Silo - Plaza de Mayo
14/05/1999
Discurso de Silo en el acto
del Partido Humanista
del 14 de mayo de 1999 en
Capital Federal
Amigos, compañeras y
compañeros.
Lía Méndez ha desarrollado
los puntos claves que forman parte de la plataforma del humanismo:
Lía Méndez nos habló de la
estafa que han sufrido los jubilados, del vaciamiento de las cajas;
de la inseguridad (que no se refiere simplemente a la inseguridad
física en la calle), sino de la inseguridad como estilo de vida dada
por la desocupación creciente, por la educación cada vez más
deficiente, por la pobreza y la marginación de las que un Estado
cada vez más inexistente no puede hacerse cargo, dejando todo
librado a la dinámica del mercado. La inseguridad física, que es la
más espectacular, debe comenzar a corregirse al redefinir
correctamente el rol de las fuerzas de seguridad, al reformar sus
programas de estudio y capacitación y al promover la elección
directa de los comisarios, del mismo modo que con la carrera judicial
y la elección directa de los jueces se debe realizar un importante
avance en el que además se rescate a los jueces decentes hoy
abrumados por tanto colega corrupto. También habló de la inmunidad
de los funcionarios que se garantizan la impunidad al estilo
pinochetista, pasando de un cargo a otro. La ley de responsabilidad
política debe servir para hacer responsable de sus actos a cualquier
funcionario al tiempo que prevea el desafuero y el juicio político
para todo candidato electo que no cumpla las promesas y compromisos
contraídos. Al pedir la penalización del delito ecológico, Lía
Méndez dejó en claro que se debe eliminar la concepción según la
cual una empresa puede contaminar a cambio de una simple multa.
Sobre la Convertibilidad, la
deuda externa y la dolarización las cosas fueron muy claramente
expuestas.
La Convertibilidad ha servido
para que los capitales golondrinas vacíen el país, para aumentar la
deuda externa y para destruir nuestra industria, generando
desocupación y pobreza. La estabilidad actual depende del ingreso de
capitales extranjeros y del endeudamiento continuo. Se
debe abolir la Convertibilidad,
garantizando que las deudas de la gente se mantengan al mismo valor
en pesos. Se debe modificar el tipo de cambio para detener la
destrucción del aparato productivo y las fuentes de trabajo. Se debe
garantizar la estabilidad monetaria mediante el superávit fiscal a
lograr por el no pago de los intereses de la deuda externa y por el
cobro de mayores impuestos a los que más tienen.
La deuda externa, originada
durante el gobierno militar y duplicada durante el gobierno de Menem,
es la cadena que nos hace depender de la banca usurera y el FMI,
quien dicta las políticas económicas y laborales a nuestro país.
Cada vez pagamos más, cada vez tenemos menos, y cada vez debemos
más. Y la gente cada vez peor. No
se deben pagar más intereses,
que ya representan el 15 % del presupuesto. Ya se pagó demasiado, y
no se puede seguir sacrificando al pueblo a favor de la banca. Se
debe formar una comisión que estudie el origen de cada partida de la
deuda, porque hubo mucha corrupción en su conformación, y no se
pagará lo que no corresponda. Y para los que dicen que si no se paga
nos va a ir mal, que nos expliquen si ahora nos está yendo bien y
cuál es el final de todo esto de seguir así las cosas.
El proyecto de dolarización
supone la entrega total de nuestra política monetaria a la Reserva
Federal de los EEUU, quien pasará a decidir qué bancos funcionarán,
a quien deberán prestarle y a quien no. Si con la convertibilidad ya
dependemos de los capitales extranjeros, a partir de la dolarización
será directamente EEUU quien decida, junto a la banca extranjera,
cuánta plata debe circular en Argentina, y quien la debe tener. Se
debe fortalecer la estabilidad de la moneda propia con superávit
fiscal.
Desdolarizar la economía, y efectuar acuerdos con países de la
región, para crear una moneda latinoamericana que permita el
comercio internacional prescindiendo del dólar.
Este ideario debe ser puesto
en marcha con urgencia, no va quedando ya mucho margen para seguir
así sobre todo a partir de estas crisis que se están precipitando y
que están marcando un cambio importante en el cuadro general de
situación.
Muchos piensan que no es
posible cambiar el estado de las cosas dada la situación regional y
mundial en la que la globalización está decidiendo situaciones. En
primer lugar, la llamada “globalización” no es sino la extensión
de la influencia del Imperio yanqui que día a día va imponiendo sus
parámetros. Se trata de una globalización dirigida y no de un
proceso que resulta del simple desenvolvimiento de la historia como
ocurre, en efecto, con la mundialización que se desarrolla en todas
las direcciones y latitudes y en donde las influencias de unos puntos
sobre otros, de unas culturas sobre otras, de unas religiones, de
unos estilos de vida, son recíprocas y van contribuyendo al
intercambio en dirección a una civilización total y, en definitiva,
en dirección a una nación humana universal... Esta nación humana
universal, esta pluralidad de pueblos, esta diversidad en la unidad
humana tiende a desarrollarse pese a la uniformidad que han
pretendido establecer los imperios en su momento de máxima
expansión. Entramos ahora en el momento en que un imperio está
logrando su máximo poder, en que está doblegando los estilos de
vida de los pueblos y en que está barriendo con las entidades
nacionales y culturales. Todo esto lo está haciendo con dinero y
bayonetas y, desde luego, eso no augura un final civilizado para sí
mismo y para los pueblos que han caído bajo su influencia.
Todo lo anterior va acompañado
por una enorme descomposición que irradia desde ese centro hacia los
lugares más remotos. Un imperio que internamente entra en
putrefacción, en el que las tasas de delincuencia, alcoholismo,
drogadicción, suicidio y depresión trepan sin freno, en el que los
niños comienzan a asesinarse entre sí, en el que la vida de los
adultos ha perdido sentido, en el que la vida de los ancianos es un
largo recuerdo de frustración. Un imperio que empieza a ser modelo
de las minorías privilegiadas de los pueblos dependientes, un
imperio al que rinden culto los decadentes de todas las latitudes,
poco a poco empieza su declinación, pero esto no es tan fácil de
comprender en los momentos de su aparente esplendor. Así las cosas,
cuando las crisis del sistema se suceden empiezan a desarrollarse
también las nuevas ideas y los nuevos ímpetus de libertad.
¡Qué vamos a discutir cuando
nos hablan de economía globalizada, de derecho internacional
globalizado! Para nosotros se trata simplemente de prácticas
imperialistas de dominación y en tales casos los pretextos son de
cualquier tipo. Tomemos por ejemplo el bloqueo económico criminal
impuesto a Cuba desde hace décadas; tomemos la última crisis a la
que han sido arrojados los pueblos de Europa... A través de una
alianza militar, Estados Unidos interviene extracontinentalmente,
bombardea los balcanes y salta por encima de las Naciones Unidas que
se supone es el foro internacional destinado a la discusión y
solución de conflictos. Nada de esto admite ya pretextos de ocasión
porque últimamente basta con decir que cualquier cosa que haga
Estados Unidos en cualquier lugar del mundo se justifica por la
“defensa de sus intereses”. Así, ya no es necesaria
argumentación alguna.
Nuestro país y la región
latinoamericana, deben buscar su propia vía de liberación y
desarrollo, esa vía que no será con seguridad la que se nos impone
con el pretexto de la “globalización”. El partido humanista
propone su propia vía de acción y lógicamente, se opone al esquema
impuesto actualmente. El momento actual es especialmente oportuno
para avanzar en las propuestas y en la acción... El gobierno
tambalea y las críticas se hacen oír desde todos los sectores
sociales
¡Es evidente, Carlitos, que
tu suerte se acabó¡ Es evidente ahora lo que desde hace mucho
tiempo venimos diciendo: este modelo se está agotando solo que mucha
gente es un poco lerda de entendederas y cree que Menem recién
comienza su mandato. Ahora ya es posible que este funcionario
renuncie y se acoja a los beneficios de la jubilación como también
hemos dicho en otras ocasiones. Es más, hemos levantado cientos de
miles de firmas en todo el país pidiendo esta renuncia. Hace rato
que venimos pidiendo esta renuncia, pero algo ha cambiado porque los
conformistas de antes, esos que nos miraban sobradoramente, ahora se
rasgan las vestiduras frente a nuestra exhortación y gritan que es
inconstitucional pedir la renuncia de este funcionario. Ahora que se
vislumbra esta posibilidad, las personas timoratas dicen que esto
sería una catástrofe, que resultaría muy grave una nueva renuncia
a lo Alfonsín antes de que el período constitucional termine. En
verdad que esto no sería una catástrofe sino un papelón. Esto no
sería una tragedia, sería simplemente una confirmación de que este
esquema no funciona y que las alternancias entre radicales y
justicialistas son, como dirían los músicos: “variaciones sobre
el mismo tema”. Tal vez, si esta renuncia se produjera, deberíamos
agradecer al funcionario presidente por despejar el camino, por
mostrar a todo el país que es el sistema el que debe cambiar, que no
se trata ya más de esa ridícula alternancia bipartidista sino de
empezar a elaborar un nuevo esquema, un nuevo sistema en el que se
pueda empezar la reconstrucción del país... pero el funcionario
presidente no querrá renunciar aunque la situación se deteriore día
a día y aunque tenga que retroceder en sus pretensiones como acaba
de suceder con los recortes en educación.
El análisis de este caso es
muy interesante porque muestra que hay condiciones para profundizar
una lucha en la que se vislumbra la posibilidad de la generalización
del conflicto del que tractorazos, cortes de ruta y bloqueos en todo
el país han formado parte de los elementos que pueden canalizar una
gran marcha federal en la que se expresen los reclamos de los
trabajadores agrarios, industriales y también de los desocupados,
agregándose hoy a la lucha los estudiantes en un conjunto capaz de
formar parte de la vanguardia activa de la futura huelga general. Sin
embargo, el fragmentado movimiento obrero parece desesperar de sus
posibilidades y hay sin duda posturas que se deben revisar. Este es
el caso de ciertas posiciones en las que se considera la
transformación de los sindicatos por industrias en sindicatos por
empresas y que complotan directamente contra la unidad del movimiento
obrero del mismo modo que se debe revisar la llamada “neutralidad”
política de algunas agrupaciones sindicales que en realidad están
comprometidas con el partido gobernante o la Alianza y que, por
tanto, sirven a los intereses de la patronal. Estas agrupaciones
deben definir posturas políticas y comprometerse con un planteo de
cambio de las estructuras del país y a favor de la sanción de la
ley de Propiedad de los Trabajadores tal cual ha planteado el
humanismo en su material básico de propuestas, es decir en su Libro
Naranja que ha llegado a las manos de economistas y referentes del
movimiento obrero.
Pero mientras se profundiza la
crisis, ayudada también por la crisis mundial del sistema, el
funcionario presidente no podrá renunciar porque tal cosa
comprometería la situación general. Sus pretendidos sucesores, sean
de su partido o de la falsa oposición, están gestando un pacto de
gobernabilidad, un pacto que garantice no ya un tercer período sino
simplemente la conclusión de este segundo período de desaciertos.
Esta corte de los milagros, se apresta a continuar con el circo donde
no faltan los equilibristas, los saltimbanquis y los enanos, sobre
todo los enanos. Ellos piensan en la sucesión, piensan en sostener
al gobierno y, al mismo tiempo, deben mostrar a la opinión pública
que no han compartido el poder sino que, en todo caso, han sido
víctimas de él. ¿Cómo pretenden hacer creer que no tienen que ver
con este gobierno si están prendidos desde 1989?, uno como
vicepresidente y luego gobernador de Buenos Aires; otro como
vicepresidente y ahora como candidato a gobernador de Buenos Aires;
un tercero como candidato a vicepresidente en la fórmula en la que
acompaña a Duhalde luego de haber sido el delfín de Menem, después
de haber gobernado Tucumán dejándola en la ruina y el desorden de
tal manera que Bussi, el represor, pudo quedarse manejando esa
provincia... Pero también están los saltimbanquis que logrando una
banca peronista se inspiraron para dar el salto y asociarse ahora a
los radicales en una Alianza insustancial que comenzó a gestarse
cuando un gobernador peronista formó un remedo de partido y obtuvo
cinco millones de votos. Por supuesto que esa aventura terminó en la
vergüenza y ahora se encuentra mendicando un puesto de funcionario
en el supuesto futuro gobierno de Duhalde, su antiguo enemigo. No
estamos hablando de los enanos y los saltimbanquis simplemente porque
nos divierten en este grotesco espectáculo, sino porque es una
obligación recordar el desacierto continuo de un electorado que ha
sido engañado con especial facilidad por los corruptos y los
traidores. Debemos preguntarnos nuevamente si millones de argentinos
de buena fe volverán a repetir sus errores en una rueda que hace
recordar a cierta tragedia griega. Como ya se empieza a entender, el
viejo apotegma según el cual los pueblos no se equivocan ha dejado
de ser un dogma de fe, porque, así como sucede con las personas, con
los pueblos ocurre que a veces aciertan y a veces se equivocan.
Ya es hora de cambiar
conductas y seguir un método de higiene mental y política, ese
método consiste en no apoyar nuevamente a todo aquel que haya
traicionado o que haya fallado en sus promesas a las esperanzas del
pueblo. ¡Fácil tarea para empezar a cambiar rumbos: no apoyar
nuevamente a los traidores! De este modo, probablemente no tengamos
que repetir lo que acostumbramos decir en las sucesivas campañas:
“¡Usted se va a equivocar nuevamente!”
¿Ahora, que debemos hacer? A
nuestro juicio es hora de comenzar a construir la opción en serio,
para ello se debe
convocar a todas las fuerzas progresistas desde la base social para
que reconociéndose en la diversidad de las concepciones y del
lenguaje se empiece a caminar en las acciones concretas de oposición
a este modelo. La
unidad de acción, es la única vía posible porque la otra actitud:
la clásica, la de siempre, la de buscar las diferencias
irreconciliables en lugar de los complementos ya está demasiado
explorada y bien sabemos como termina. El Partido Humanista plantea
claramente que no se trata de la formación de frentes electorales
sino de hacer crecer la acción unitaria en un sistema de
coordinación de fuerzas progresistas y esto tendrá que
desarrollarse frente a la incomprensión de algunos que,
inevitablemente, quedarán marginados de este nuevo proceso que la
historia está brindando.
¡Unidad en la diversidad!,
¡unidad en la acción!, ¡unidad en la lucha contra este modelo!,
¡unidad coordinada de todas la fuerzas progresistas!
¡En este día de reafirmación
del espíritu humanista, un fuerte abrazo para todos!