junio 11, 2013

Del libro "Imbéciles!" - Silo *2


Ahí, en  la cumbre,  sobre la  roca negra  inmensa  se  alza  la  casa
transparente. Un  verde tenue  casi confundido con la noche trasciende
las paredes.  En el  horizonte lejano  mueren las  últimas luces de la
última ciudad.  La magnífica  estructura  concluye  encerrada  en  una
coraza borrascosa.

Es un gran embrión aislado del resto del mundo.
En el interior de la cúpula dos personas forman la pareja arquetípica.

Todo  adquiere  la  dimensión  de  lo  simbólico.  Una  armonía  débil
contrasta con el retumbar hueco, quebradizo. Los destellos progresivos
contaminan aquellos dos seres muy unidos.
El cuerpo cálido y blando de la hembra se agarra a él, ambos comparten
el aliento...

Quietud y silencio...

La luz verde ya no existe.

Ojos emocionados aman; admiran, lloran.

Después... "¡Han desaparecido cúpula y ciudad!"

Sólo el  negro picacho,  rutilante en su cima la figura del Hombre. El
cielo agudamente  azul. Inconmensurable  los espacios  que señalan  el
horizonte luminoso.

Con los  brazos tendidos  en la  cumbre del mundo recibe el resplandor
del nuevo día que se libera gigantesco. A sus pies se levanta el fuego
del universo; la voz de todos los pueblos y de todas las épocas unidos
en coral prodigioso ante el vacío atronado, enceguecido.

¡El disco  sube, la  tremenda potencia  de las voces estalla, se abren
las puertas del infinito ascendente, hermosamente aterrador!