mayo 22, 2013

Humanizar los valores de la vida - Silo


Conferencia dada en Bombay, India. Misión de los 80
28 de octubre de 1981



En un pequeño pueblo campesino, al pie de los montes más altos de Occidente, en la lejana Sudamérica, dimos nuestro primer mensaje.
¿Qué dijimos entonces?
Dijimos: sin fe interna, sin fe en uno mismo hay temor; el temor produce sufrimiento, el sufrimiento produce violencia; la violencia produce destrucción. Por ello, la fe en uno mismo supera la destrucción.
Y también dijimos: hay muchas formas de violencia y destrucción. Hay una violencia física, una violencia económica, una violencia racial, una violencia religiosa, una violencia sicológica y una violencia moral.
Y denunciamos las formas de violencia y entonces nos dijeron que debíamos callarnos.
Y nos callamos, pero antes explicamos: "Si es falso lo que hemos dicho, pronto desaparecerá. Si es verdadero, no habrá poder en el mundo capaz de detenerlo".
Pasaron 12 años de silencio y ahora hablamos nuevamente y nos escuchan miles y miles en los distintos continentes de la Tierra.

Y en el oeste cínico, ahora nos dicen: "¿Cómo puede ser que alguien te escuche si no prometes dinero, ni prometes la felicidad; ni haces milagros, ni curas; si no eres un maestro, si eres simplemente un hombre como todos?" "Nada hay de extraordinario en ti: no eres un ejemplo a seguirse, no eres un hombre sabio o alguien que ha descubierto una nueva verdad... Y ni siquiera hablas nuestra propia lengua. ¿Cómo es posible que alguien quiera escucharte?"

¡Oh, hermanos del Asia, ellos no entienden la voz que habla de corazón a corazón!
Ellos han logrado un cierto nivel de desarrollo material. Han logrado un nivel material que también nosotros necesitamos. Pero queremos desarrollo y progreso sin su suicidio, sin su alcoholismo, sin su drogadicción, sin su locura, sin su violencia, su enfermedad y su muerte.

Nosotros somos gentes comunes, pero no somos cínicos, y cuando hablamos de corazón a corazón, los hombres buenos en todas las latitudes nos entienden y nos quieren.
¿Y qué decimos hoy desde India, palpitante corazón del mundo? Desde India cuya reserva espiritual y moral ha sido y será enseñanza y respuesta para un mundo de mente enferma.

Decimos: "¡Trata a los demás como quieres que te traten a ti!"
No hay acto humano superior a éste, no hay moral más elevada que ésta. Cuando el ser humano comprende ésto y lo lleva a la práctica en cada día y en cada hora de su día, progresa y hace progresar a otros con él.

La Tierra se deshumaniza y se deshumaniza la vida y la gente pierde fe en sí misma y en la vida.
Por ello, Humanizar la Tierra, es humanizar los valores de la vida. ¿Qué cosa hay más importante que superar el dolor y el sufrimiento en los demás y en uno mismo?
Hacer progresar la ciencia y el conocimiento es un valor si va en la dirección de la vida.
La generación y distribución justa de los medios de subsistencia; la medicina; la educación; la formación de intelectuales con sensibilidad social, son tareas que deben entenderse con el entusiasmo y la fe que merece toda obra que lucha por superar el dolor en los demás.

Bueno es todo lo que mejora la vida. Malo es todo lo que se opone a la vida.
Bueno es lo que une al pueblo. Malo aquello que lo desune.
Bueno es lo que afirma: "¡Todavía hay futuro!" Malo es decir: "No hay futuro ni sentido en la vida".
Bueno es dar a los pueblos fe en ellos mismos. Malo es el fanatismo que se opone a la vida.
Humanizar la Tierra es humanizar también a quienes tienen influencia y decisión sobre otros, para que escuchen la voz de los que necesitan superar la enfermedad y la pobreza.
Nuestra Comunidad no es política ni religiosa y se inspira en las grandes enseñanzas que predicaran la tolerancia entre los hombres. Y esta tolerancia va más lejos, porque pone como el valor más alto de todo acto humano, a este principio: "Trata a los demás como quieres que te traten a ti".
Unicamente si se pone en práctica este principio opuesto a la insensibilidad, al egoísmo y el cinismo, se podrá comenzar a humanizar la Tierra.

Nuestra Comunidad es una fuerza moral tolerante y no violenta, que predica como valor más alto: "¡Trata a los demás como quieres que te traten!"
Este es el impulso moral que se debe canalizar en las nuevas generaciones y que debe practicar quien verdaderamente desee comenzar a Humanizar nuestra Tierra.

Muchas personas quieren perfeccionarse, muchos quieren superar su confusión interior y su enfermedad espiritual y creen que pueden hacerlo cerrando los ojos al mundo en que viven, y yo digo que crecerán espiritualmente sólo en el caso de que comiencen por ayudar a otros a superar el dolor y el sufrimiento.
Por ello la Comunidad propone actuar en el mundo: no abandonar el partido, ni la organización a la que se pertenece, todo lo contrario. Si uno cree que su organización puede contribuir a superar el dolor y el sufrimiento uno debe militar entusiastamente allí, y si allí hay defectos, uno debe empujar para corregir y convertirlos en instrumentos al servicio de la humanización. Porque si no se renueva la fe en uno mismo, en el sentido en que uno puede contribuir al progreso y si no se renueva la fe en las posibilidades de cambio de los otros (aún cuando existan defectos) quedaremos paralizados ante el futuro y entonces sí, triunfará la deshumanización de la Tierra.

Formar comunidades de familia, de compañeros de trabajo, de amigos, de vecinos, formarlas en las ciudades y en los campos como fuerza moral que dé fe en sí mismos a los individuos y los conjuntos humanos, será crecer espiritualmente mirando el rostro de tu hermano para que también crezca.
Y si crees en Dios, considera su infinita bondad y su designio de que el ser humano se ponga un día en pie y honre a la Tierra humanizándola.
Debes empezar una vida nueva y debes tener fe en que puedes hacerlo.
Pero ya hemos hablado demasiado y necesitamos ahora hacer.
Para que lo dicho sea posible, acompáñame en un acto libre, valiente y profundo que sea además un compromiso...

Pongámonos en pie y preguntemos a nuestro propio corazón: "¿Es necesario para mí y para otros que fortalezca mi fe en la vida?"
Entonces, en silencio, escuchemos la respuesta de nuestra voz interna. "¿Es necesario para mí y para otros que fortalezca mi fe en la vida?"
"¿Quiero fortalecer mi fe en la vida?"
"¿Creo firmemente que se fortalecerá mi fe en la vida?"
"¡Entonces, que brote en mí la fuerza y la luz de la vida!"
Hoy, y no mañana, inicia una vida nueva. Saluda a tu padre y a tu madre, a tu marido o a tu mujer; a tu amigo y tu enemigo, y diles con el corazón abierto: "Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mí". Y explícales luego lo que pasó para que ellos también puedan llevar este mensaje de reconciliación.
Ahora para todos: ¡PAZ, FUERZA Y ALEGRIA!