Conferencia
dada en Bombay, India. Misión de los 80
28
de octubre de 1981
En
un pequeño pueblo campesino, al pie de los montes más altos de
Occidente, en la lejana Sudamérica, dimos nuestro primer mensaje.
¿Qué
dijimos entonces?
Dijimos:
sin fe interna, sin fe en uno mismo hay temor; el temor produce
sufrimiento, el sufrimiento produce violencia; la violencia produce
destrucción. Por ello, la fe en uno mismo supera la destrucción.
Y
también dijimos: hay muchas formas de violencia y destrucción. Hay
una violencia física, una violencia económica, una violencia
racial, una violencia religiosa, una violencia sicológica y una
violencia moral.
Y
denunciamos las formas de violencia y entonces nos dijeron que
debíamos callarnos.
Y
nos callamos, pero antes explicamos: "Si es falso lo que hemos
dicho, pronto desaparecerá. Si es verdadero, no habrá poder en el
mundo capaz de detenerlo".
Pasaron
12 años de silencio y ahora hablamos nuevamente y nos escuchan miles
y miles en los distintos continentes de la Tierra.
Y
en el oeste cínico, ahora nos dicen: "¿Cómo puede ser que
alguien te escuche si no prometes dinero, ni prometes la felicidad;
ni haces milagros, ni curas; si no eres un maestro, si eres
simplemente un hombre como todos?" "Nada hay de
extraordinario en ti: no eres un ejemplo a seguirse, no eres un
hombre sabio o alguien que ha descubierto una nueva verdad... Y ni
siquiera hablas nuestra propia lengua. ¿Cómo es posible que alguien
quiera escucharte?"
¡Oh,
hermanos del Asia, ellos no entienden la voz que habla de corazón a
corazón!
Ellos
han logrado un cierto nivel de desarrollo material. Han logrado un
nivel material que también nosotros necesitamos. Pero queremos
desarrollo y progreso sin su suicidio, sin su alcoholismo, sin su
drogadicción, sin su locura, sin su violencia, su enfermedad y su
muerte.
Nosotros
somos gentes comunes, pero no somos cínicos, y cuando hablamos de
corazón a corazón, los hombres buenos en todas las latitudes nos
entienden y nos quieren.
¿Y
qué decimos hoy desde India, palpitante corazón del mundo? Desde
India cuya reserva espiritual y moral ha sido y será enseñanza y
respuesta para un mundo de mente enferma.
Decimos:
"¡Trata a los demás como quieres que te traten a ti!"
No
hay acto humano superior a éste, no hay moral más elevada que ésta.
Cuando el ser humano comprende ésto y lo lleva a la práctica en
cada día y en cada hora de su día, progresa y hace progresar a
otros con él.
La
Tierra se deshumaniza y se deshumaniza la vida y la gente pierde fe
en sí misma y en la vida.
Por
ello, Humanizar la Tierra, es humanizar los valores de la vida. ¿Qué
cosa hay más importante que superar el dolor y el sufrimiento en los
demás y en uno mismo?
Hacer
progresar la ciencia y el conocimiento es un valor si va en la
dirección de la vida.
La
generación y distribución justa de los medios de subsistencia; la
medicina; la educación; la formación de intelectuales con
sensibilidad social, son tareas que deben entenderse con el
entusiasmo y la fe que merece toda obra que lucha por superar el
dolor en los demás.
Bueno
es todo lo que mejora la vida. Malo es todo lo que se opone a la
vida.
Bueno
es lo que une al pueblo. Malo aquello que lo desune.
Bueno
es lo que afirma: "¡Todavía hay futuro!" Malo es decir:
"No hay futuro ni sentido en la vida".
Bueno
es dar a los pueblos fe en ellos mismos. Malo es el fanatismo que se
opone a la vida.
Humanizar
la Tierra es humanizar también a quienes tienen influencia y
decisión sobre otros, para que escuchen la voz de los que necesitan
superar la enfermedad y la pobreza.
Nuestra
Comunidad no es política ni religiosa y se inspira en las grandes
enseñanzas que predicaran la tolerancia entre los hombres. Y esta
tolerancia va más lejos, porque pone como el valor más alto de todo
acto humano, a este principio: "Trata a los demás como quieres
que te traten a ti".
Unicamente
si se pone en práctica este principio opuesto a la insensibilidad,
al egoísmo y el cinismo, se podrá comenzar a humanizar la Tierra.
Nuestra
Comunidad es una fuerza moral tolerante y no violenta, que predica
como valor más alto: "¡Trata a los demás como quieres que te
traten!"
Este
es el impulso moral que se debe canalizar en las nuevas generaciones
y que debe practicar quien verdaderamente desee comenzar a Humanizar
nuestra Tierra.
Muchas
personas quieren perfeccionarse, muchos quieren superar su confusión
interior y su enfermedad espiritual y creen que pueden hacerlo
cerrando los ojos al mundo en que viven, y yo digo que crecerán
espiritualmente sólo en el caso de que comiencen por ayudar a otros
a superar el dolor y el sufrimiento.
Por
ello la Comunidad propone actuar en el mundo: no abandonar el
partido, ni la organización a la que se pertenece, todo lo
contrario. Si uno cree que su organización puede contribuir a
superar el dolor y el sufrimiento uno debe militar entusiastamente
allí, y si allí hay defectos, uno debe empujar para corregir y
convertirlos en instrumentos al servicio de la humanización. Porque
si no se renueva la fe en uno mismo, en el sentido en que uno puede
contribuir al progreso y si no se renueva la fe en las posibilidades
de cambio de los otros (aún cuando existan defectos) quedaremos
paralizados ante el futuro y entonces sí, triunfará la
deshumanización de la Tierra.
Formar
comunidades de familia, de compañeros de trabajo, de amigos, de
vecinos, formarlas en las ciudades y en los campos como fuerza moral
que dé fe en sí mismos a los individuos y los conjuntos humanos,
será crecer espiritualmente mirando el rostro de tu hermano para que
también crezca.
Y
si crees en Dios, considera su infinita bondad y su designio de que
el ser humano se ponga un día en pie y honre a la Tierra
humanizándola.
Debes
empezar una vida nueva y debes tener fe en que puedes hacerlo.
Pero
ya hemos hablado demasiado y necesitamos ahora hacer.
Para
que lo dicho sea posible, acompáñame en un acto libre, valiente y
profundo que sea además un compromiso...
Pongámonos
en pie y preguntemos a nuestro propio corazón: "¿Es necesario
para mí y para otros que fortalezca mi fe en la vida?"
Entonces,
en silencio, escuchemos la respuesta de nuestra voz interna. "¿Es
necesario para mí y para otros que fortalezca mi fe en la vida?"
"¿Quiero
fortalecer mi fe en la vida?"
"¿Creo
firmemente que se fortalecerá mi fe en la vida?"
"¡Entonces,
que brote en mí la fuerza y la luz de la vida!"
Hoy,
y no mañana, inicia una vida nueva. Saluda a tu padre y a tu madre,
a tu marido o a tu mujer; a tu amigo y tu enemigo, y diles con el
corazón abierto: "Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mí".
Y explícales luego lo que pasó para que ellos también puedan
llevar este mensaje de reconciliación.
Ahora
para todos: ¡PAZ, FUERZA Y ALEGRIA!