El sentido de la vida - Declaración de
México
Agradezco la oportunidad que me dan
de dicutir con ustedes algunos puntos
de vista referentes a aspectos
relevantes de nuestra concepción
sobre la vida humana. Digo discutir porque esto no va a ser una disertación
sino que va a ser un intercambio.
Un primer punto de vista a considerar es aquel al que apunta todo
nuestro planteamiento. ¿Es que
nuestro objeto de estudio es el mismo objeto que estudian las
ciencias? Si se tratara del mismo, las
ciencias precisamente tendrian la última palabra.
Nuestro interés está puesto en la existencia humana, pero
no en la existencia humana
como hecho biológico o social ( ya que
con respecto a ese punto hay ciencias
que le dedican su esfuerzo), sino a la existencia humana como
registro cotidiano, como registro diario personal. Porque,
aunque alguien se pregunte por el fenómeno social e histórico que es constitutivo del
ser humano,
ese alguien hará tal pregunta desde
su vida cotidiana; lo hará desde su
situación; lo hará impulsado por
sus deseos, sus angustias, sus
necesidades, sus amores, sus
odios; lo hará impulsados por sus frustaciones, sus
éxitos; lo hará desde algo anterior a la estadística y a la teorización; lo hará desde la vida misma.
Y, ¿ qué es lo comun y, al mismo
tiempo, lo particular en toda existencia
humana? La búsqueda de la felicidad y la
superación del dolor y el sufrimiento es
lo comun y lo particular de toda
existencia humana. Es la
verdad registrable para todos y cada uno de los seres
humanos.
Ahora bien, ¿ cuál es esa felicidad a la que aspira el ser humano? Ella es lo que el ser humano cree. Esta afirmación, un tanto sorprendente, se basa en el hecho de que las personas se
orientan hacia imágenes o ideales felicitarios diferentes. Es más.
El ideal de felicidad cambia con la situación histórica, social y
personal. De ello concluiremos que el ser humano busca lo que cree que lo hará felíz, y de acuerdo a ello lo que cree que lo alejará
de el sufrimiento y el dolor.
Dada la aspiración de felicidad,
aparecerán las resistencias del dolor y el sufrimiento. ¿Cómo podrán
vencerse éstas resistencias? Antes
debemos pre-
guntarnos por la naturaleza de las mismas.
El dolor para nosotros es un hecho físico. Todos tenemos experiencias del
mismo. Es un hecho sensorial,
corporal. El hambre, las inclemencias naturales, la enfermedad, vejez,
producen dolor. Y ese es el punto en que nosotros diferenciamos
de fenómenos que nada tienen que ver con
la sensorial. Unicamente el avance de la
sociedad y la ciencia es el que hace retroceder el
dolor. Y ese es el
campo específico en el que pueden desarrollar sus mejores esfuerzos los
reformadores sociales, los
científicos y por sobre todo
los mismos pueblos generadores
del progreso del que se nutren tales
reformadores y tales científicos.
El sufrimiento, en cambio, es de naturaleza mental. No es un hecho sensorial
del mismo tipo del dolor. La
frustación, el
resentimiento, son estados de los que
también tenemos experiencia, y que no podemos localizar en un órgano
específico, o en un conjunto de
ellos. ¿Es que aún siendo de naturaleza
diferente actúan entre sí el dolor y el sufrimiento? Por cierto que el
dolor motiva también al sufrimiento. En
tal sentido, el avance
social y el avance de
la ciencia hacen retroceder un
aspecto del sufrimiento. Pero
específicamente, ¿dónde hallaremos la solución para hacer retroceder el
sufrimiento?. Esto lo
hallaremos en el sentido de la
vida, y no hay
reforma ni avance científico que aleje
el sufrimiento que da la frustación, el
resentimiento, el temor a la muerte, y el temor en general.
El sentido de la
vida es una dirección a futuro
que dá coherencia a la vida,
que permite encuadre a sus actividades
y que la justifica plenamente. A
la luz del sentido aún el dolor en su componente mental y el sufrimiento en
general, retroceden y se empequeñecen interpretados como
experiencias superables.
Entonces, ¿cuáles son las fuentes del sufrimiento humano?. Son las que producen contradicción. Se sufre por vivir situaciones contradictorias, pero también se sufre por recordar situaciones contradictorias y por imaginar
situaciones contradictorias.
Estas fuentes de sufrimiento han sido llamadas las tres vías del sufrimiento, y ellas pueden
modificarse de acuerdo al estado en que se
encuentre el ser humano respecto del
sentido de la vida.
Tendremos que examinar brevemente estás tres vías
para luego hablar del significado
y la importancia del sentido de la vida.
....... (Pregunta poco audible en la grabación)
Es claro que las
agrupaciones humanas por
ejemplo, son estudiadas por la
sociología. Así como
las ciencias pueden estudiar los astros o los microorganismos. También la biología y la
anatomía, la fisiología, estudian al cuerpo humano desde diferentes puntoss de
vista. La psicología estudia el comportamiento síquico. Todos estos que
estudian (los estudiosos y los científicos),
no estudian su propia existencia.
No hay una ciencia que estudie la
propia existencia. La ciencia
nada dice acerca de la situación que le acontece a una persona cuando
llega a su casa y allí recíbe un portazo, un mal trato, o una caricia.
Nosotros nos interesamos, justamente,
por la situación de la existencia
humana, y por ello no es competencia
nuestra las discuciones que pueda
tener la ciencia. Y también observamos
que la ciencia tiene serias
falencias, serias dificultades
para definir lo que pasa en la existencia. Qué sucede en la existencia
humana, cuál es la naturaleza de la vida
humana con respecto al sentido, cuál es la naturaleza del sufrimiento y del
dolor, cuál es la naturaleza de la
felicidad, cuál es la naturaleza de la
búsqueda de la felicidad. Estos son
objetos de nuestro estudio, de nuestro interés. Desde ese punto de vista podría
decirse que nosotros tenemos una posición frente a la existencia, una posición frente a la
vida, y no una ciencia referida a estas cosas.
.......(Pregunta poco audible en la grabación)
Es claro que nosotros hemos puesto énfasis en ésto que la gente busca aquello que cree que es la
felicidad. El punto está en que se cree una cosa y mañana se cree
otra. Si examinamos en nosotros mismos
lo que creíamos que era la felicidad a los doce años y en el día de hoy,
veremos el cambio de perspectiva; así mismo si consultamos a diez personas,
seguiremos viendo esa diversidad de puntos de vista. En la edad media se tenía una idea general
de la
felicidad distinta a la época de la revolución industrial, y en general
los pueblos y los individuos varían en
su búsqueda de la felicidad. No está
para nada clara la felicidad en cuanto
objeto. Parece que no
existiera tal objeto. Es más bien
un estado de ánimo el que se busca y no un objeto tangible.
A veces a esto se lo confunde en una
determinada forma de propaganda que presenta un
jabón como la felicidad misma.. Desde luego, pero todos
comprendemos que, en realidad, se está tratando de describir un estado, el estado de felicidad, pero no tanto el objeto porque que nosotros
sepamos, no existe tal
objeto. Por consiguiente,
no está claro que cosa sea el estado de felicidad. Nunca se lo ha
definido convenientemente. Es una suerte de escamoteo que se ha hecho y para la
gente no ha quedado nada claro. Bien,
así es que seguiremos avanzando a
menos que haya alguna otra pregunta...
..... (Pregunta poco audible en la grabación).
Esta última pregunta es con respecto al progreso del dolor y el
sufrimiento. Cómo es que el dolor va
superándose con el avance de la sociedad y la ciencia y el sufrimiento no se
supera paralelamente?
Hay alguna gente que sostiene que el
ser humano no ha avanzado para nada.
Es obvio que el ser humano ha
avanzado en su conquista científica, en su conquista de la naturaleza, en su desarrollo. Está
bien, hay desarrollos de las civilizaciones
que son desparejos, de acuerdo, hay problemas de todo tipo pero el ser humano y su civilización han avanzado.
Eso es evidente. Recuerden ustedes otras épocas donde una bacteria hacía estragos, hoy
una droga suministrada a tiempo soluciona el problema rápidamente. Media Europa
sucumbió en un momento por una peste
de cólera. Eso ha sido superado.
Viejas y nuevas enfermedades son combatidas y seguramente serán derrotadas. Las
cosas han cambiado
y han cambiado mucho.
Pero es claro que en materia de sufrimiento una persona de hace cinco mil años y una persona actual, registran
y sufren las mismas decepciones,
registran y sufren temores, registran y sufren resentimientos. Lo registran y lo sufren como si para ellos
no hubiera existido historia, como si en ese campo cada ser humano fuera el
primer ser humano. El dolor va retrocediendo con aquellos avances pero el
sufrimiento no se ha modificado en el
ser humano, no se ha
tenido adecuadas respuestas con respecto a ésto. Y en ese sentido hay una
cosa despareja. Pero, ¿cómo podríamos decir que el ser humano no ha avanzado?
Tal vez porque haya avanzado lo suficiente hoy se esté haciendo éste
tipo de preguntas y también por
eso se esté tratando de dar respuesta a esos
interrogantes que probablemente en otra
época no hubiera sido necesario hacer.
Las tres vías del sufrimiento no
son sino tres vías necesarias para la
existencia humana pero que han sido distorsionadas en su normal
funcionamiento. Trataré de explicarme.
Tanto la sensación de lo que ahora
vivo y percibo, como
la memoria de lo que he vivido y la imaginación de lo que podría
vivir, son vías necesarias a la
existencia humana. Cercenemos
algunas de éstas funciones y la existencia se desarticulará. Acabemos
con la memoria y perderemos hasta
el mismo manejo de nuestro cuerpo. Eliminemos la sensación y
perderemos la regulación del mismo. Detengamos la imaginación y no
podremos orientarnos en ninguna dirección. Estas tres
vías que son necesarias a
la vida, pueden
ser distorsionadas en su funcionamiento convirtiéndose en enemigas de la
vida, en portadoras
de sufrimiento. Así, sufrimos
cotidianamente por lo que percibimos, por lo que recordamos y por lo que
imaginamos.
Hemos dicho en otras oportunidades que se sufre por vivir en una
situación contradictoria tal como la de querer hacer
cosas que se oponen entre sí. También sufrimos por temor a no lograr lo
que deseamos a futuro, o por temor a perder lo que tenemos.
Y, desde luego, sufrimos por lo que hemos perdido, por lo que
no hemos logrado, por aquello que ya sufrimos antes, por
aquella
humillación, aquel castigo, aquel dolor físico que quedó en el pasado, por aquella traición, por aquella
injusticia, por aquella verguenza.Y esos fantasmas que llegan del pasado, son
vividos por nosotros como si fueran
hechos presentes. Ellos, que
son las fuentes del rencor,
del resentimiento y la frustación, condicionan nuestro
futuro y hacen perder la fé
en nosotros mismos.
Discutamos el problema de las tres vías del sufrimiento.
Si las tres vías son las que posibilitan la
vida, ¿cómo es que se han
ido distorsionando? Si se
supone que el hombre
va buscando la felicidad,
debiera ir adecuándose para ir
manejando éstas tres vías a su favor.
Pero, ¿cómo es que de repente esas tres vías son precisamente sus principales
enemigas? Parece ser que en el momento en que se amplió la conciencia del
ser humano, cuando todavía no era un ser muy definido, parece ser que allí mismo,
al ampliarse su imaginación, al ampliarse su memoria y su recuerdo
histórico, al ampliarse su percepción
del mundo en que vivía, en ese mismo momento, al ampliarse una función surgió la
resistencia. Tal cual sucede en las funciones
internas. Como cuando tratamos
de movernos en una
actividad nueva, encontramos
resistencia. Del mismo modo que se
encuentra resistencia en la
naturaleza. En el mismo instante que llueve y cae el agua y va por los ríos y
encuentra resistencia a su paso, en ese
vencimiento de las resistencias llega finalmente a los mares.
El ser humano en su
desarrollo, va encontrando
resistencias. Y al encontrar
resistencias se fortalece y al fortalecerse
integra dificultades y al
integrarlas las supera. Y entonces
todo éste sufrimiento que ha ido
surgiendo en el ser humano en su desarrollo,
ha sido tambien un fortalecimiento del ser humano por encima de ello. De modo que en etapas anteriores ésto del sufrimiento ha de haber contribuído al
desarrollo, en el sentido de crear condiciones justamente para superarlo.
Nosotros no aspiramos al sufrimiento.
Nosotros aspiramos a reconciliarnos incluso con nuestra especie,
que tanto ha sufrido, y gracias a la cual nosotros podemos hacer nuevos
despliegues. No ha sido inútil el
sufrimiento del hombre primitivo. No
ha sido inútil el
sufrimiento de generaciones y
generaciones que han estado limitadas por esas
condiciones. Nuestro agradecimiento es
para aquellos que nos precedieron no obstante su
sufrimiento, porque gracias a ellos podemos intententar nuevas
liberaciones.
Este es el punto acerca de cómo el sufrimiento no nació de
súbito, sino con el desarrollo y la ampliación del hombre. Pero es claro que nosotros no aspiramos, como seres humanos, a seguir sufriendo, sino a
avanzar sobre esas resistencias integrando un
nuevo camino en éste desarrollo.
Pero hemos dicho que hallaremos la solución al problema
del sufrimiento en el sentido de la vida, y hemos definido a ese
sentido como la dirección a futuro que dá coherencia, que permite encuadrar
actividades y que justifica plenamente a la existencia. Esta dirección
a futuro es de máxima
importancia por cuanto, según
hemos examinado, si se corta esta
vía de la imaginación, ésta vía del
proyecto, ésta vía del futuro, la
existencia humana pierde dirección y ello es fuente de inagotable sufrimiento.
Es claro para todos que la muerte aparece como
el máximo sufrimiento del
futuro. Es claro, en esa perspectiva, que la vida tiene
carácter de cosa provisoria. Y es claro
que, en ese contexto, toda construcción humana es una inútil construcción hacia
la nada. Por ello tal vez, el apartar la mirada del hecho de la muerte haya
permitido cambiar la vida como si la
muerte no existiera... Quien piensa
que todo termina para él con la muerte,
podrá alentarse con la idea de
que será recordado por sus espléndidas
acciones, que no se olvidarán de él sus
seres queridos o tal vez las
generaciones venideras. Y, aunque ésto
fuera así, todos marcharían finalmente hacia una nada absurda que
interrumpiría todo recuerdo. También podría pensarse que lo que uno hace
en la vida no es sino responder a
necesidades del mejor modo posible.
Pues bien, ya se
acabarán esas necesidades con la muerte y habrá
perdido sentido toda lucha por salir del reino de la necesidad. Y se
podrá decir que la vida personal carece de importancia en
la vida humana, que por
lo tanto la
muerte personal no tiene significado. Si tal fuera
el caso, tampoco tendría significado la vida ni las acciones personales.
No se justificaría ninguna ley,
ningún compromiso, y no habría,
en esencia, mayores diferencias
entre las acciones benéficas y las
malvadas.
Nada tiene sentido si todo termina con la muerte. Y, si ese es el
caso, el único recurso posible para
transitar por la vida, es animarse con sentidos provisorios, con direcciones provisorias a las cuales aplicar nuestra energía y nuestra
acción. Tal es lo que sucede habitualmente, pero para ello
es necesario proceder negando la realidad de la muerte, es necesario hacer como si ella no existiera
Si se pregunta a alguien qué sentido tiene para él la
vida, probablemente responderá por su familia, o por él prójimo, o por una determinada causa
que según él justifique la
existencia. Y, esos sentidos provisorios, habrán de conferirle dirección para afrontar la existencia, pero a poco que surjan problemas con los
seres queridos, a poco
que se produzca una desilusión con la causa abrazada, a poco que algo cambie en el sentido elegido,
el absurdo y la desorientación volverán por su presa.
Por último, sucede con los sentidos o las direcciones provisorias de vida
que en el caso de alcanzarse ya pierden referencia y por lo tanto dejan de ser
útiles para más adelante y, en el caso
de no alcanzarse, dejan de ser útiles como referencia. Por cierto que luego del fracaso de un
sentido provisorio siempre queda
la alternativa de poner un nuevo sentido provisorio,
tal vez en oposición al que
fracasó. Así, de
sentido en sentido se va borrando
a medida que pasan los años, todo rastro de coherencia y con ello aumenta la
contradicción y, por tanto, el sufrimiento.
La vida no tiene sentido si todo termina con la muerte. Pero, ¿es cierto que todo termina con la
muerte?. ¿Es cierto que no se puede lograr
una dirección definitiva que no
varíe con los accidentes de la vida?,
¿cómo se ubica el ser humano frente
al problema de que todo termina con la muerte?. Examinémoslo pero luego
de discutir lo dicho hasta aquí.
Así como destacamos tres vías del sufrimiento observamos también cinco
estados con referencia al problema de la
muerte y la trascendencia. En éstos cinco estados se puede ubicar cualquier persona.
Un estado en que una persona tiene evidencia indudable
dada por propia experiencia, no
por educación o ambiente. Para ella es
evidente que la vida es un tránsito y que la muerte es un escaso accidente.
Otros tienen la creencia de que el ser humano va a no sé que
trascendencia, y ésta creencia la tienen
dada por educación, dada por
ambiente, no por algo sentido, experienciado, no por algo evidente para ellos, sino por algo que les enseñaron y que ellos aceptan sin experiencia alguna.
Hay un tercer tipo de ubicación frente al sentido de la vida y es el de aquellas personas deseosas de tener una
fé o tener una experiencia. Ustedes se
deben haber encontrado con muchas personas que
dicen :" si yo pudiera creer
en ciertas cosas, mi
vida sería diferente". Hay
muchos ejemplos a mano.
Gentes a las cuales les han sobrevenido muchos accidentes, muchas desgracias,
y que se han sobrepuesto a esos
accidentes, a esas desgracias, porque o
tienen fe o tienen un registro de que
todo ésto, por transitorio o provisorio, no es el agotamiento mismo de la vida sino en todo caso una
prueba, una resistencia que de
algún modo hace crecer en el conocimiento. Incluso pueden haber encontrado gentes que
acepten el sufrimiento como un recurso de aprendizaje. No
es que busquen el sufrimiento (no como otros, que parece que tuvieran una
especial aficción por el sufrimiento).
Estamos hablando de aquellos que simplemente, cuando se dá tal cosa, sacan la
mejor partida de ello. Gentes que
no andan buscando el sufrimiento, todo lo contrario, sino que
dada la situación lo asimilan y
lo integran y lo superan.
Bien. Hay gentes entonces, que se
ubican en ese estado: no tienen fé, no
tienen ninguna creencia, pero desearían
tener algo que les diera aliento y le diera dirección a su vida. Sí, esas
personas existen.
Hay también aquellos que sospechan intelectualmente la posibilidad de que
exista un futuro tras la muerte, que exista una trascendencia. Simplemente
lo consideran posible y
no tienen ninguna
experiencia de trascendencia
ni tampoco tienen ningun tipo de fé, ni tampoco aspiran a
tener experiencia ni a tener fé. Conocerán a esas personas.
Y hay, por
último, aquellos que
niegan toda posibilidad
de trascendencia. También ustedes
reconocerán aquí personas,
y probablemente entre ustedes haya muchos, que
piensan así.
De manera que con diferentes
variantes cada uno puede efectivamente
ubicarse como aquellos
que tienen evidencia y para ellos
es indudable ésto de la trascendencia, o bien como
aquellos que tienen fé porque así la asimilaron cuando pequeños,
o bien aquellos otros que quisieran tener una experiencia o
una fe,
o aquellos otros más que la consideran una posibilidad intelectual sin
hacerse mayores problemas, y éstos otros que la niegan.
Pero aquí no terminamos con el punto de ubicación frente
al problema de la trascendencia. Hay, al parecer, diferentes
profundidades en esto de ubicarse frente al problema de la
trascendencia. Hay quienes
incluso dicen que tienen una fé, lo
afirman, pero ésto que
dicen no responde efectivamente a
lo que experimentan. Nosotros no
decimos que ellos mientan,
decimos que esto lo dicen
superficialmente. Dicen tener una fé pero mañana pueden no tenerla.
Así es que observamos diferentes grados de profundidad en estas cinco
posturas y por lo tanto en la movilidad
o la firme convicción en cuanto a lo que se postula. Hemos conocido gentes que
eran devotas, creyentes de una fe, y al morirse un familiar, al morirse un ser querido, desapareció toda la fe que decían tener y
cayeron en el peor de los sin sentidos. Esa fe era una fe de superficie, una fe
de mampostería, una fe periférica. En cambio,
aquellos otros a los cuales
sobrevinieron grandes catástrofes
y afirmaron precisamente su fe, todo les resultó diferente.
Hemos conocido gentes que estaban convencidas de la
inexistencia total de la trascendencia. Uno muere y desaparece. Por así
decir, ellos tenían fe en que todo se
acababa con la muerte. Es claro que
en alguna ocasión, caminando
cerca de un cementerio han apurado el paso y se han
sentido inquietos... cómo se compativiliza todo esto con la convicción cierta de que todo
termina con la muerte? De este modo, hay gentes que aún en la
negación de la trascendencia están ubicadas en una situación muy
superficial.
Así pues, uno puede ubicarse en
cualquiera de éstos estados pero también
uno puede ubicarse en distintas profundidades.
En ciertas épocas de nuestra vida hemos creído
una cosa respecto de la trascendencia, y luego
otra. Cambió, esto
es móvil. Esta no es una cosa estática. No solo en épocas distintas de
nuestra vida sino en situaciones.
Cambia nuestra situación
y cambia nuestra creencia
con respecto al problema de la trascendencia. Es más:
cambia de un día a otro. A veces
a la mañana estoy creyendo una cosa determinada, a la tarde ya no. Y ésto que parece ser de
suma importancia porque hace a la orientación de la vida humana es algo demasiado variable. Y al fin nos provocará
desconcierto en la vida cotidiana.
En esos cinco estados y grados se
emplaza el ser humano, pero cuál debería ser el correcto
emplazamiento? Es que existe acaso un
correcto emplazamiento, o es
que estamos simplemente describiendo problemas sin dar
solución?. Es que podemos surgerir cuál es
el mejor emplazamiento frente al problema?
Algunos dicen que la fe es algo que está o no está en las personas, que
brota o que no brota. Pero observen ese estado de conciencia. Alguien puede no
tener fé en absoluto, pero también
puede desear, sin fé y sin experiencia,
obtener eso. Puede
inclusive comprender
intelectualmente que tal cosa es interesante,
que puede valer la pena orientarse
en esa dirección. Pues bien, cuando eso comienza a suceder es porque algo ya se
está manifestando en esa dirección.
Quienes logran esa fé o esa
experiencia trascendente, aunque no puedan definirla en términos
precisos como no se puede definir el amor, reconocerán la necesidad
de orientar a otros hacia el sentido, pero jamás
tratarán de imponer su paisaje a
quienes no lo reconozcan.
Y así, coherentemente con lo
enunciado, declaro ante ustedes mi fé y
mi certeza de experiencia respecto a que la muerte no detiene
el futuro, que la muerte por lo
contrario modifica el estado provisorio de nuestra existencia
para lanzarla hacia la trascendencia inmortal. Y no impongo mi certeza ni mi
fé, y convivo con aquellos que se encuentran en estados diferentes respecto del
sentido, pero me obligo a brindar
solidariamente el mensaje que
reconozco hace felíz
y libre al ser humano. Por ningún
motivo eludo mi responsabilidad de
expresar mis verdades aunque tales fueran discutibles por quienes experimentan la provisoriedad de
la vida y el absurdo de la muerte.
Por otra parte, jamás pregunto a
otros por sus particulares creencias y,
en todo caso, aunque defino con claridad mi posición respecto a este punto, proclamo para todo ser humano la libertad de
creer o no creer en Dios y la libertad de creer o no creer en la inmortalidad.
Entre miles y miles de mujeres y
hombres que codo a codo,
solidariamente, trabajan con
nosotros, se suman
ateos y creyentes, gentes con dudas y con certezas y a nadie se
pregunta por su fé y todo se dá como orientación para que decidan por si mismos
la vía que mejor aclare el sentido de sus vidas.
No es valiente dejar de proclamar las propias certezas, pero
es indigno de la verdadera solidaridad tratar de imponerlas.
Silo.
Reunión de
La Comunidad en Ciudad de
México el 10/10/80.