abril 09, 2013

La situación mundial y la condición humana




La situación mundial y la condición humana - Silo - Mendoza, Argentina,  2003


¿Que es lo que estamos viendo?. 

  

Una tendencia muy fuerte de Estados Unidos a dominar el mundo. Por las

buenas o por las malas. 

El objetivo es imponer una forma de vida y una ideología basada en los

"valores de   Occidente", que no están muy bien definidos pero que

podríamos caracterizar como una mezcla de ultra-liberalismo económico,
democracia formal y   cristianismo en su versión más decadente de
intolerancia y negación de la vida. 

Este avance se despliega con fuerza en la presencia en Afganistán, en la
invasión de Irak, en las amenazas a Siria e Irán y Corea, en las
presiones y chantajes para constituir en Latinoamérica una zona franca
de intervención económica (ALCA), en la exigencia de apoyo de todos los
otros países y en particular de la CEE a cualquiera de sus iniciativas
de "política" exterior, en la negación a adherir a los tratados
internacionales como el protocolo de Kyoto, la Corte Internacional de
Justicia, ubicándose por encima de todos los otros países, en el
desprecio de las resoluciones de la ONU, en los discursos sobre el Bien
y el Mal, en la afirmación de "quienes no están con nosotros están
contra nosotros", en la desinformación sistemática del pueblo de Estados
Unidos y en la creciente presión para evitar el disenso dentro de este
país. 
Es probable que estemos asistiendo a un intento de constituir un
Imperio. Este imperio tendría un carácter mundial, debido a la
interconexión existente entre todos los puntos del planeta, situación
que por primera vez se presenta como posibilidad en nuestro planeta. 
Si este intento tuviera éxito, asistiríamos a una consolidación de la
potencia de Estados Unidos y a un "nuevo orden mundial" que impondría,
por la convicción o por la fuerza, su ideología a toda la población
mundial. 

Antes de la consolidación definitiva se producirían ásperos conflictos
en diversos puntos, con su secuela de muerte y miseria, para finalmente
llegar a una 'rendición generalizada', en la que no faltarían focos de
resistencia permanente. 
Este imperio impondría su ley durante un cierto período, difícil de
estimar, y luego comenzaría su decadencia hasta su extinción
definitiva. 
Otros escenario posible es una extrema agudización de los conflictos y
alguna suerte de 'accidente' nuclear y/o ecológico, que provocaría
graves daños a la población mundial, con millones de muertos y la
desaparición de la faz de la tierra de numerosas ciudades densamente
pobladas. 

En este caso, luego de la catástrofe, que haría retroceder la evolución
humana a etapas anteriores - en un salto atrás en principio
indeterminable -, el ser humano recomenzaría desde el punto en el que se
encuentre para retomar su camino evolutivo, sorteando – como siempre -
las dificultades que se irían presentado a medida que avanza. 
Una tercera posibilidad es que el Imperio no llegue a constituirse y
tampoco se produzca una catástrofe. Esta sería la situación más
interesante. 

Estados Unidos no parece encontrarse en óptimas condiciones para
aspirar a constituirse como Imperio. 
No cuenta con el poderío económico que poseía hace unos años, su
economía lleva una tendencia aceleradamente negativa. 
Sin este poderío económico podría encontrarse en dificultades para
desplegar y aumentar su potencia militar en la medida necesaria y
tampoco contaría con los medios suficientes para comprar el apoyo de
otros países. 

Tampoco parece contar con líderes capaces de arrastrar multitudes por el
período de tiempo necesario, menos aún de instaurarse en la conciencia
colectiva como un gran conductor planetario. El país y sus líderes han
perdido una enorme cantidad de prestigio y consenso. 
Las decisiones y movidas realizadas a partir del 11 de septiembre, fecha
en la que se coaguló una gran cantidad de consenso y apoyo hacia Estados
Unidos como reacción al atentado de Nueva York, ha consumido rápidamente
ese consenso. 

La arbitrariedad, la arrogancia y la estupidez puestas de manifiesto han
obtenido como resultado un progresivo rechazo de los otros países, ya
sea en la persona de sus dirigentes como en sus poblaciones. 
Esta progresiva pérdida de prestigio ha transformado aquello que en un
pasado reciente podía constituir un modelo al cual las poblaciones
aspiraban en una especie de cáncer a evitar, ya sea mediante escaramuzas
diplomáticas o con la oposición frontal. 

Prueba de esto son las oceánicas manifestaciones contra la invasión de
Irak realizadas en todo el mundo y también la respuesta de la ONU al
pedido de apoyo para esta invasión. 

Esta reacción también se observa en una tendencia general a la
organización en regiones, En algunos casos esta tendencia es evidente,
como en Europa, donde se tiende a ampliar la CEE y a dotarla de
instrumentos de decisión comunes. 
Esa tendencia se manifiesta en Latinoamérica, con la progresiva
formación de un polo de países que se proponen resistir al intento de
Estados Unidos de convertirlos en su zona económica de dominación
incontrastada. 

Algunas señales llegan también de Rusia, quien refuerza el vínculo con
los países de Medio Oriente. 
Se pueden visualizar otras regiones, basadas en cercanía geográfica y
afinidad cultural, tales como Asia y África. 

Esta progresiva configuración de entidades regionales constituiría una
situación sumamente diferente a la precedente, modificando el equilibrio
mundial mediante una distribución más balanceada del poder. 
Lo que luego resultaría en términos de decisiones y tendencias,
representaría un nuevo capítulo en la historia humana. 
Tal vez se pudiera contar a partir de allí con una mayor inteligencia y
compresión de los procesos humanos y un mayor interés en dar respuestas
evolutivas a las complejas situaciones que se irían presentando. 
De esta manera la humanidad habría sorteado una difícil encrucijada,
eligiendo la mejor dirección. 

La condición humana 

El hombre actual cuenta con 40.000 años aproximadamente. Casi nada,
comparado con los millones de años del Universo. 
Algunas de las características que el ser humano ha presentado desde sus
orígenes, son la curiosidad, la determinación y la propensión al
cambio. 

En todo caso el elemento clave del cambio siempre fue: diferir la
respuesta, imaginar un futuro, sin “llevárselo por delante” con
respuestas mecánicas y reflejas al estilo de los animales.
Es decir que (el hombre) pudo esperar y darse un tiempo para dar la
respuesta; pudo representarse en su cabeza algo que le hizo diferir la
respuesta. 

Las transformaciones históricas siempre se produjeron gracias a la
acumulación de acciones humanas en una misma dirección, acumulación de
respuestas diferidas, de discusiones con lo establecido, de futuros
imaginados.

Grandes dificultades se le han presentado al ser humano en su camino:
guerras, enfermedades, catástrofes naturales, inquisiciones,
oscurecimiento general de la conciencia... parecería que a costa degrandes esfuerzos, de siempre renovados intentos de superación del
sufrimiento, ha logrado seguir su camino. 

Muchas especies se extinguieron antes que él, especies aparentemente más
poderosas, más fuertes, mejor adaptadas. 
¿De qué camino se trata?. ¿De una enconada y persistente lucha por la
conservación de la especie?. ¿De una carrera de progreso tecnológico
indefinido que apunta a la nada?. 
¿De una sucesión de generaciones para las cuales el mayor objetivo es la
apropiación del poder?. ¿De una pasión inútil en la cual los individuos
nacen y mueren sin haber comprendido el sentido de esa vida y de esa
muerte?

Considerar la existencia de una intencionalidad evolutiva universal nos
hace comprender mejor el camino del ser humano y también su posible
destino. Ensayemos esta hipótesis: “la especie humana evoluciona hacia
el amor y la compasión”. 

Si interpretamos la historia humana desde ese punto de vista, podemos
claramente individualizar momentos evolutivos y momentos regresivos. Y
también elegir entre posibilidades, como siempre ha hecho el hombre en
la historia, independientemente de la época en que su vida se
desarrollaba y de su condición cultural y social. 
Este es el profundo sentido de la acción humana, que va más allá de la
efectivización de los proyectos particulares, inmersos en la propia
dimensión individual - temporal. 

Esto es lo que marca una profunda diferencia entre aquellos que trabajan
para superar el sufrimiento en si mismos y en los demás y aquellos
otros, que aparecen como indiferentes ante el dolor ajeno. Unos en
sintonía, otros a contramano del proceso histórico mayor.
Estamos hablando de acumulación histórica, de correntada evolutiva, de
la invitación a percibirse como el ser histórico y social que uno en
realidad es.

En este momento lo más importante es la posibilidad de que esta
acumulación histórica produzca un cambio significativo en el ser humano.
Los procesos acumulativos suelen producir - en ciertos momentos - saltos
de cualidad.

Si bien desde el punto de vista biológico no se advierten cambios de
importancia en los últimos 10.000 años, puede ahora surgir en el hombre
una voluntad de transformación de la propia estructura de su conciencia.
Es posible el intento de querer transformarse a si mismo, modificando el
modo de pensar y el modo de estructurar lo que llamamos realidad.
Es posible una modificación en el funcionamiento de los resortes
profundos de la conciencia, impulsada por la acumulación del proceso
histórico. 

Esta tendencia es detectable. Uno puede detectarla en uno mismo y en los
demás, en el comportamiento, el enfoque, y el modo de plantear los
problemas individuales y sociales. 
En esta época el ser humano ha comenzado a cambiar su estructura
corporal: modifica sus tejidos, huesos, órganos, etc., implanta nuevas
prótesis y en breve comenzará a modificar su estructura genética.  Pero
una modificación de mayor envergadura está en ciernes: la de la
intencionalidad de su conciencia.