La
situación mundial y la condición humana - Silo - Mendoza, Argentina, 2003
¿Que
es lo que estamos viendo?.
Una
tendencia muy fuerte de Estados Unidos a dominar el mundo. Por
las
buenas
o por las malas.
El
objetivo es imponer una forma de vida y una ideología basada en
los
"valores
de Occidente", que no están muy bien definidos pero
que
podríamos
caracterizar como una mezcla de ultra-liberalismo
económico,
democracia
formal y cristianismo en su versión más decadente
de
intolerancia
y negación de la vida.
Este
avance se despliega con fuerza en la presencia en Afganistán, en
la
invasión
de Irak, en las amenazas a Siria e Irán y Corea, en las
presiones
y chantajes para constituir en Latinoamérica una zona franca
de
intervención económica (ALCA), en la exigencia de apoyo de todos
los
otros
países y en particular de la CEE a cualquiera de sus iniciativas
de
"política" exterior, en la negación a adherir a los
tratados
internacionales
como el protocolo de Kyoto, la Corte Internacional de
Justicia,
ubicándose por encima de todos los otros países, en el
desprecio
de las resoluciones de la ONU, en los discursos sobre el Bien
y
el Mal, en la afirmación de "quienes no están con nosotros
están
contra
nosotros", en la desinformación sistemática del pueblo de
Estados
Unidos
y en la creciente presión para evitar el disenso dentro de
este
país.
Es probable que estemos asistiendo a un intento de constituir
un
Imperio.
Este imperio tendría un carácter mundial, debido a la
interconexión
existente entre todos los puntos del planeta, situación
que
por primera vez se presenta como posibilidad en nuestro planeta.
Si
este intento tuviera éxito, asistiríamos a una consolidación de
la
potencia
de Estados Unidos y a un "nuevo orden mundial" que
impondría,
por
la convicción o por la fuerza, su ideología a toda la
población
mundial.
Antes
de la consolidación definitiva se producirían ásperos
conflictos
en
diversos puntos, con su secuela de muerte y miseria, para
finalmente
llegar
a una 'rendición generalizada', en la que no faltarían focos
de
resistencia
permanente.
Este
imperio impondría su ley durante un cierto período, difícil
de
estimar,
y luego comenzaría su decadencia hasta su extinción
definitiva.
Otros
escenario posible es una extrema agudización de los conflictos
y
alguna
suerte de 'accidente' nuclear y/o ecológico, que provocaría
graves
daños a la población mundial, con millones de muertos y
la
desaparición
de la faz de la tierra de numerosas ciudades densamente
pobladas.
En
este caso, luego de la catástrofe, que haría retroceder la
evolución
humana
a etapas anteriores - en un salto atrás en principio
indeterminable
-, el ser humano recomenzaría desde el punto en el que se
encuentre
para retomar su camino evolutivo, sorteando – como siempre -
las
dificultades que se irían presentado a medida que avanza.
Una
tercera posibilidad es que el Imperio no llegue a constituirse
y
tampoco
se produzca una catástrofe. Esta sería la situación
más
interesante.
Estados
Unidos no parece encontrarse en óptimas condiciones para
aspirar
a constituirse como Imperio.
No
cuenta con el poderío económico que poseía hace unos años,
su
economía
lleva una tendencia aceleradamente negativa.
Sin
este poderío económico podría encontrarse en dificultades
para
desplegar
y aumentar su potencia militar en la medida necesaria y
tampoco
contaría con los medios suficientes para comprar el apoyo de
otros
países.
Tampoco
parece contar con líderes capaces de arrastrar multitudes por
el
período
de tiempo necesario, menos aún de instaurarse en la
conciencia
colectiva
como un gran conductor planetario. El país y sus líderes
han
perdido
una enorme cantidad de prestigio y consenso.
Las
decisiones y movidas realizadas a partir del 11 de septiembre,
fecha
en
la que se coaguló una gran cantidad de consenso y apoyo hacia
Estados
Unidos
como reacción al atentado de Nueva York, ha consumido
rápidamente
ese
consenso.
La
arbitrariedad, la arrogancia y la estupidez puestas de manifiesto
han
obtenido
como resultado un progresivo rechazo de los otros países, ya
sea
en la persona de sus dirigentes como en sus poblaciones.
Esta
progresiva pérdida de prestigio ha transformado aquello que en
un
pasado
reciente podía constituir un modelo al cual las
poblaciones
aspiraban
en una especie de cáncer a evitar, ya sea mediante
escaramuzas
diplomáticas
o con la oposición frontal.
Prueba
de esto son las oceánicas manifestaciones contra la invasión
de
Irak
realizadas en todo el mundo y también la respuesta de la ONU
al
pedido
de apoyo para esta invasión.
Esta
reacción también se observa en una tendencia general a
la
organización
en regiones, En algunos casos esta tendencia es evidente,
como
en Europa, donde se tiende a ampliar la CEE y a dotarla
de
instrumentos
de decisión comunes.
Esa
tendencia se manifiesta en Latinoamérica, con la
progresiva
formación
de un polo de países que se proponen resistir al intento de
Estados
Unidos de convertirlos en su zona económica de
dominación
incontrastada.
Algunas
señales llegan también de Rusia, quien refuerza el vínculo con
los
países de Medio Oriente.
Se
pueden visualizar otras regiones, basadas en cercanía geográfica
y
afinidad
cultural, tales como Asia y África.
Esta
progresiva configuración de entidades regionales constituiría
una
situación
sumamente diferente a la precedente, modificando el
equilibrio
mundial
mediante una distribución más balanceada del poder.
Lo
que luego resultaría en términos de decisiones y
tendencias,
representaría
un nuevo capítulo en la historia humana.
Tal
vez se pudiera contar a partir de allí con una mayor inteligencia
y
compresión
de los procesos humanos y un mayor interés en dar
respuestas
evolutivas
a las complejas situaciones que se irían presentando.
De
esta manera la humanidad habría sorteado una difícil
encrucijada,
eligiendo
la mejor dirección.
La
condición humana
El
hombre actual cuenta con 40.000 años aproximadamente. Casi
nada,
comparado
con los millones de años del Universo.
Algunas
de las características que el ser humano ha presentado desde
sus
orígenes,
son la curiosidad, la determinación y la propensión al
cambio.
En
todo caso el elemento clave del cambio siempre fue: diferir
la
respuesta,
imaginar un futuro, sin “llevárselo por delante” con
respuestas
mecánicas y reflejas al estilo de los animales.
Es
decir que (el hombre) pudo esperar y darse un tiempo para dar
la
respuesta;
pudo representarse en su cabeza algo que le hizo diferir
la
respuesta.
Las
transformaciones históricas siempre se produjeron gracias a
la
acumulación
de acciones humanas en una misma dirección, acumulación
de
respuestas
diferidas, de discusiones con lo establecido, de
futuros
imaginados.
Grandes
dificultades se le han presentado al ser humano en su
camino:
guerras,
enfermedades, catástrofes naturales, inquisiciones,
oscurecimiento
general de la conciencia... parecería que a costa degrandes
esfuerzos, de siempre renovados intentos de superación
del
sufrimiento,
ha logrado seguir su camino.
Muchas
especies se extinguieron antes que él, especies aparentemente
más
poderosas,
más fuertes, mejor adaptadas.
¿De
qué camino se trata?. ¿De una enconada y persistente lucha por
la
conservación
de la especie?. ¿De una carrera de progreso tecnológico
indefinido
que apunta a la nada?.
¿De
una sucesión de generaciones para las cuales el mayor objetivo es
la
apropiación
del poder?. ¿De una pasión inútil en la cual los individuos
nacen
y mueren sin haber comprendido el sentido de esa vida y de
esa
muerte?
Considerar
la existencia de una intencionalidad evolutiva universal nos
hace
comprender mejor el camino del ser humano y también su
posible
destino.
Ensayemos
esta hipótesis: “la especie humana evoluciona hacia
el
amor y la compasión”.
Si
interpretamos la historia humana desde ese punto de vista,
podemos
claramente
individualizar momentos evolutivos y momentos regresivos. Y
también
elegir entre posibilidades, como siempre ha hecho el hombre en
la
historia, independientemente de la época en que su vida
se
desarrollaba
y de su condición cultural y social.
Este
es el profundo sentido de la acción humana, que va más allá de
la
efectivización
de los proyectos particulares, inmersos en la propia
dimensión
individual - temporal.
Esto
es lo que marca una profunda diferencia entre aquellos que
trabajan
para
superar el sufrimiento en si mismos y en los demás y aquellos
otros,
que aparecen como indiferentes ante el dolor ajeno. Unos en
sintonía,
otros a contramano del proceso histórico mayor.
Estamos
hablando de acumulación histórica, de correntada evolutiva, de
la
invitación a percibirse como el ser histórico y social que uno
en
realidad
es.
En
este momento lo más importante es la posibilidad de que
esta
acumulación
histórica produzca un cambio significativo en el ser humano.
Los
procesos acumulativos suelen producir - en ciertos momentos -
saltos
de
cualidad.
Si
bien desde el punto de vista biológico no se advierten cambios
de
importancia
en los últimos 10.000 años, puede ahora surgir en el hombre
una
voluntad de transformación de la propia estructura de su
conciencia.
Es
posible el intento de querer transformarse a si mismo, modificando
el
modo
de pensar y el modo de estructurar lo que llamamos realidad.
Es
posible una modificación en el funcionamiento de los
resortes
profundos
de la conciencia, impulsada por la acumulación del
proceso
histórico.
Esta
tendencia es detectable. Uno puede detectarla en uno mismo y en
los
demás,
en el comportamiento, el enfoque, y el modo de plantear los
problemas
individuales y sociales.
En
esta época el ser humano ha comenzado a cambiar su
estructura
corporal:
modifica sus tejidos, huesos, órganos, etc., implanta
nuevas
prótesis
y en breve comenzará a modificar su estructura genética.
Pero
una
modificación de mayor envergadura está en ciernes: la
de la
intencionalidad
de su conciencia.