esto sea mejor o peor, o deba coercitivamente hacerse: hemos dado más bien las propuestas y los sistemas de registros que corresponden a esas propuestas. Hemos hablado de las acciones que crean unidad, o crean contradicción. Y, por último, hemos hablado del perfeccionamiento de la acción válida, por la repetición de esos actos. Como para cerrar un sistema de registros de acciones válidas, hemos dicho: "Si repites tus actos de unidad interna, ya nada podrá detenerte". Esto último habla no sólo del registro de unidad, de la sensación de crecimiento, de la continuidad en el tiempo. Eso habla del mejoramiento de la acción válida. Porque, es claro, no todas las cosas nos salen bien en los intentos. Muchas veces tratamos de hacer cosas interesantes y no salen tan bien. Nos damos cuenta que esas cosas pueden mejorar. También la acción válida puede perfeccionarse. La repetición de aquellos actos que dan unidad y crecimiento y continuidad en el tiempo, constituyen el mejoramiento de la misma acción válida. Esto es posible.

Nosotros, en principios muy generales, hemos dado los registros de la acción válida. Hay un principio mayor, conocido como La Regla de Oro. Este principio dice así: "Trata a los demás como quieres que te traten a ti." Este principio no es cosa nueva, tiene milenios. Ha aguantado el paso del tiempo en distintas regiones, en distintas culturas. Es un principio universalmente válido. Se ha formulado de distintas maneras; se lo ha considerado por el aspecto negativo, diciendo algo así como: "No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti". Es otro enfoque de la misma idea. O bien, se ha dicho: "Ama a tu prójimo como a tí mismo". Es otro enfoque. Claro no es exactamente lo mismo que decir "trata a los demás como quieres que te traten". Y está bien, y desde antiguo se ha hablado de este principio. Es el más grande de los principios morales. Es el más grande de los principios de la acción válida. Pero, ¿como quiero que me traten a mí? Porque se da por sentado que será bueno tratar a los demás como uno quisiera que lo trataran a uno mismo. Y cómo quiero que me traten? Tendré que responder a eso diciendo que si me tratan de un modo me hacen mal y si me tratan de otro me hacen bien. Tendré que responder acerca de lo bueno y de lo malo. Tendré que volver a la eterna rueda de definir la acción válida, según una u otra teoría, según una u otra religión. Para mi será buena una cosa, para otra persona será no será lo mismo. Y no faltará alguno que tratará muy mal a otro, aplicando el mismo principio; porque sucede que a él le gustará que lo traten mal.

Está muy bien este Principio que habla así del tratamiento del otro, según lo bueno para uno, pero estará mejor saber qué es lo bueno para uno. Así las cosas, nos interesa ir a la base de la acción válida y la base de la acción válida está en el registro que se obtiene de ella.

Si digo: "debo tratar a los demás como quiero que me traten", inmediatamente me pregunto: “por qué?” Habrá algún proceso en uno, habrá alguna forma en el funcionamiento de la mente, que crea problemas en uno cuando uno trata mal a los otros. Y ¿cómo puede ser ese funcionamiento?. Si yo veo a alguien en muy mala condición, o veo a alguien de pronto que sufre un corte, o una herida, algo resuena en mí. ¿Cómo puede resonar en mí algo que le está sucediendo al otro? ¡Es casi mágico!. Sucede que alguien sufre un accidente y experimento casi físicamente el registro del accidente en otro. Ustedes son estudiosos de estos fenómenos, saben bien que a toda percepción corresponde una imagen, y comprenden que alguna imágenes pueden tensar ciertos puntos así como otras pueden distenderlos. Si a toda percepción va correspondiendo una representación y de esa representación se tiene a su vez registro, es decir, una nueva sensación, entonces no es tan difícil entender cómo al percibir un fenómeno, y al corresponderse la imagen interna con ese fenómeno (al movilizarse esta imagen), tenga a su vez sensación en distintas partes de mi cuerpo o de mi intracuerpo, que se han modificado por acción de la imagen anterior. Me siento identificado cuando alguien sufre un corte, porque a la percepción visual de tal fenómeno, le corresponde un disparo de imagen visual, y correlativamente un disparo de imágenes cenestésicas y táctiles de las cuales, además, tengo una nueva sensación que termina provocando en mí el registro del corte del otro. No será bueno que trate yo a los demás de mala manera, porque al efectuar este tipo de actividad tengo el correspondiente registro.
Hablaremos casi técnicamente. Para ello vamos a simular el funcionamiento de circuitos por pasos aún cuando sabemos que la estructura de la conciencia procede como una totalidad. Bien, una cosa es el primer circuito que corresponde a la percepción, representación, nueva toma de la representación y sensación interna. Y otra cosa es el segundo circuito, que tiene que ver con la acción y que significa algo así: de toda acción que lanzo hacia el mundo, tengo también registro interno. Esa toma de realimentación es, por ejemplo, la que me permite aprender haciendo cosas. Si no hubiera en mi una toma de realimentación de los movimientos que estoy haciendo, jamás podría perfeccionarlos. Yo aprendo a escribir a máquina por repetición, es decir, voy grabando actos entre acierto y error. Pero puedo grabar actos únicamente si los realizo. De tal modo que es desde el hacer, desde donde tengo registro. Permítanme esta digresión: hay un prejuicio grande que a veces ha invadido el campo de la pedagogía. Según esta creencia se aprende por pensar en lugar de hacer. Ciertamente, se aprende porque se tiene la recepción del dato, pero tal dato no queda simplemente memorizado sino que siempre se corresponde con una imagen que, a su vez, moviliza una nueva actividad: coteja, rechaza, etc y esto muestra la continua actividad de la conciencia y no una supuesta pasividad en la cual se aloja simplemente el dato. Esta realimentación es la que nos permite decir: “me equivoqué de tecla”. Así voy registrando la sensación del acierto y del error; así voy perfeccionando el registro del acierto, así se va fluidificando, y así se va automatizando la correcta acción del escribir a máquina. Estamos hablando de un segundo circuito. El primero se refería al dolor en el otro que yo registro en mí; el segundo circuito habla del registro que tengo de la acción que produzco.

Ustedes conocen las diferencias que existen entre los actos llamados catárticos y los actos transferenciales. Los actos catárticos se refieren básicamente a las descargas de tensiones y ahí quedan. Los actos transferenciales, diversamente, permiten trasladar cargas internas, integrar contenidos, y facilitar el buen funcionamiento psíquico. Sabemos que allí donde hay islas de contenidos mentales, contenidos que no se comunican entre sí, hay dificultades para la conciencia. Si se piensa en una dirección, por ejemplo, pero se siente en otra, y finalmente se actúa en otra diferente, comprendemos que esto no encaja y que el registro no es pleno. Parece que únicamente cuando tendemos puentes entre los contenidos internos, el funcionamiento síquico se integra y permite avanzar unos pasos más. Se conocen técnicas transferenciales muy útiles que movilizan y transforman a determinadas imágenes problemáticas. Un ejemplo de esa técnica está presentada en forma literaria en las Experiencias Guiadas. Pero también sabemos que la acción, y no solo el trabajo de las imágenes, puede operar fenómenos transferenciales y fenómenos autotransferenciales. No será lo mismo un tipo de acción que otra. Habrá acciones que permitan integrar contenidos internos y habrá acciones tremendamente desintegradoras. Determinadas acciones producen en el ser humano tal carga de pesar, tal arrepentimiento y división interna, tal profundo desasosiego, que esta persona jamás quisiera volver a repetirlas. Y, desafortunadamente, han quedado tales acciones fuertemente ligadas al pasado. Aunque no se repitieran tales acciones en el futuro, seguirían presionando desde el pasado; sin resolverse, sin entregarse, sin permitir que la conciencia traslade, transfiera, integre sus contenidos, y permita al sujeto esa sensación de crecimiento interno de la que hemos hablado anteriormente.

No es indiferente la acción que se realiza en el mundo. Hay acciones de las que se tiene registro de unidad, y acciones que dan registro de contradicción, de desintegración. Si se estudia esto cuidadosamente y a la luz de lo que se sabe en materia de fenómenos catárticos y transferenciales, este asunto (de la acción en el mundo, en lo que hace a la integración y desarrollo de los contenidos), quedará mucho más claro. Pero, desde luego, toda esta simulación de los circuitos para comprender el significado de la acción válida es un tema complicado. Entre tanto, nuestro amigo sigue diciendo: “¿Y yo qué hago?”. Nosotros registramos como unitivo y valioso, llevar a ese que está sentado en la acera (sin referencia en su vida), estas cosas que mínimamente conocemos, pero en palabras y en hechos sencillos. Si nadie hace esto por él, nosotros lo haremos (como tantas otras cosas que permitirán superar el dolor y el sufrimiento). Al proceder así, trabajaremos también para nosotros mismos.



Las Palmas de Gran Canaria. 29/09/78.
                                 Revisado por el autor el 10/10/96.



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