Inauguración de la Sala de Sudamérica
Queridos amigos.
Damos gracias por el apoyo
que hemos recibido de miles de personas en América del Sur. Sus nombres
aparecen grabados en las chapas de acero de aquella gran estela.
Damos gracias al trabajo de
obreros, diseñadores, arquitectos y constructores.
Damos gracias a quienes nos
acompañan en esta celebración.
...Y damos gracias porque podemos inaugurar este lugar abierto a
la reflexión personal, al estudio y al intercambio.
En estos momentos no debemos
olvidar a otros puntos de encuentro que se están demarcando y multiplicando en
los cinco continentes. En muchos de ellos, en numerosas salas y salitas, en
distintas partes del mundo, se escucha y se ve lo que decimos y hacemos hoy
aquí porque, bien sabemos, las palabras y las imágenes ruedan desde estos espacios
inspiradores a los espacios virtuales y desde allí resuenan en los espacios de
la espera.
Muchos de nosotros emplazados
en distintos lugares, estamos alegres con esta celebración. Estamos alegres
porque no debemos agradecer ni a los gobiernos, ni a las empresas, ni a los
poderosos, ni a los medios de difusión. Todo se ha construido aquí y en
distintas partes del mundo gracias a los esfuerzos del Movimiento
Humanista y de un conjunto de personas
que sin especulaciones ni cálculos, ha apoyado el desarrollo de nuestro
Mensaje.
Por tanto, es oportuno
agradecer ahora a ese gran Movimiento citando sus ideales y propuestas
fundamentales que se formalizan en los seis puntos siguientes:
- “En primer lugar, propicia la ubicación del ser humano como valor y preocupación central, de tal modo que nada esté por encima del ser humano, ni que un ser humano esté por encima de otro.
- En segundo lugar, afirma la igualdad de todas las personas y trabaja por la superación de la simple formalidad de iguales derechos ante la ley avanzando hacia un mundo de iguales oportunidades para todos.
- En tercer lugar, reconoce la diversidad personal y cultural afirmando las características propias de cada pueblo y condenando toda discriminación que se realice en razón de las diferencias económicas, raciales, étnicas y culturales.
- En cuarto lugar, auspicia toda tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de las limitaciones impuestas al pensamiento por prejuicios aceptados como verdades absolutas o inmutables.
- En quinto lugar, afirma la libertad de ideas y creencias y,
- en sexto lugar, repudia no solamente las formas de la violencia física sino todas las otras formas de violencia económica, racial, sexual, religiosa, moral y psicológica, como casos cotidianos arraigados en todas las regiones del mundo.”
Esos seis puntos del Humanismo constituyen para nosotros, mensajeros
de un nuevo espíritu, la base de nuestra doctrina social y de nuestro
compromiso de acción en el mundo.
Sin embargo, es en el trato diario con las personas concretas y es
ante las angustias de la propia conciencia cuando uno se pregunta por la
dirección que debe dar a su comportamiento y a su vida.
¿Cómo puede una persona decidir la dirección de su vida si está muy
lejos de tener el control de su situación diaria? ¿Cómo puede una persona decidir libremente por el
sentido de su vida estando sometido a las necesidades que se imponen desde su
propio cuerpo? ¿Cómo puede decidir libremente encadenado como está a un sistema
de urgencias económicas, a un sistema de relaciones de familia, de trabajo y de
amistad que a veces se convierte en un sistema de desempleo y desesperación, de
soledad, de desamparo, de fracaso de las esperanzas? ¿Cómo puede decidir
libremente basándose en una información manipulada y en una exaltación
mediática de antivalores capaz de mostran como máximo modelo de comportamiento
al poderoso que exhibe impúdicamente la violencia, la amenaza, el atropello, la
arbitrariedad y la sinrazón? ¿Cómo puede decidir libremente si los rectores
morales de las grandes religiones justifican o quedan silenciosos ante los
genocidios, las guerras santas, las guerras defensivas o las guerras
preventivas?
Porque la atmósfera social
está envenenada de crueldad, nuestras relaciones personales se hacen cada día
más crueles y el trato que se da uno a sí mismo es también cada vez más cruel.
Los grandes miedos del ser
humano impiden dar a la vida una dirección querida y con significado. Los
temores a la pobreza, a la soledad, a la enfermedad y a la muerte se conjugan y
fortalecen en la sociedad, en los grupos humanos y en los individuos...
Pero a pesar de todo... a
pesar de todo... a pesar de ese
desgraciado encierro, algo leve como sonido lejano, algo leve como brisa
amanecida, algo que comienza suavemente, se abre paso en el interior del ser
humano...
¿Por qué, alma mía, esa
esperanza? ¿Por qué esa esperanza que desde las más oscuras horas de mi
infortunio, se abre paso luminosamente?
.......
Como hoy estamos en una
celebración (y en algunas celebraciones la gente intercambia presentes),
quisiera hacerte un regalo que, por cierto, tú verás si merece ser aceptado. Se
trata, en realidad, de la recomendación más fácil y práctica que soy capaz de ofrecer. Es casi
una receta de cocina, pero confío en que irás más allá de lo que señalen las
palabras...
En algún momento del día o de
la noche, aspira una bocanada de aire e imagina que llevas ese aire a tu
corazón. Entonces, pide con fuerza por ti y por tus seres más queridos. Pide
con fuerza para alejarte de todo aquello que te trae contradicción; pide porque
tu vida tenga unidad. No destines mucho tiempo a esta breve oración, a este
breve pedido, porque bastará con que interrumpas un instante lo que va
sucediendo en tu vida para que en el contacto con tu interior se despejen tus
sentimientos y tus ideas.
Alejar la contradicción es lo
mismo que superar el odio, el resentimiento, el deseo de venganza. Alejar la
contradicción es cultivar el deseo de reconciliación con otros y con uno mismo.
Alejar la contradicción es perdonar y reparar dos veces cada mal que se haya
infligido a otros.
Esta es la actitud que
corresponde cultivar. Entonces, a medida que el tiempo pase comprenderás que lo
más importante es lograr una vida de unidad interna que fructificará cuando lo
que pienses, sientas y hagas vaya en la misma dirección. La vida crece por su
unidad interna y se desintegra por la contradicción. Y ocurre que lo que haces
no queda solo en ti sino que llega a los demás. Por tanto, cuando ayudas a otros
a superar el dolor y el sufrimiento haces crecer tu vida y aportas al mundo.
Inversamente, cuando aumentas el sufrimiento de otros, desintegras tu vida y
envenenas al mundo. ¿Y a quién debes ayudar? Primeramente, a quienes están más
próximos, pero tu acción no se detendrá en ellos.
Con aquella “receta” no
termina el aprendizaje sino que empieza. En aquella “receta” se dice que hay
que pedir, pero ¿a quién se pide? Según lo que creas será a tu dios interno, o
a tu guía o a una imagen inspiradora y reconfortante. Por último, si no tienes
a quién pedir tampoco tendrás a quién dar y entonces mi regalo no merecerá ser
aceptado.
Más adelante podrás
considerar lo que explica el Mensaje en su Libro, en su Camino y en su
Experiencia. Y también contarás con verdaderos compañeros que puedan emprender
contigo una vida nueva.
En aquel simple pedido, hay
también una meditación que se orienta hacia la propia vida. Y ese pedido y esa
meditación irán cobrando fuerza como para transformar las situaciones cotidianas.
Avanzando de ese modo, tal
vez un día captes una señal. Una señal que se presenta a veces con errores y a
veces con certezas. Una señal que se insinúa con mucha suavidad, pero que en
contados momentos de la vida irrumpe como un fuego sagrado dando lugar al
arrobamiento de los enamorados, a la inspiración de los artistas y al éxtasis
de los místicos.
Porque, es conveniente decirlo, tanto las religiones como las
obras de arte y las grandes inspiraciones de la vida salen de allí, de las
distintas traducciones de esa señal y no hay por qué creer que esas
traducciones representen fielmente al mundo que traducen.
Esa señal en tu
conciencia es la traducción en imágenes de lo que no tiene imágenes, es el
contacto con lo Profundo de la mente humana, una profundidad insondable en que
el espacio es infinito y el tiempo eterno.
En algunos momentos de la
historia, se levanta un clamor, un desgarrador pedido de los individuos y los
pueblos. Entonces, desde lo Profundo llega una señal. Ojalá esa señal sea
traducida con bondad en los tiempos que corren, sea traducida para superar el
dolor y el sufrimiento. Porque detrás de esa señal están soplando los vientos
del gran cambio.
Cuando hace muchos años
anunciábamos la caída de un sistema,
muchos se burlaban de lo que para ellos era imposible. Medio mundo, medio
sistema supuestamente monolítico, se derrumbó.
Pero aquel mundo que cayó lo
hizo sin violencia y mostró las cosas buenas que existían en la gente. Es más,
antes de desaparecer desde aquel mundo se propició el desarme y se comenzó a
trabajar seriamente por la paz. Y no
hubo ningún Apocalipsis. En medio planeta se derrumbó el sistema y aparte de
las penurias económicas y la reorganización de las estructuras que padecieron
las poblaciones, no hubo tragedias, ni persecuciones, ni genocidios. ¿Cómo
ocurrirá la caída en la otra mitad del mundo? Que la respuesta al clamor de los
pueblos sea traducida con bondad, sea traducida en la dirección de superar el
dolor y el sufrimiento.
Como seres humanos no somos
ajenos al destino del mundo. Orientemos nuestra vida en dirección a la unidad
interna, orientemos nuestra vida en dirección a la superación de las
contradicciones, orientemos nuestra vida hacia la superación del dolor y el
sufrimiento en nosotros, en nuestro prójimo y en donde podamos actuar.
Que nuestra vida crezca
superando la contradicción y el sufrimiento. Que nuestra vida avance haciendo
avanzar a los demás.
En este día de celebración
quisiera dar un saludo muy afectuoso a todos los que están aquí presentes y
también a aquellos que estando muy alejados en el espacio se encuentran
comunicados con nosotros.
La Reja. 7 de Mayo de 2005.