octubre 12, 2011

El Sentido de la Vida - Silo







El sentido de la vida - Declaración de México


Agradezco  la oportunidad que me dan de dicutir  con  ustedes algunos  puntos  de  vista referentes a  aspectos  relevantes  de nuestra concepción sobre la vida humana. Digo discutir porque esto no va a ser una disertación sino que va a ser un intercambio.

Un primer punto de vista a considerar es aquel al que  apunta todo  nuestro planteamiento.  ¿Es que nuestro objeto de estudio  es  el mismo objeto que estudian las ciencias?  Si se tratara del mismo, las ciencias precisamente tendrian la última palabra.

Nuestro interés está puesto en la existencia humana,  pero  no en  la existencia humana como  hecho biológico o social (  ya  que con  respecto a ese punto hay ciencias que le dedican  su  esfuerzo), sino a la existencia humana como registro cotidiano,  como  registro diario personal.  Porque,  aunque alguien se pregunte por el fenómeno  social e histórico que es constitutivo del ser  humano,
ese  alguien hará tal pregunta desde su vida cotidiana; lo  hará desde  su  situación;  lo  hará impulsado  por  sus  deseos,  sus angustias,  sus  necesidades,  sus amores,  sus  odios;  lo  hará impulsados por sus frustaciones, sus éxitos; lo hará desde algo anterior a la estadística y a la teorización;  lo hará desde la vida misma.

Y,  ¿ qué es lo comun y, al mismo tiempo, lo particular  en toda existencia humana?  La búsqueda de la felicidad y la superación  del dolor y el sufrimiento es lo comun y lo  particular de toda existencia  humana. Es  la  verdad registrable  para  todos y cada uno de los  seres  humanos. 

Ahora bien, ¿ cuál es esa felicidad a la que aspira el ser humano?  Ella es lo que el ser humano cree.  Esta afirmación, un tanto sorprendente,  se basa en el hecho de que las personas se orientan hacia imágenes o ideales felicitarios diferentes.  Es más.  El ideal de felicidad cambia con la situación histórica, social y personal. De ello concluiremos que el ser humano busca lo que cree  que lo hará felíz,  y de acuerdo a ello lo que cree que lo alejará de el sufrimiento y el dolor.

Dada la aspiración de felicidad,  aparecerán las resistencias del dolor y el sufrimiento. ¿Cómo podrán vencerse éstas resistencias?  Antes debemos pre-
guntarnos por la naturaleza de las mismas.

El dolor para nosotros es un hecho físico. Todos tenemos experiencias del mismo. Es un hecho sensorial,  corporal.  El hambre, las  inclemencias naturales,  la enfermedad,  vejez,  producen dolor.  Y ese es  el punto en que nosotros diferenciamos de  fenómenos que nada tienen que ver con la sensorial.  Unicamente el avance de la sociedad  y la  ciencia es el que hace retroceder el dolor.  Y ese  es el  campo específico en el que pueden desarrollar sus mejores esfuerzos los reformadores  sociales,  los  científicos y por  sobre  todo  los mismos  pueblos generadores del progreso del que se nutren  tales
reformadores y tales científicos.

El sufrimiento,  en cambio,  es de naturaleza mental. No es un hecho  sensorial  del mismo tipo del  dolor.  La  frustación,  el resentimiento,  son estados de los que también tenemos  experiencia,  y que no podemos localizar en un órgano específico, o en un conjunto  de ellos.  ¿Es que aún siendo de  naturaleza  diferente actúan entre sí el dolor y el sufrimiento? Por cierto que el dolor motiva también al sufrimiento.  En tal sentido,  el  avance  social  y el avance  de  la  ciencia  hacen retroceder  un  aspecto del  sufrimiento.  Pero  específicamente, ¿dónde hallaremos la solución para hacer retroceder el sufrimiento?.  Esto  lo  hallaremos en el sentido de la  vida,  y  no  hay reforma  ni avance científico que aleje el sufrimiento que da  la frustación, el resentimiento, el temor a la muerte, y el temor en general.

El  sentido  de  la vida es una dirección  a  futuro  que  dá coherencia  a la vida,  que permite encuadre a sus actividades  y que la justifica plenamente.  A la luz del sentido aún el dolor en su componente mental y el sufrimiento en general, retroceden  y  se empequeñecen  interpretados  como  experiencias superables.

Entonces, ¿cuáles son las fuentes del sufrimiento humano?. Son las  que producen contradicción.  Se sufre por vivir  situaciones contradictorias,  pero también se sufre por recordar  situaciones contradictorias y por imaginar situaciones contradictorias.

Estas fuentes de sufrimiento han sido llamadas las tres  vías del sufrimiento, y ellas pueden modificarse de acuerdo  al estado en  que  se encuentre el ser humano respecto del  sentido  de  la vida.  Tendremos  que  examinar brevemente estás tres  vías  para luego  hablar del significado y la importancia del sentido de  la vida.
                                                                              
....... (Pregunta poco audible en la grabación)

Es  claro  que las  agrupaciones  humanas  por  ejemplo,  son estudiadas  por  la sociología.  Así  como  las ciencias pueden estudiar los astros o los  microorganismos. También la biología y la anatomía, la fisiología, estudian al cuerpo humano desde diferentes puntoss de vista. La psicología estudia el comportamiento síquico. Todos estos que estudian (los estudiosos y los científicos),  no estudian su propia existencia.  No hay una  ciencia que estudie la propia existencia.  La  ciencia  nada dice acerca de la situación que le acontece a una persona cuando llega a su casa y allí recíbe un portazo, un mal trato, o una caricia.

Nosotros  nos interesamos,  justamente,  por la situación  de  la existencia  humana,  y  por ello no es  competencia  nuestra  las discuciones que pueda tener la ciencia.  Y también observamos que la  ciencia  tiene serias  falencias,  serias  dificultades  para definir lo que pasa en la existencia. Qué sucede en la existencia humana,  cuál es la naturaleza de la vida humana con respecto  al sentido,  cuál es la naturaleza del sufrimiento y del dolor, cuál es  la naturaleza de la felicidad,  cuál es la naturaleza  de  la búsqueda de la felicidad.  Estos son objetos de nuestro estudio, de nuestro interés. Desde ese punto de vista podría decirse que nosotros  tenemos una  posición frente a la existencia,  una posición frente  a  la vida, y no una ciencia referida a estas cosas.

.......(Pregunta poco audible en la grabación)

Es claro que nosotros hemos puesto énfasis en ésto que  la gente busca aquello que cree que es la felicidad.  El punto  está en que se cree una cosa y mañana se cree otra.  Si examinamos en nosotros mismos lo que creíamos que era la felicidad a los doce años y en el día de hoy, veremos el cambio de perspectiva; así mismo si consultamos a diez personas, seguiremos viendo esa diversidad de puntos de vista. En  la edad media se tenía una idea general de  la  felicidad distinta a la época de la revolución industrial, y en general los pueblos  y los individuos varían en su búsqueda de la  felicidad. No  está  para nada clara la felicidad en cuanto  objeto.  Parece que  no  existiera tal objeto.  Es más bien un estado de ánimo el que se busca y no un objeto tangible.

A  veces a esto se lo confunde en una determinada  forma  de propaganda que presenta  un  jabón  como  la felicidad misma.. Desde luego, pero todos comprendemos que, en realidad, se está tratando de describir un estado,  el estado de felicidad, pero  no tanto el objeto porque que nosotros sepamos,  no  existe tal  objeto.  Por  consiguiente,  no está claro que cosa  sea  el estado de felicidad. Nunca se lo ha definido convenientemente. Es una suerte de escamoteo que se ha hecho y para la gente  no ha quedado nada claro.  Bien,  así es que seguiremos avanzando  a menos que haya alguna otra pregunta...

..... (Pregunta poco audible en la grabación).

Esta última pregunta es con respecto al progreso del dolor y el sufrimiento.  Cómo es que el dolor va superándose con el avance de la sociedad y la ciencia y el sufrimiento no se supera paralelamente?

Hay alguna gente que sostiene  que el ser humano no ha avanzado para nada.  Es  obvio que el ser humano ha avanzado en su conquista científica, en su conquista  de la naturaleza,  en su desarrollo.  Está  bien,  hay desarrollos de las civilizaciones que son desparejos, de acuerdo, hay problemas de todo tipo pero  el ser humano y su civilización han avanzado. Eso es evidente. Recuerden  ustedes  otras épocas donde una bacteria  hacía estragos,  hoy  una  droga  suministrada a  tiempo soluciona  el problema rápidamente. Media Europa sucumbió en un momento por una peste  de  cólera. Eso ha sido superado. Viejas y nuevas enfermedades son combatidas y seguramente serán derrotadas. Las cosas  han  cambiado  y  han cambiado  mucho.  Pero es claro que en materia de sufrimiento  una persona de hace  cinco mil años y una persona actual,  registran  y sufren las mismas decepciones,  registran y sufren temores, registran y sufren resentimientos.  Lo registran y lo sufren como si para ellos no hubiera existido historia, como si en ese campo cada ser humano fuera el primer ser humano. El dolor va retrocediendo con aquellos avances pero el sufrimiento no se ha  modificado  en  el ser humano,  no se  ha  tenido  adecuadas respuestas  con respecto a ésto.  Y en ese sentido hay  una  cosa despareja.  Pero,  ¿cómo podríamos decir que el ser humano no  ha avanzado?  Tal vez porque haya avanzado lo suficiente hoy se esté haciendo  éste  tipo  de  preguntas y también  por  eso  se  esté tratando de dar respuesta a esos interrogantes que  probablemente en otra época no hubiera sido necesario hacer.  Las tres vías del sufrimiento  no son sino tres vías necesarias para la  existencia  humana  pero que han sido distorsionadas en su  normal  funcionamiento. Trataré de explicarme.

Tanto  la sensación de lo que ahora vivo y  percibo,  como  la memoria de lo que he vivido y la imaginación de lo que podría vivir,  son vías necesarias a  la  existencia humana.  Cercenemos algunas de éstas funciones y la existencia se desarticulará.  Acabemos  con  la memoria y perderemos  hasta  el mismo manejo de nuestro cuerpo. Eliminemos la sensación y perderemos  la  regulación del mismo.  Detengamos la imaginación  y  no podremos orientarnos en ninguna dirección. Estas  tres  vías  que  son necesarias  a  la  vida,  pueden  ser distorsionadas en su funcionamiento convirtiéndose en enemigas  de la   vida,   en   portadoras   de   sufrimiento. Así, sufrimos cotidianamente por lo que percibimos, por lo que recordamos y por lo que imaginamos.

Hemos dicho en otras oportunidades que se sufre por vivir  en una  situación contradictoria tal como la de querer  hacer  cosas que se oponen entre sí. También sufrimos por temor a no lograr lo que  deseamos a futuro,  o por temor a perder lo que  tenemos.  Y, desde  luego,  sufrimos por lo que hemos perdido,  por lo que  no hemos  logrado,  por aquello que ya sufrimos antes,  por  aquella
humillación,  aquel castigo,  aquel dolor físico que quedó en  el pasado, por aquella traición, por aquella injusticia, por aquella verguenza.Y esos fantasmas que llegan del pasado, son vividos por nosotros  como si fueran hechos presentes.  Ellos,  que  son  las fuentes  del rencor,  del resentimiento y  la  frustación, condicionan  nuestro  futuro  y hacen perder la  fé  en  nosotros mismos.

Discutamos el problema de las tres vías del sufrimiento.
  
Si las tres vías son las que posibilitan la  vida,  ¿cómo es que se  han  ido distorsionando?  Si  se  supone  que el  hombre  va  buscando  la felicidad,  debiera  ir adecuándose para ir manejando éstas  tres vías a su favor. Pero, ¿cómo es que de repente esas tres vías son precisamente sus principales enemigas? Parece ser que  en el  momento en que se amplió la conciencia  del  ser  humano, cuando  todavía no era un ser muy definido,  parece ser que  allí mismo,  al ampliarse su imaginación, al ampliarse su memoria y su recuerdo histórico,  al ampliarse su percepción del mundo en  que vivía,  en ese mismo momento,  al ampliarse una función surgió la resistencia.  Tal  cual sucede en las  funciones  internas.  Como cuando  tratamos  de  movernos en  una  actividad  nueva, encontramos resistencia.  Del mismo modo que  se  encuentra  resistencia en la naturaleza.  En el mismo instante  que llueve y cae el agua y va por los ríos y encuentra resistencia  a su paso, en ese vencimiento de las resistencias llega finalmente a los mares.

El  ser humano  en  su desarrollo,  va  encontrando  resistencias.  Y  al encontrar  resistencias  se fortalece y al  fortalecerse  integra dificultades  y al integrarlas las supera.  Y entonces todo  éste sufrimiento que ha ido surgiendo en el ser humano en su desarrollo,  ha sido tambien un fortalecimiento del ser  humano por encima de ello.  De modo que en etapas anteriores ésto  del sufrimiento ha de haber contribuído al desarrollo, en el sentido de crear condiciones justamente para superarlo.

Nosotros no aspiramos al sufrimiento.  Nosotros  aspiramos  a reconciliarnos incluso con nuestra especie, que tanto ha sufrido, y gracias a la cual nosotros podemos hacer nuevos despliegues. No ha  sido inútil el sufrimiento del hombre primitivo.  No ha  sido inútil  el  sufrimiento de generaciones y  generaciones  que  han estado limitadas por esas condiciones.  Nuestro agradecimiento es para  aquellos  que nos precedieron no obstante  su  sufrimiento, porque gracias a ellos podemos intententar nuevas liberaciones.

Este es el punto acerca de cómo el sufrimiento no nació  de  súbito, sino con el desarrollo y la ampliación del hombre.  Pero es claro que nosotros no aspiramos,  como seres humanos, a seguir sufriendo,  sino  a avanzar sobre esas resistencias integrando un  nuevo camino en éste desarrollo.

Pero hemos dicho que hallaremos la solución al  problema  del sufrimiento  en  el sentido de la vida,  y hemos definido  a  ese sentido como la dirección a futuro que dá coherencia, que permite encuadrar actividades y que justifica plenamente a la existencia. Esta  dirección  a futuro es de máxima  importancia  por  cuanto, según  hemos examinado,  si se corta esta vía de la  imaginación, ésta vía del proyecto,  ésta vía del futuro, la existencia humana pierde dirección y ello es fuente de inagotable sufrimiento.

Es  claro  para todos que la muerte aparece  como  el  máximo sufrimiento del futuro.  Es claro,  en esa perspectiva, que la vida tiene carácter de cosa provisoria.  Y es claro que, en ese contexto, toda construcción humana es una inútil construcción hacia la nada. Por ello tal vez, el apartar la mirada del hecho de la muerte haya permitido cambiar la vida como si la muerte no existiera... Quien piensa que todo termina para él con  la  muerte,  podrá alentarse  con la idea de que será recordado por sus  espléndidas acciones,  que no se olvidarán de él sus seres queridos o tal vez las  generaciones venideras.  Y,  aunque ésto  fuera  así,  todos marcharían  finalmente hacia una nada absurda  que  interrumpiría todo recuerdo. También podría pensarse que lo que uno hace en la vida no  es sino responder a necesidades del mejor modo posible.  Pues  bien, ya  se  acabarán esas necesidades con la muerte y  habrá  perdido sentido toda lucha por salir del reino de la necesidad. Y se podrá decir que la vida personal carece de importancia  en  la  vida humana,  que por  lo  tanto  la  muerte personal  no tiene significado.  Si tal fuera  el  caso,  tampoco tendría  significado la vida ni las acciones  personales.  No  se justificaría  ninguna ley,  ningún compromiso,  y no  habría,  en esencia,  mayores diferencias entre las acciones benéficas y  las malvadas.

Nada tiene sentido si todo termina con la muerte. Y, si ese es el caso,  el único recurso posible para transitar por la vida, es animarse con sentidos provisorios,  con direcciones provisorias a las  cuales aplicar nuestra energía y nuestra acción.  Tal es  lo que sucede habitualmente, pero para ello es necesario proceder negando la realidad de la muerte, es necesario hacer como si ella no existiera
  
Si se pregunta a alguien qué sentido tiene para él  la  vida, probablemente responderá por su familia,  o por él prójimo, o por una determinada causa que según él justifique la  existencia.  Y, esos  sentidos provisorios,  habrán de conferirle dirección  para afrontar la existencia,  pero a poco que surjan problemas con los seres  queridos,  a  poco que se produzca una desilusión  con  la causa abrazada,  a poco que algo cambie en el sentido elegido, el absurdo y la desorientación volverán por su presa.
  
Por último, sucede con los sentidos o las direcciones provisorias de vida que en el caso de alcanzarse ya pierden referencia y por lo tanto dejan de ser útiles para más adelante y,  en el caso de no alcanzarse, dejan de ser útiles como referencia. Por  cierto que luego del fracaso de  un  sentido  provisorio siempre queda la alternativa de poner un nuevo sentido  provisorio,  tal  vez en oposición al que fracasó.  Así,  de  sentido  en sentido se va borrando a medida que pasan los años,  todo  rastro de coherencia y con ello aumenta la contradicción y,  por  tanto, el sufrimiento.

La vida no tiene sentido si todo termina con la muerte.  Pero, ¿es cierto que todo termina con la muerte?.  ¿Es cierto que no se puede  lograr  una  dirección definitiva que  no  varíe  con  los accidentes  de la vida?,  ¿cómo se ubica el ser humano frente  al problema de que todo termina con la muerte?. Examinémoslo pero luego de discutir lo dicho hasta aquí.

Así como destacamos tres vías del sufrimiento observamos  también cinco  estados  con  referencia al problema de  la  muerte  y  la trascendencia.  En éstos cinco estados se puede ubicar  cualquier persona.

Un estado en que una persona tiene evidencia  indudable  dada por propia experiencia,  no por educación o ambiente.  Para ella es evidente que la vida es un tránsito y que la muerte es un escaso accidente.

Otros tienen la creencia de que el ser humano va a no  sé  que trascendencia,  y ésta creencia la  tienen  dada  por educación, dada por ambiente, no por algo sentido, experienciado, no  por algo evidente para ellos,  sino por algo que les enseñaron  y que ellos aceptan sin experiencia alguna.

Hay un tercer tipo de ubicación frente al sentido de la vida y es  el de aquellas personas deseosas de tener una fé o tener  una experiencia. Ustedes se deben haber encontrado con muchas personas que  dicen :" si yo pudiera creer  en  ciertas cosas,  mi  vida sería diferente".  Hay muchos  ejemplos  a mano.  Gentes a las cuales les han sobrevenido muchos  accidentes, muchas  desgracias,  y que se han sobrepuesto a  esos accidentes,  a esas desgracias, porque o tienen fe o tienen  un registro de que todo ésto, por transitorio o provisorio, no es el agotamiento  mismo de la vida sino en todo caso  una  prueba,  una resistencia que de algún modo hace crecer  en  el conocimiento.  Incluso pueden haber encontrado gentes que acepten el  sufrimiento  como un recurso de aprendizaje.  No  es  que  busquen el sufrimiento  (no como otros,  que parece que  tuvieran una  especial aficción por el sufrimiento).  Estamos  hablando  de aquellos que simplemente,  cuando se dá tal cosa,  sacan la  mejor partida de ello.  Gentes que no andan buscando  el sufrimiento,  todo lo contrario,  sino que  dada  la situación lo asimilan y lo integran y lo superan.

Bien.  Hay gentes entonces, que se ubican en ese estado: no tienen fé,  no tienen ninguna creencia,  pero desearían tener algo que les diera aliento y le diera dirección a su vida. Sí, esas personas existen.

Hay también aquellos que sospechan intelectualmente la posibilidad de que exista un futuro tras la muerte, que exista una trascendencia.  Simplemente  lo  consideran posible  y  no  tienen ninguna experiencia  de  trascendencia  ni tampoco  tienen  ningun tipo de fé,  ni tampoco aspiran  a  tener experiencia ni a tener fé. Conocerán a esas personas.

Y  hay,  por  último,  aquellos  que  niegan  toda  posibilidad  de trascendencia.  También  ustedes  reconocerán  aquí  personas,  y probablemente  entre  ustedes haya muchos,  que  piensan  así. 

De manera  que con diferentes variantes cada uno puede  efectivamente ubicarse  como  aquellos  que tienen evidencia y  para  ellos  es indudable  ésto  de la trascendencia,  o bien como  aquellos  que tienen  fé porque así la asimilaron cuando  pequeños,  o  bien aquellos  otros que quisieran tener una experiencia o una  fe,  o aquellos  otros más  que  la  consideran una posibilidad intelectual  sin  hacerse mayores problemas,  y  éstos otros que la niegan.

Pero aquí no terminamos con el punto de ubicación  frente  al problema de la trascendencia. Hay, al parecer, diferentes profundidades en esto  de  ubicarse frente al problema de  la  trascendencia.  Hay quienes incluso dicen que tienen una fé,  lo afirman,  pero  ésto que  dicen  no  responde efectivamente  a  lo  que  experimentan. Nosotros  no  decimos que ellos mientan,  decimos que  esto lo dicen superficialmente. Dicen tener una fé pero mañana pueden no tenerla.
Así es que observamos diferentes grados de profundidad en estas cinco posturas y por lo tanto  en la movilidad o la firme convicción en cuanto a lo que se postula. Hemos conocido gentes que eran devotas,  creyentes de una fe,  y al morirse un familiar,  al morirse un ser querido,  desapareció toda la fe que decían tener y cayeron en el peor de los sin sentidos. Esa fe era una fe de superficie, una fe de mampostería, una fe periférica. En cambio,  aquellos otros a los cuales  sobrevinieron  grandes catástrofes y afirmaron precisamente su fe, todo les resultó diferente.

Hemos  conocido  gentes que estaban convencidas de  la  inexistencia total de la trascendencia. Uno muere y desaparece. Por así decir, ellos  tenían fe en que todo se acababa con la muerte.  Es  claro que  en alguna ocasión,  caminando cerca de  un  cementerio han apurado el paso y se han sentido  inquietos... cómo se  compativiliza todo esto con  la convicción cierta de que  todo  termina con la muerte? De este modo, hay gentes que aún en  la  negación  de  la trascendencia  están ubicadas en una situación muy superficial.

Así pues,  uno puede ubicarse en cualquiera de éstos  estados pero también uno puede ubicarse en distintas  profundidades. En ciertas épocas de nuestra vida hemos creído  una  cosa respecto  de la trascendencia,  y luego  otra.  Cambió,  esto  es móvil. Esta no es una cosa estática. No solo en épocas distintas de nuestra vida sino en situaciones.  Cambia  nuestra  situación  y cambia  nuestra  creencia  con respecto al problema de la trascendencia.  Es más:  cambia de  un día a otro. A veces a la mañana estoy creyendo una cosa determinada,  a la tarde ya no. Y ésto que parece ser de suma importancia porque hace a la orientación de la vida humana es algo  demasiado variable. Y al fin nos provocará desconcierto en la vida cotidiana.

En  esos cinco estados y grados se emplaza el ser  humano,  pero cuál debería ser el correcto emplazamiento? Es que existe acaso un  correcto  emplazamiento,   o es  que  estamos   simplemente describiendo problemas sin dar solución?. Es que podemos surgerir cuál es  el mejor emplazamiento frente al problema?

Algunos dicen que la fe es algo que está o no está en las personas, que brota o que no brota. Pero observen ese estado de conciencia. Alguien puede no tener fé en absoluto,   pero también puede desear, sin fé y sin experiencia,  obtener  eso.  Puede  inclusive  comprender intelectualmente que tal cosa es interesante,  que puede valer la pena orientarse  en  esa dirección.  Pues bien, cuando  eso comienza a suceder es porque algo ya se está manifestando en esa dirección.


Quienes logran esa fé  o esa experiencia trascendente,  aunque  no puedan definirla en  términos  precisos como no se puede definir el amor,  reconocerán la  necesidad  de  orientar  a otros hacia el sentido,  pero jamás  tratarán  de imponer su paisaje a quienes no lo reconozcan.

Y así,  coherentemente con lo enunciado,  declaro ante ustedes mi fé y mi certeza de experiencia respecto a que la muerte  no detiene  el futuro,  que la muerte por lo contrario  modifica  el estado provisorio de nuestra existencia para lanzarla hacia la trascendencia inmortal. Y no impongo mi certeza ni mi fé,  y convivo con aquellos que se  encuentran en estados diferentes respecto del sentido, pero me obligo a brindar  solidariamente  el mensaje que reconozco  hace  felíz  y libre al ser humano.  Por ningún motivo eludo mi  responsabilidad de expresar mis verdades aunque tales fueran discutibles  por quienes experimentan la provisoriedad de la vida y el absurdo  de la muerte.

Por otra parte,  jamás pregunto a otros por sus  particulares creencias y, en todo caso, aunque defino con claridad mi posición respecto a este punto,  proclamo para todo ser humano la libertad de creer o no creer en Dios y la libertad de creer o no creer  en la inmortalidad.

Entre  miles y miles de mujeres y hombres que codo a  codo, solidariamente,   trabajan  con  nosotros,   se  suman  ateos   y creyentes,  gentes con dudas y con certezas y a nadie se pregunta por su fé y todo se dá como orientación para que decidan por si mismos la vía que mejor aclare el sentido de sus vidas.

No es valiente dejar de proclamar las propias certezas,  pero  es indigno de la verdadera solidaridad tratar de imponerlas.




                         Silo.
                         Reunión de La Comunidad en  Ciudad  de  México el 10/10/80.