Extracto de la charla dada por Silo en Farellones, Enero 1991
Uno está expuesto a la mirada del otro, como si estuviera expuesto a que se yo, al
sol, al fuego, a distinto tipo de radiaciones, uno está expuesto a la mirada
del otro. En la exposición de la mirada del otro hay siempre valoraciones del
otro, si yo valorizo mucho a una persona, estoy más expuesto a su mirada que si
no la valorizo, si yo tengo una relación inestable con otra persona su mirada
es vista de otro modo que si tengo una relación íntima con esa persona, porque
las relaciones entre personas y las valoraciones que hago de las otras
personas, hacen que yo sienta, sienta la mirada de un modo o de otro. Ese
sentir la mirada del otro, muchas veces condiciona conductas, y he aquí el
fenómeno interesante, y vamos a introducir una palabra tomada prestada de la
sicología clásica, vamos a pedirle prestada la palabra “compulsión”; sucede que
uno está expuesto a la mirada del otro, uno valoriza la mirada del otro, según
la relación mete valores, y sucede, que uno se comporta frente a esa mirada de
un modo que no quisiera comportarse; cuando uno hace una cosa que no quisiera
hacer, está sometido a una compulsión, cuando uno hace algo que no quisiera
hacer, está sometido a una compulsión, es decir, fuerzas internas que se ven en
conducta que no están controladas por uno, es más, a uno le crea muchos
problemas.
La mirada del otro, en muchas ocasiones, suscita en
mí compulsiones, y hago cosas no muy reflexivas claro.
La acción reflexiva
supone una superación de compulsiones, la planificación a futuro, la
planificación de cosas que quiero hacer a futuro, será adecuada si supera
compulsiones, pero ocurre que siempre se planifica de acuerdo a compulsiones…
¡esto es interesante! (risas), esto tiene un interés sumo. Y entonces uno
organiza las ideas, organiza racionalmente su planificación, y por organizar
racionalmente su planificación, uno dice: “mi planificación es racional”, pero
en verdad que uno organiza sus ideas por la compulsión, por esas presiones que
lo llevan a uno en una cierta dirección.
La mirada del otro suscita en uno: compulsiones, y
lo que uno hace, lo hace en gran medida, por: compulsiones, y las
planificaciones que uno hace, suelen estar movidas por: compulsiones. Esa es la
palabra que le hemos pedido prestada a la sicología clásica, la palabra
compulsiones (que para ellos quiere decir otra cosa, claro), fuerzas internas
no controladas que determinan la acción. De manera que frente a la mirada del
otro experimento modificaciones, experimento cambios, según sea la mirada, según
sea la valoración que yo hago de la mirada del otro, se me seca la boca, me da
taquicardia, me sube la respiración, me inhibo, salgo corriendo o bien lo
agredo, le salto encima, le chillo… y después digo: ¡pero cómo puede ser!
(risas), muy bien, me propongo para la próxima no hacerlo, y vuelve a suceder,
o bien voy haciendo modificaciones importantes: antes huía, ahora lo agredo
(risas). Compulsiones.
El sistema de compulsiones lo podemos pasear
graciosamente por los estados de conciencia, así las compulsiones a las que
estoy sometido en sueño profundo, comprenderán ustedes, no tengo ninguna
defensa, no funcionan los mecanismos críticos ni autocríticos, según el esta de
ebriedad en que me encuentre, controlo poco mi conducta, y claro, desde un
estado de vigilia habitual, hago cosas movido por mis compulsiones, y no puedo
hacer nada más que eso, moverme por mis compulsiones, ¿por qué no puedo hacer
otra cosa? porque no sé que estoy haciendo lo que estoy haciendo, si no sé lo
que estoy haciendo, sólo me mueven mis compulsiones. En la vigilia ordinaria,
hago las cosas sin saber que las estoy haciendo, cuando pongo vigilancia sobre
mi mismo, no pongo vigilancia sobre los objetos a los que me refiero, a las
cosas a las que voy, cuando pongo vigilancia sobre mi mismo, cuando tengo
conciencia de mí, lo que me ocurre es también consciente para mí. Si yo
planifico en un estado de vigilia ordinaria y estoy sometido a todas esas
compulsiones, mi planificación no es sino una prolongación de mis compulsiones.
Si yo estoy atento cuando planifico, no cuando planifico huevadas, sino cuando
planifico cosas importantes, no cuando voy a la choricería a comprar una
morcilla, no, cuando planifico cosas de interés, si estoy en vigilancia sobre
mi mismo, rápidamente, lo primero que salta es: las compulsiones a las que
estoy sometido, y me doy cuenta de que mi “hermoso plan” en realidad es nada
más que una racionalización, un ordenamiento, de esos impulsos que nada tienen
que ver, a eso le llamamos: fuera de tema; continuamente estoy fuera de tema,
porque estoy fuera de la comprensión de mí, fuera de la atención sobre mí, de
la vigilancia sobre mi mismo, y cualquier planificación que no tenga en cuenta
la vigilancia sobre sí, es una planificación de compulsiones.
Imaginen ustedes ahora, que yo estoy utilizando en
este momento actual, tácticas de vida, cosas que me funcionan a veces bien y a
veces mal, comportamientos, si yo planifico algo sin tener en cuenta que yo
estoy presente en esas planificaciones, y que mis compulsiones están presente,
las cosas que yo planifique van a tener que ver en realidad con mis tácticas de
acción, que tiene que ver con mi comportamiento que a su vez deriva de la
formación de un comportamiento lejano; de manera que ahora hago planificaciones
a futuro y a través de esas planificaciones a futuro, no salen sino
comportamiento sofisticados de la época de la cocoa, y mi “gran” planificación
no es otra cosa más que la prolongación de los comportamientos en los que me
formé. Examinen algunas planificaciones, que puedan considerar de gran escala,
de cosas importantes, examinen cualquier planificación y se van a ver
involucrados en su conducta, y se van a ver involucrados en cosas que los
llevan a planificar de ese modo, cosas que los llevan a planificar de ese modo,
y no se dan cuenta que esas cosas son lo que los están llevando a planificar de
ese modo, y uno cree que eso es “racional”, es más, puede llegar a hacer un
organigrama del carajo, puede armar todo efectivamente, puede explicarlo muy
racionalmente, pero el impulso viene de otro lado. Si en las planificaciones de
uno, se trataran de cosas de uno estaría bien, lógico, estaría bien, uno
planifica “sus” cosas. Cuando uno en cambio, involucra a otras intenciones
humanas, es decir a otras personas, si su planificación involucra a otras
personas y las planificaciones ordinarias son planificaciones mecánicas en
donde está por base la compulsión, entonces: raya, luego, ergo, uno involucra a
otras personas en la proyección de sus compulsiones, fácil, fácil, punto. Cinco
minutos para meditar.
¿Verdad que es interesante? ¿No es cierto que tiene
una cosa? Es lindo, es simpático, es gracioso. Denle una vueltita mentalmente,
y digo más: uno no puede sino hacer (risas) no hay otra forma de hacerlo, no
hay salida, por más que lo sofistique, lo elabora, no hay otra forma.
La única posibilidad, en serio y a otro nivel es:
trabajando en otro nivel, trabajando con la cabeza en otro nivel. No hay otra.
O repetiremos mecánicamente lo que siempre se ha repetido, con más sofisticación,
en otro momento histórico, pero será la misma cabeza que se mueve
mecánicamente, sin tener conciencia de que se mueve mecánicamente.
Esto nos llevará
luego a estudiar el tema de la acción, el tema de la dirección mental en la
acción, esto nos llevará a eso, al tema de las direcciones mentales.