mayo 27, 2013

Realidad Interior - Silo

Capítulo XX: La Realidad Interior - El Libro/El Mensaje de Silo





  • Repara en mis consideraciones. En ellas no habrás de intuir sino alegóricos fenómenos y paisajes del mundo externo. Pero también en ellas hay descripciones reales del mundo mental.



  • Tampoco debes creer que los "lugares" por donde pasas en tu andar, tengan algún tipo de existencia independiente. Semejante confusión hizo a menudo oscurecer profundas enseñanzas y así hasta hoy algunos creen que cielos, infiernos, ángeles, demonios, monstruos, castillos encantados, ciudades remotas y demás, tienen realidad visible para los "iluminados". El mismo prejuicio, pero con interpretación inversa, ha hecho presa de escépticos sin sabiduría que tomaron esas cosas por simples ilusiones o alucinaciones padecidas por mentes afiebradas.



  • Debo repetir, entonces, que en todo esto debes comprender que se trata de verdaderos estados mentales, aunque simbolizados con objetos propios del mundo externo.



  • Toma en cuenta lo dicho y aprende a descubrir la verdad tras las alegorías que en ocasiones desvían a la mente, pero que en otras traducen realidades imposibles de captar sin representación.



Cuando se habló de las ciudades de los dioses adonde quisieron arribar numerosos héroes de distintos pueblos; cuando de habló de paraísos en que dioses y hombres convivían en original naturaleza transfigurada; cuando de habló de caídas y diluvios, se dijo gran verdad interior.

Luego los redentores trajeron sus mensajes y llegaron a nosotros en doble naturaleza, para restablecer aquella nostálgica unidad perdida. También entonces se dijo gran verdad interior.

Sin embargo, cuando se dijo todo aquello colocándolo fuera de la mente, se erró o se mintió.

Inversamente, el mundo externo confundido con la interna mirada obliga a ésta a recorrer nuevos caminos.

Así, hoy vuela hacia las estrellas el héroe de esta edad. Vuela a través de regiones antes ignoradas. Vuela hacia afuera de su mundo y, sin saberlo, va impulsado hasta el interno y luminoso centro.




mayo 22, 2013

Humanizar los valores de la vida - Silo


Conferencia dada en Bombay, India. Misión de los 80
28 de octubre de 1981



En un pequeño pueblo campesino, al pie de los montes más altos de Occidente, en la lejana Sudamérica, dimos nuestro primer mensaje.
¿Qué dijimos entonces?
Dijimos: sin fe interna, sin fe en uno mismo hay temor; el temor produce sufrimiento, el sufrimiento produce violencia; la violencia produce destrucción. Por ello, la fe en uno mismo supera la destrucción.
Y también dijimos: hay muchas formas de violencia y destrucción. Hay una violencia física, una violencia económica, una violencia racial, una violencia religiosa, una violencia sicológica y una violencia moral.
Y denunciamos las formas de violencia y entonces nos dijeron que debíamos callarnos.
Y nos callamos, pero antes explicamos: "Si es falso lo que hemos dicho, pronto desaparecerá. Si es verdadero, no habrá poder en el mundo capaz de detenerlo".
Pasaron 12 años de silencio y ahora hablamos nuevamente y nos escuchan miles y miles en los distintos continentes de la Tierra.

Y en el oeste cínico, ahora nos dicen: "¿Cómo puede ser que alguien te escuche si no prometes dinero, ni prometes la felicidad; ni haces milagros, ni curas; si no eres un maestro, si eres simplemente un hombre como todos?" "Nada hay de extraordinario en ti: no eres un ejemplo a seguirse, no eres un hombre sabio o alguien que ha descubierto una nueva verdad... Y ni siquiera hablas nuestra propia lengua. ¿Cómo es posible que alguien quiera escucharte?"

¡Oh, hermanos del Asia, ellos no entienden la voz que habla de corazón a corazón!
Ellos han logrado un cierto nivel de desarrollo material. Han logrado un nivel material que también nosotros necesitamos. Pero queremos desarrollo y progreso sin su suicidio, sin su alcoholismo, sin su drogadicción, sin su locura, sin su violencia, su enfermedad y su muerte.

Nosotros somos gentes comunes, pero no somos cínicos, y cuando hablamos de corazón a corazón, los hombres buenos en todas las latitudes nos entienden y nos quieren.
¿Y qué decimos hoy desde India, palpitante corazón del mundo? Desde India cuya reserva espiritual y moral ha sido y será enseñanza y respuesta para un mundo de mente enferma.

Decimos: "¡Trata a los demás como quieres que te traten a ti!"
No hay acto humano superior a éste, no hay moral más elevada que ésta. Cuando el ser humano comprende ésto y lo lleva a la práctica en cada día y en cada hora de su día, progresa y hace progresar a otros con él.

La Tierra se deshumaniza y se deshumaniza la vida y la gente pierde fe en sí misma y en la vida.
Por ello, Humanizar la Tierra, es humanizar los valores de la vida. ¿Qué cosa hay más importante que superar el dolor y el sufrimiento en los demás y en uno mismo?
Hacer progresar la ciencia y el conocimiento es un valor si va en la dirección de la vida.
La generación y distribución justa de los medios de subsistencia; la medicina; la educación; la formación de intelectuales con sensibilidad social, son tareas que deben entenderse con el entusiasmo y la fe que merece toda obra que lucha por superar el dolor en los demás.

Bueno es todo lo que mejora la vida. Malo es todo lo que se opone a la vida.
Bueno es lo que une al pueblo. Malo aquello que lo desune.
Bueno es lo que afirma: "¡Todavía hay futuro!" Malo es decir: "No hay futuro ni sentido en la vida".
Bueno es dar a los pueblos fe en ellos mismos. Malo es el fanatismo que se opone a la vida.
Humanizar la Tierra es humanizar también a quienes tienen influencia y decisión sobre otros, para que escuchen la voz de los que necesitan superar la enfermedad y la pobreza.
Nuestra Comunidad no es política ni religiosa y se inspira en las grandes enseñanzas que predicaran la tolerancia entre los hombres. Y esta tolerancia va más lejos, porque pone como el valor más alto de todo acto humano, a este principio: "Trata a los demás como quieres que te traten a ti".
Unicamente si se pone en práctica este principio opuesto a la insensibilidad, al egoísmo y el cinismo, se podrá comenzar a humanizar la Tierra.

Nuestra Comunidad es una fuerza moral tolerante y no violenta, que predica como valor más alto: "¡Trata a los demás como quieres que te traten!"
Este es el impulso moral que se debe canalizar en las nuevas generaciones y que debe practicar quien verdaderamente desee comenzar a Humanizar nuestra Tierra.

Muchas personas quieren perfeccionarse, muchos quieren superar su confusión interior y su enfermedad espiritual y creen que pueden hacerlo cerrando los ojos al mundo en que viven, y yo digo que crecerán espiritualmente sólo en el caso de que comiencen por ayudar a otros a superar el dolor y el sufrimiento.
Por ello la Comunidad propone actuar en el mundo: no abandonar el partido, ni la organización a la que se pertenece, todo lo contrario. Si uno cree que su organización puede contribuir a superar el dolor y el sufrimiento uno debe militar entusiastamente allí, y si allí hay defectos, uno debe empujar para corregir y convertirlos en instrumentos al servicio de la humanización. Porque si no se renueva la fe en uno mismo, en el sentido en que uno puede contribuir al progreso y si no se renueva la fe en las posibilidades de cambio de los otros (aún cuando existan defectos) quedaremos paralizados ante el futuro y entonces sí, triunfará la deshumanización de la Tierra.

Formar comunidades de familia, de compañeros de trabajo, de amigos, de vecinos, formarlas en las ciudades y en los campos como fuerza moral que dé fe en sí mismos a los individuos y los conjuntos humanos, será crecer espiritualmente mirando el rostro de tu hermano para que también crezca.
Y si crees en Dios, considera su infinita bondad y su designio de que el ser humano se ponga un día en pie y honre a la Tierra humanizándola.
Debes empezar una vida nueva y debes tener fe en que puedes hacerlo.
Pero ya hemos hablado demasiado y necesitamos ahora hacer.
Para que lo dicho sea posible, acompáñame en un acto libre, valiente y profundo que sea además un compromiso...

Pongámonos en pie y preguntemos a nuestro propio corazón: "¿Es necesario para mí y para otros que fortalezca mi fe en la vida?"
Entonces, en silencio, escuchemos la respuesta de nuestra voz interna. "¿Es necesario para mí y para otros que fortalezca mi fe en la vida?"
"¿Quiero fortalecer mi fe en la vida?"
"¿Creo firmemente que se fortalecerá mi fe en la vida?"
"¡Entonces, que brote en mí la fuerza y la luz de la vida!"
Hoy, y no mañana, inicia una vida nueva. Saluda a tu padre y a tu madre, a tu marido o a tu mujer; a tu amigo y tu enemigo, y diles con el corazón abierto: "Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mí". Y explícales luego lo que pasó para que ellos también puedan llevar este mensaje de reconciliación.
Ahora para todos: ¡PAZ, FUERZA Y ALEGRIA!


mayo 13, 2013

Documento Humanista - Silo


Introducción dada en la Segunda Internacional Humanista y el Primer Foro Humanista, en la ciudad de Moscú los días 7 y 8 de octubre de 1993
Los humanistas son mujeres y hombres de este siglo, de ésta época. 
Reconocen los antecedentes del humanismo histórico y se inspiran 
en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas
que en este momento ocupan un lugar central. Son, además, hombres y mujeres 
que dejan atrás este siglo y este milenio, y se proyectan a un nuevo mundo.

Los humanistas sienten que su historia es muy larga y que su futuro es aún más extendido. Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas, creen en la libertad y en el progreso social.

Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una nación humana universal.
Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato.
No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias,
lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías;
múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad;
múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad.
Los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes, ni se sienten representantes ni jefes de nadie. Los humanistas no quieren un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. Los humanistas no quieren ejércitos policíacos, ni bandas armadas que los sustituyan.

Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy,
se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo.


mayo 07, 2013

¿Por qué alma mía esa esperanza? - Silo



Fragmento de las palabras de Silo con motivo de la inauguración de la Sala Sudamericana del Mensaje de Silo - 7/5/2005







"...Por tanto, es oportuno agradecer ahora a ese gran Movimiento citando sus ideales y propuestas fundamentales que se formalizan en los seis puntos siguientes: 

“En primer lugar, propicia la ubicación del ser humano como valor y preocupación central, de tal modo que nada esté por encima del ser humano, ni que un ser humano esté por encima de otro. 

 En segundo lugar, afirma la igualdad de todas las personas y trabaja por la superación de la simple formalidad de iguales derechos ante la ley avanzando hacia un mundo de iguales oportunidades para todos. 

En tercer lugar, reconoce la diversidad personal y cultural afirmando las características propias de cada pueblo y condenando toda discriminación que se realice en razón de las diferencias económicas, raciales, étnicas y culturales. 

En cuarto lugar, auspicia toda tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de las limitaciones impuestas al pensamiento por prejuicios aceptados como verdades absolutas o inmutables. 

En quinto lugar, afirma la libertad de ideas y creencias y, en sexto lugar, repudia no solamente las formas de la violencia física sino todas las otras formas de violencia económica, racial, sexual, religiosa, moral y psicológica, como casos cotidianos arraigados en todas las regiones del mundo.”

Esos seis puntos del Humanismo constituyen para nosotros, mensajeros de un nuevo espíritu, la base de nuestra doctrina social y de nuestro compromiso de acción en el mundo.

Sin embargo, es en el trato diario con las personas concretas y es ante las angustias de la propia conciencia cuando uno se pregunta por la dirección que debe dar a su comportamiento y a su vida.

¿Cómo puede una persona decidir la dirección de su vida si está muy lejos de tener el control de su situación diaria? 
¿Cómo puede una persona decidir libremente por el sentido de su vida estando sometido a las necesidades que se imponen desde su propio cuerpo? 
¿Cómo puede decidir libremente encadenado como está a un sistema de urgencias económicas, a un sistema de relaciones de familia, de trabajo y de amistad que a veces se convierte en un sistema de desempleo y desesperación, de soledad, de desamparo, de fracaso de las esperanzas? 
¿Cómo puede decidir libremente basándose en una información manipulada y en una exaltación mediática de antivalores capaz de mostran como máximo modelo de comportamiento al poderoso que exhibe impúdicamente la violencia, la amenaza, el atropello, la arbitrariedad y la sinrazón? ¿Cómo puede decidir libremente si los rectores morales de las grandes religiones justifican o quedan silenciosos ante los genocidios, las guerras santas, las guerras defensivas o las guerras preventivas?

Porque la atmósfera social está envenenada de crueldad, nuestras relaciones personales se hacen cada día más crueles y el trato que se da uno a sí mismo es también cada vez más cruel.

Los grandes miedos del ser humano impiden dar a la vida una dirección querida y con significado. Los temores a la pobreza, a la soledad, a la enfermedad y a la muerte se conjugan y fortalecen en la sociedad, en los grupos humanos y en los individuos...

Pero a pesar de todo... a pesar de todo... a pesar de ese desgraciado encierro, algo leve como sonido lejano, algo leve como brisa amanecida, algo que comienza suavemente, se abre paso en el interior del ser humano...

¿Por qué, alma mía, esa esperanza? ¿Por qué esa esperanza que desde las más oscuras horas de mi infortunio, se abre paso luminosamente?"