Estimados amigos:
Desde hace tiempo recibo
correspondencia desde distintos países pidiendo explicación o
ampliaciones sobre temas que aparecen en mis libros. En general se
reclama clarificación sobre asuntos tan concretos como la violencia,
la política, la economía, la ecología, las relaciones sociales y
las interpersonales. Como se ve, las preocupaciones son muchas y
diversas y es claro que en esos campos tendrán que ser los
especialistas los que den respuesta. Por supuesto que ese no es mi
caso.
Hasta donde sea posible
trataré de no repetir lo ya escrito en otros lugares y ojalá pueda
esbozar en pocas líneas la situación general que nos toca vivir y
las tendencias más inmediatas que se perfilan. En otras épocas se
hubiera tomado como hilo conductor de este tipo de descripción una
cierta idea de “malestar de la cultura” pero hoy, en cambio,
hablaremos de la veloz modificación que se está produciendo en las
economías, en las costumbres, en las ideologías y en las creencias,
tratando de rastrear una cierta desorientación que parece asfixiar a
los individuos y los pueblos.
Antes de entrar en tema
quisiera hacer dos advertencias: una referida al mundo que se fue y
que parece ser considerado en este escrito con una cierta nostalgia y
otra que apunta al modo de exponer en el que podría verse una total
ausencia de matices, llevando las cosas a un primitivismo de planteo
que en realidad no formulan de ese modo aquellos que nosotros
criticamos. Diré que quienes creemos en la evolución humana no
estamos deprimidos por los cambios sino que más bien deseamos un
incremento en la aceleración de los acontecimientos mientras
tratamos de adaptarnos crecientemente a los nuevos tiempos. En cuanto
al modo de expresar la argumentación de los defensores del “Nuevo
Orden” puedo comentar lo siguiente: al hablar de ellos no han
dejado de resonar en mí los acordes de aquellas diametrales
ficciones literarias, 1984 de Orwell y Un mundo feliz
de Huxley. Esos magníficos escritores vaticinaron un mundo futuro en
el que por medios violentos o persuasivos el ser humano terminaba
sumergido y robotizado. Creo que ambos atribuyeron demasiada
inteligencia a los “malos” y demasiada estupidez a los “buenos”
de sus novelas, movidos tal vez por un pesimismo de trasfondo que no
es el caso interpretar ahora. Los “malos” de hoy son personas con
muchos problemas y una gran avidez, pero en todo caso incompetentes
para orientar procesos históricos que claramente escapan a su
voluntad y capacidad de planificación. En general se trata de gente
poco estudiosa y de técnicos a su servicio que disponen de recursos
parcelados y patéticamente insuficientes. Así es que pediré no
tomar muy en serio algunos párrafos en los que en realidad nos
divertimos poniendo en sus bocas palabras que no dicen, aunque sus
intenciones vayan en esa dirección. Creo que hay que considerar
estas cosas fuera de toda solemnidad (afín a la época que muere) y,
en cambio, plantearlas con el buen humor y el espíritu de broma que
campea en las cartas intercambiadas por las gentes verdaderamente
amigas.
1. La situación actual
Desde el comienzo de su
historia la humanidad evoluciona trabajando para lograr una vida
mejor. A pesar de los avances hoy se utiliza el poder y la fuerza
económica y tecnológica para asesinar, empobrecer y oprimir en
vastas regiones del mundo destruyendo además el futuro de las nuevas
generaciones y el equilibrio general de la vida en el planeta. Un
pequeño porcentaje de la humanidad posee grandes riquezas mientras
las mayorías padecen serias necesidades. En algunos lugares hay
trabajo y remuneración suficiente, pero en otros la situación es
desastrosa. En todas partes los sectores más humildes sufren
horrores para no morirse de hambre. Hoy, mínimamente, y por el solo
hecho de haber nacido en un medio social todo ser humano requiere
adecuada alimentación, sanidad, vivienda, educación, vestido,
servicios... y llegando a cierta edad necesita asegurar su futuro por
el tiempo de vida que le quede. Con todo derecho la gente quiere eso
para ella y sus hijos, ambicionando que estos puedan vivir mejor. Sin
embargo, esas aspiraciones de miles de millones de personas hoy no
son satisfechas.
2. La alternativa de un
mundo mejor
Tratando de moderar los
problemas comentados, se han hecho diferentes experimentos económicos
con desparejos resultados. Actualmente se tiende a aplicar un sistema
en el que supuestas leyes de mercado regularán automáticamente el
progreso social, superando el desastre producido por las anteriores
economías dirigistas. Según este esquema las guerras, la violencia,
la opresión, la desigualdad, la pobreza y la ignorancia, irán
retrocediendo sin producirse mayores sobresaltos. Los países se
integrarán en mercados regionales hasta llegar a una sociedad
mundial sin barreras de ningún tipo. Y así como los sectores más
pobres de los puntos desarrollados irán elevando su nivel de vida,
las regiones menos avanzadas recibirán la influencia del progreso.
Las mayorías se adaptarán al nuevo esquema que técnicos
capacitados, u hombres de negocios, estarán en condiciones de poner
en marcha. Si algo falla, no será por las naturales leyes económicas
sino por deficiencias de esos especialistas que, como sucede en una
empresa, tendrán que reemplazarse todas las veces que sea necesario.
Por otra parte, en esa sociedad “libre” será el público quien
decida democráticamente entre diferentes opciones de un mismo
sistema.
3. La evolución social
Dada la situación actual y la
alternativa que se presenta para el logro de un mundo mejor cabe
reflexionar brevemente en torno a esa posibilidad. En efecto, se han
realizado numerosas pruebas económicas que han arrojado desparejos
resultados y frente a ello se nos dice que el nuevo experimento es la
única solución a los problemas fundamentales. Sin embargo, no
alcanzamos a comprender algunos aspectos de esa propuesta. En primer
lugar aparece el tema de las leyes económicas. Al parecer existirían
ciertos mecanismos, como en la naturaleza, que al jugar libremente
regularían la evolución social. Tenemos dificultades para aceptar
que cualquier proceso humano y, desde luego el proceso económico,
sea del mismo orden que los fenómenos naturales. Creemos, por lo
contrario, que las actividades humanas son no-naturales, son
intencionales, sociales e históricas; fenómenos éstos que no
existen ni en la naturaleza en general ni en las especies animales.
Tratándose pues de intenciones y de intereses, tampoco tenemos por
qué suponer que los sectores que detentan el bienestar estén
preocupados por superar las dificultades de otros menos favorecidos.
En segundo lugar, la explicación que se nos da respecto a que
siempre hubo grandes diferencias económicas entre unos pocos y las
mayorías y que, no obstante esto las sociedades han progresado, nos
parece insuficiente. La Historia nos enseña que los pueblos
avanzaron reclamando sus derechos frente a los poderes establecidos.
El progreso social no se produjo porque la riqueza acumulada por un
sector luego haya desbordado automáticamente “hacia abajo”. En
tercer lugar, presentar como modelo a determinados países que
operando con esa supuesta economía libre hoy tienen un buen nivel de
vida, parece un exceso. Esos países realizaron guerras de expansión
sobre otros, impusieron el colonialismo, el neo colonialismo y la
partición de naciones y regiones; recaudaron en base a la
discriminación y la violencia y, finalmente, absorbieron mano de
obra barata, al tiempo que impusieron términos de intercambio
desfavorables para las economías más débiles. Podrá argumentarse
que aquellos eran los procedimientos que se entendían como “buenos
negocios”. Pero si se afirma eso, no podrá sostenerse que el
desarrollo comentado sea independiente de un tipo especial de
relación con otros pueblos. En cuarto lugar, se nos habla del avance
científico y técnico y de la iniciativa que se desarrolla en una
economía “libre” En cuanto al avance científico y técnico ha
de saberse que este opera desde que el hombre inventó la maza, la
palanca, el fuego y así siguiendo, en una acumulación histórica
que no parece haberse ocupado mucho de las leyes del mercado. Si, en
cambio, se quiere decir que las economías abundantes succionan
talentos, pagan equipamiento e investigación y que, por último, son
motivadoras por una mejor remuneración, diremos que esto es así
desde épocas milenarias y que tampoco se debe a un tipo especial de
economía sino sencillamente a que en ese lugar existen recursos
suficientes con independencia del origen de tal potencialidad
económica. En quinto lugar, queda el expediente de explicar el
progreso de esas comunidades por el intangible “don” natural de
especiales talentos, virtudes cívicas, laboriosidad, organización y
cosas semejantes. Este ya no es un argumento sino una declaración
devocional en la que se escamotea la realidad social e histórica que
explica cómo se han formado esos pueblos.
Desde luego, tenemos mucho
desconocimiento para comprender cómo es que con semejantes
antecedentes históricos podrá sostenerse este esquema en el futuro
inmediato pero eso forma parte de otra discusión, la discusión en
torno a si existe realmente tal economía libre de mercado, o si se
trata de proteccionismos y dirigismos encubiertos que de pronto abren
determinadas válvulas allí donde se sienten dominando una situación
y cierran otras en caso contrario. Si esto es así, todo lo que se
agregue como una promesa de avance quedará reservado sólo a la
explosión y difusión de la ciencia y de la tecnología,
independientemente del supuesto automatismo de las leyes económicas.
4. Los futuros experimentos
Como ha sucedido hasta hoy,
cuando sea necesario se reemplazará el esquema vigente por otro que
“corrija” los defectos del modelo anterior. De ese modo y, paso a
paso, continuará concentrándose la riqueza en manos de una minoría
cada vez más poderosa. Es claro que la evolución no se detendrá,
ni tampoco las legítimas aspiraciones de los pueblos. Así es que en
poco tiempo serán barridas las últimas ingenuidades que aseguran el
fin de las ideologías, las confrontaciones, las guerras, las crisis
económicas y los desbordes sociales. Desde luego que tanto las
soluciones como los conflictos se mundializarán porque ya no
quedarán puntos desconectados entre sí. También hay algo seguro:
ni los esquemas de dominación actuales podrán sostenerse, ni
tampoco las fórmulas de lucha que han tenido vigencia hasta el día
de hoy.
5. El cambio y las
relaciones entre las personas
Tanto la regionalización de
los mercados como la reivindicación localista y de las etnias,
apuntan a la desintegración del Estado nacional. La explosión
demográfica en las regiones pobres lleva la migración al límite
del control. La gran familia campesina se disgrega desplazando a la
generación joven hacia el hacinamiento urbano. La familia urbana
industrial y post industrial se reduce al mínimo, mientras las
macrociudades absorben contingentes humanos formados en otros
paisajes culturales. Las crisis económicas y las reconversiones de
los modelos productivos hacen que la discriminación irrumpa
nuevamente. Entre tanto, la aceleración tecnológica y la producción
masiva dejan obsoletos a los productos en el instante de entrar en el
circuito de consumo. El reemplazo de objetos se corresponde con la
inestabilidad y el desplazamiento en la relación humana. La antigua
solidaridad, heredera de lo que en algún momento se llamó
“fraternidad”, ha terminado por perder significado. Los
compañeros de trabajo, de estudio, de deporte, y las amistades de
otras épocas toman el carácter de competidores; los miembros de la
pareja luchan por el dominio, calculando desde el comienzo de esa
relación cómo será la cuota de beneficio al mantenerse unidos, o
cómo será la cuota al separarse. Nunca antes el mundo estuvo tan
comunicado, sin embargo los individuos padecen cada día más una
angustiosa incomunicación. Nunca los centros urbanos estuvieron más
poblados, sin embargo la gente habla de “soledad”. Nunca las
personas necesitaron más que ahora del calor humano, sin embargo
cualquier acercamiento convierte en sospechosa a la amabilidad y la
ayuda. Así han dejado a nuestra pobre gente, ¡haciéndole creer a
todo infeliz que tiene algo importante que perder y que ese “algo”
etéreo, es codiciado por el resto de la humanidad! En esas
condiciones, se le puede contar este cuento como si se tratara de la
más auténtica realidad...
6. Un cuento para
aspirantes a ejecutivos
“La sociedad que se está
poniendo en marcha, traerá finalmente la abundancia. Pero aparte de
los grandes beneficios objetivos, ocurrirá una liberación subjetiva
de la humanidad. La antigua solidaridad, propia de la pobreza, no
será necesaria. Ya muchos están de acuerdo en que con dinero, o
algo equivalente, se solucionarán casi todos los problemas; por
consiguiente los esfuerzos, pensamientos y sueños, estarán lanzados
en esa dirección. Con el dinero se comprará buena comida, buena
vivienda, viajes, diversiones, juguetes tecnológicos y personas que
hagan lo que uno quiera. Habrá un amor eficiente, un arte eficiente
y unos psicólogos eficientes que arreglarán los problemas
personales que pudieran quedar y que más adelante terminarán de
resolver la nueva química cerebral y la ingeniería genética.”
“En esa sociedad de
abundancia disminuirá el suicidio, el alcoholismo, la drogadicción,
la inseguridad ciudadana y la delincuencia, como hoy ya muestran los
países económicamente más desarrollados (?). También desaparecerá
la discriminación y aumentará la comunicación entre las personas.
Nadie estará aguijoneado por pensar innecesariamente en el sentido
de la vida, en la soledad, la enfermedad, la vejez y la muerte porque
con adecuados cursos y alguna ayuda terapéutica, se logrará
bloquear esos reflejos que tanto han detenido el rendimiento y la
eficiencia de las sociedades. Todos confiarán en todos porque la
competencia en el trabajo, en el estudio, en la pareja, terminará
por establecer relaciones maduras.”
“Finalmente, las ideologías
habrán desaparecido y ya no se utilizarán para lavar el cerebro de
la gente. Por cierto que nadie impedirá la protesta o la
disconformidad con temas menores, siempre que para expresarse se
pague a los canales adecuados. Sin confundir la libertad con el
libertinaje, los ciudadanos se reunirán en números pequeños (por
razones sanitarias) y podrán expresarse en lugares abiertos (sin
perturbar con sonidos contaminantes o con publicidad que afee al
“municipio”, o como se llame más adelante).”
“Pero lo más extraordinario
ocurrirá cuando ya no se requiera de control policial sino que cada
ciudadano sea alguien decidido que cuide a los demás de las mentiras
que pudiera tratar de inculcar algún terrorista ideológico. Esos
defensores tendrán tanta responsabilidad social que acudirán
presurosos a los medios de comunicación en los que encontrarán
inmediata acogida para alertar a la población; escribirán
brillantes estudios que serán publicados inmediatamente y
organizarán foros en los que formadores de opinión de gran cultura
esclarecerán a algún desprevenido que todavía pudiera quedar a
merced de las fuerzas oscuras del dirigismo económico, del
autoritarismo, la antidemocracia y el fanatismo religioso. Ni
siquiera será necesario perseguir a los perturbadores porque con un
sistema de difusión tan eficiente nadie querrá acercarse a ellos
para no contaminarse. En el peor de los casos, se los ‘desprogramará’
con eficacia y ellos agradecerán públicamente su reinserción y el
beneficio que les producirá reconocer las bondades de la libertad. A
su vez, aquellos esforzados defensores, si es que no están enviados
específicamente para cumplir esa importante misión, serán gente
común que podrá salir así del anonimato, ser reconocida
socialmente por su calidad moral, firmar autógrafos y, como es
lógico, recibir una merecida retribución.”
“La Compañía será la gran
familia que favorecerá la capacitación, las relaciones y el
esparcimiento. La robótica habrá suplantado al esfuerzo físico de
otras épocas y trabajar para la Compañía desde la propia casa,
será una verdadera realización personal.”
“Así, la sociedad no
necesitará de organizaciones que no estén incluidas en la Compañía.
El ser humano que tanto ha luchado por su bienestar, finalmente habrá
llegado a los cielos. Saltando de planeta en planeta habrá
descubierto la felicidad. Instalado allí será un joven competitivo,
seductor, adquisitivo, triunfador y pragmático (sobre todo
pragmático)... ejecutivo de la Compañía!”
7. El cambio humano
El mundo está variando a gran
velocidad y muchas cosas que hasta hace poco eran creídas ciegamente
ya no pueden sostenerse. La aceleración está generando
inestabilidad y desorientación en todas las sociedades, sean estas
pobres u opulentas. En este cambio de situación, tanto las
dirigencias tradicionales y sus “formadores de opinión”, como
los antiguos luchadores políticos y sociales, dejan de ser
referencia para la gente. Sin embargo, está naciendo una
sensibilidad que se corresponde con los nuevos tiempos. Es una
sensibilidad que capta al mundo como una globalidad y que advierte
que las dificultades de las personas en cualquier lugar terminan
implicando a otras aunque se encuentren a mucha distancia. Las
comunicaciones, el intercambio de bienes y el veloz desplazamiento de
grandes contingentes humanos de un punto a otro, muestran ese proceso
de mundialización creciente. También están surgiendo nuevos
criterios de acción al comprenderse la globalidad de muchos
problemas, advirtiéndose que la tarea de aquellos que quieren un
mundo mejor será efectiva si se la hace crecer desde el medio en el
que se tiene alguna influencia. A diferencia de otras épocas llenas
de frases huecas con las que se buscaba reconocimiento externo, hoy
se empieza a valorar el trabajo humilde y sentido mediante el cual no
se pretende agrandar la propia figura sino cambiar uno mismo y ayudar
a hacerlo al medio inmediato familiar, laboral y de relación. Los
que quieren realmente a la gente no desprecian esa tarea sin
estridencias, incomprensible en cambio para cualquier oportunista
formado en el antiguo paisaje de los líderes y la masa, paisaje en
el que él aprendió a usar a otros para ser catapultado hacia la
cúspide social. Cuando alguien comprueba que el individualismo
esquizofrénico ya no tiene salida y comunica abiertamente a todos
sus conocidos qué es lo que piensa y qué es lo que hace sin el
ridículo temor a no ser comprendido; cuando se acerca a otros;
cuando se interesa por cada uno y no por una masa anónima; cuando
promueve el intercambio de ideas y la realización de trabajos en
conjunto; cuando claramente expone la necesidad de multiplicar esa
tarea de reconexión en un tejido social destruido por otros; cuando
siente que aún la persona más “insignificante” es de superior
calidad humana que cualquier desalmado puesto en la cumbre de la
coyuntura epocal... cuando sucede todo esto, es porque en el interior
de ese alguien comienza a hablar nuevamente el Destino que ha movido
a los pueblos en su mejor dirección evolutiva, ese Destino tantas
veces torcido y tantas veces olvidado, pero reencontrado siempre en
los recodos de la historia.
No solamente se vislumbra una nueva
sensibilidad, un nuevo modo de acción sino, además, una nueva
actitud moral y una nueva disposición táctica frente a la vida. Si
se me apurara a precisar lo enunciado más arriba diría que la
gente, aunque esto se haya repetido desde hace tres milenios, hoy
experimenta novedosamente la necesidad y la verdad moral de tratar a
los demás como quisiera ser tratada. Agregaría que, casi como leyes
generales de comportamiento, hoy se aspira a:
1. una cierta proporción,
tratando de ordenar las cosas importantes de la vida, llevándolas en
conjunto y evitando que algunas se adelanten y otras se atrasen
excesivamente;
2. una cierta adaptación
creciente, actuando a favor de la evolución (no simplemente de la
corta coyuntura) y haciendo el vacío a las distintas formas de
involución humana;
3. una cierta oportunidad,
retrocediendo ante una gran fuerza (no ante cualquier inconveniente)
y avanzando en su declinación;
4. una cierta coherencia,
acumulando acciones que dan la sensación de unidad y acuerdo consigo
mismo, desechando aquellas que producen contradicción y que se
registran como desacuerdo entre lo que uno piensa, siente y hace. No
creo que sea el caso explicar por qué digo que se está “sintiendo
la necesidad y la verdad moral de tratar a los demás como uno quiere
ser tratado”, frente a la objeción que pone el hecho de que así
no se actúa en estos momentos. Tampoco creo que deba alargarme en
explicaciones acerca de lo que entiendo por “evolución”, o por
“adaptación creciente” y no simplemente por adaptación de
permanencia. En cuanto a los parámetros del retroceder o avanzar
frente a grandes o declinantes fuerzas, sin duda que habría que
contar con indicadores ajustados que no he mencionado. Por último,
esto de acumular acciones unitivas frente a las situaciones
contradictorias inmediatas que nos toca vivir o, en sentido opuesto,
desechar la contradicción, a todas luces aparece como una
dificultad. Eso es cierto, pero si se revisa lo comentado más arriba
se verá que he mencionado todas estas cosas dentro del contexto de
un tipo de comportamiento al que hoy comienza a aspirarse bastante
diferente del que se pretendía en otras épocas.
He tratado de anotar algunas
características especiales que se están presentando
correspondientes a una nueva sensibilidad, una nueva forma de acción
interpersonal y un nuevo tipo de comportamiento personal que, me
parece, han rebasado la simple crítica de situación. Sabemos que la
crítica es siempre necesaria, ¡pero cuánto más necesario es hacer
algo diferente a lo que criticamos!
Reciban con ésta, un gran
saludo.
21 de febrero de 1991